29.8.06

Bucarest I



Tiene la incoherencia aceptada y familiar de un sueño. Bellos edificios de arquitectura francesa infamados con carteles de neón. Bloques despintados de la época socialista. Modernos edificios de cristal que sólo logran resaltar las calles exhaustas. Alguien me dijo: cuando entiendas esta ciudad la vas a abandonar.

Una chica se me acerca por la calle rota. En los folletos que promocionan la ciudad nos invitan con las delicias de ese capitalismo recién llegado: putas y casinos. No hay tiempo que perder. La prostitución callejera está decentemente prohibida, y sólo se permite la profusión de garitos adecuadamente promocionados en papel satinado. La decencia. La clase social.

La chica se me acerca y ofrece. Un inglés bastante bueno, pienso sin querer. Digo "no" lo más suavemente que puedo y se me ocurre una idea: preguntarle cuánto y regalarle el dinero. Pero más allá veo un mendigo. Y aún más allá chicos. Todos esperan lo mismo. Pocas miradas tienen menos secretos que la mirada del que pide.

Inmediatamente pienso en Jesús. Ordenó vender todo y darlo a los pobres. Tranquilizarse pensando que se lo ordenó a otro, a otros, en otro momento y otro lugar, pensar en alguna cláusula. Gestos reflejos de ese viejo enemigo que conozco tan bien.

Algo sabía de socialismo el loco extremista hijo de puta. Mucho más que yo.

22.8.06

¿Podrian por favor dejar mi vida FUERA de sus convicciones religiosas? Gracias.

Uno de los dramas de ser marxista y ponerse a hablar de lo que pasa en Argentina es que uno se ve tan desbordado por la barbarie que tiene que ponerse a defender no ya la lucha del proletariado, ni estudiar las alianzas de clases necesarias para la toma del poder, nada de eso, muy muy lejos. Hay que ponerse a defender principios elementales y boludísimos de la democracia liberal, todo para que despues a uno lo llamen "zurdo".

La histeria católica vuelve. Parece que les da un perverso placer utilizar todos los mecanismos del poder para mortificar a la gente en nombre de sus creencias. La cosa va en escalada: primero fue el caso de una adolescente discapacitada violada a quien la jueza Ines Siro denegó el derecho de aborto, aunque se trata de un derecho que no requiere ninguna autorizacion judicial para ejercerlo.

Ahora se animaron a más: un embarazo que
pone en peligro la vida de una chica discapacitada violada fue parado por la justicia de Mendoza a causa de un amparo presentado por una de las tantas organizaciones de petrificados mentales que "defienden la vida" que no existe aún, sacrificando la ya existente.

Para mas datos: la imposibilidad de practicar el aborto impedirá la obtención de pruebas de ADN contra el violador de la chica, y la jueza Ines Siro ya habia sido cuestionada por
dejar en libertad a violadores reincidentes. Parece que el trauma de la violación y sus consecuencias son un tema menor.

El ataque que sufrimos por parte de estos energúmenos tiene las características habituales: un estilo teñido de histeria agresiva, acusaciones de asesino para cualquiera que no comparta sus afirmaciones, una prosa que parece redactada por niños tarados. ¿No me creen?
Lean un poquito lo que publica la agencia informativa creada por la Conferencia Episcopal respecto del juicio político que dos diputadas quieren iniciarle a Ines Siro (lo mínimo en cualquier pais civilizado). Transcribo algo de los consabidos chillidos:

"La jueza esta siendo perseguida por odio ideólogico".

"Ahora, en una acitud que se asemeja mucho a un acto de venganza, como si dijeran: 'por no habernos dejado matar al niño' las diputadas Ana Conti y Graciela Rosso iniciaron juicio politico a la jueza..."


"Por no habernos dejado matar al niño"... Como podemos apreciar el estilo de redacción, la sobriedad en las afirmaciones y la precisión en las imágenes sugieren un breve paso por la escuela primaria.

Para no hablar de la honestidad intelectual.

Pero limitaciones aparte, lo cierto es que actúan con coordinación y un enorme poder de presión sobre el sistema judicial y político. Tal que cuando se trata de la iglesia las leyes civiles sencillamente no existen:

- Mi idea es que la chica no aborte - nos informa el gobernador de Mendoza.
- Actue guiada por mis convicciones religiosas - declaró la jueza Siro.

Ademas de preguntarnos qué puede importar cuál sea la idea del gobernador, como si vivieramos en una especie de monarquía feudal, lo increíble es que un juez de la nación diga tan suelto de cuerpo que actúa guiado por convicciones religiosas. Ni el Código Penal ni las leyes: la religión basta para hacer la ley.

La cosa promete y se abren interesantes posibilidades. Atención a los titulares de un futuro no muy lejano:

- Juez Aaron Roszenblatt condena al arquitecto Pedro Rebagliatti por clavarse milanga napolitana. "Actué guiado por mis convicciones religiosas" declaro el magistrado que promete una cruzada contra la comida no kosher.

- Ahmed Farid, juez en primera instancia se niega a condenar al kioskero Máximo Gomez en un caso de poligamia. "Se casó seis veces, pero de acuerdo a mis convicciones religiosas musulmanas lo que hizo esta perfecto".

Las convicciones religiosas podrían permitir lapidar a la mujer infiel, matar a los homosexuales o quemar a la viuda con el cadáver del marido. Alguno dirá que el Código Penal prohíbe esto... Pero amigazo ¿a quien le importa el Código Penal? ¡Papel mojado! Lo que importa aquí son las convicciones religiosas.

Como siempre, dicen que quieren vivir su fe. En paz. Y como siempre lo que hacen los desmiente: buscan definir el mundo segun sus parámetros e imponerlo a quienes no nos interesan ni sus creencias ni su mundo. Concretamente: nos atacan, quieren estar por encima de las leyes cuando se pueda, y cuando no también. Para ellos una célula es un ser humano simplemente porque ellos lo dicen. La ciencia debe callar. Las leyes deben callar ¿Y el resto de los ciudadanos?

Bueno, propongo que no nos callemos nada.

2.8.06

El dandysmo y el protodandysmo nacional


El dandysmo es un interesante fenómeno, difícil de explicar. Podría decirse que está relacionado con la elegancia, pero se trata de una elegancia que no pasa necesariamente (en ocasiones puede que en absoluto) por el vestir. Me parece que, entre otras cosas, hay una profunda dialéctica en el dandysmo entre las aspiraciones desmesuradas y la completa renuncia.

El mundo posmoderno ha visto el renacimiento de las aspiraciones al dandysmo. Aunque claro: muchos son los llamados, pero pocos los elegidos.

Bien visto es más o menos lógico: acabadas las perspectivas trascendentes y hundida toda posiblidad de cambio social, poco queda más que empezar a cultivar nuestro jardincito, aprender cocina (notable auge de las escuelas de cocineros), jugar al connaisseur (ídem con los vinos), y ya que no podemos cambiar un pomo de nada, declarar un desapego radical por ce bas monde (este bajo mundo, dicen los franchutes) y dedicarnos al placer en las horitas libres que nos dejan.

En Argentina particularmente, y con ayuda inestimable del blog, una persona de clase media puede terminar sus ocho o más horas de yugo reglamentario, venir aquí y soñar que es Brummell el Hermoso.

Y así, paseando por algunos posts de blogs argentos se tiene la graciosa impresión de que la Argentina está llena de aristócratas, nobles y alegres vividores, caballeros de fortuna y prósperos marchands que no saben cómo combatir el taedium vitae, el gran aburrimiento palaciego. Lo cierto es que a la mañana siguiente irán todos disciplinadamente al laburo y lidiarán con las pequeñas miserias habituales a cambio de un salario sobre el que - despiadada sociedad capitalista que no reconoce sus talentos - deberán poner un atento ojo durante todo el mes.

Pero claro ¿Quién es uno para destruir los inofensivos sueños de gente que no hace daño a nadie? Bueno, me apresuro a aclarar que no estoy intentando destruir nada. Incluso si me lo preguntan, el intento de dandysmo me parece dentro de todo un afán de superación, y en ese sentido es interesante. ¿Quién se niega a darse un gusto, saborear un placer, disfrutar una pilcha que cae bien o fumarse un cigarro? O más refinadamente: renunciar a alguna obvia ventaja a cambio de... nada, por el placer de ver cómo pasa de largo nomás. Habría que ser muy obtuso para no ver ningún valor ahí.

El problema es cuando la cosa deviene en obsesión compensatoria: el dandysmo a toda costa, creerse un Incroyable parisino, o un Macaroni londinense del siglo XVIII, cuando se está más bien lejitos de esos barrios. Ahí es cuando se transforma en un camino de cornisa - si puedo acuñar una frase - extremadamente peligroso estéticamente hablando, se entiende.

Ser un dandy exige talento. Mucho. Oscar Wilde podía hacerlo, declararse abiertamente un arbiter elegantiarum (una autoridad en materia de elegancia, digamos), y podía pisar sin temor incluso los deslizantes terrenos de la extravagancia saliendo incólume y sin un paso en falso. Pero Wilde era Wilde.

Intentar los mismos caminos siendo no Wilde, o Barbey d'Aurevilly sino un porteño que mantiene un tres ambientes acatando órdenes... y, qué quiere que le diga, el peligro de derrapar es alto.

Cuando me cruzo con alguno de estos (y en la blogosfera es difícil que no suceda) es notable lo rápidamente que se pone en su papel. Al conocer mis meras simpatías marxistas, y antes de que yo diga ni pío suelta el discurso que le han enseñado los suplementos gastronómicos:

- Ah, amigo mío, es Ud. marxista ¡Lo compadezco tanto! Ud. no ha alcanzado aún la iluminación que significa ser - como yo lo soy - un alegre bon vivant que disfruta cada partícula de la exquisita vida que llevo. Ud., craso troglodita, sueña en vano con inexistentes revoluciones y sin duda me odia por mi exquisito buen gusto y...

Y así continúa perorando, casi sin escucharme. Lógicamente, el hombre está tan deseoso de soltar su rollo que apenas si puede dialogar. Para el aspirante a dandy virtual es indispensable colocarme en la posición "resentido-marxista-amargado-que-sin-duda-me-odia", desesperadamente necesitado como está de colocarse él mismo en la de "consumado-esteta-irónico-amoral-que-disfruta-la-joie-de-vivre".

Así, me he encontrado con diversas manifestaciones de lo que yo llamaría "dandysmo desesperado" en gente que se complace en declararse firme partidaria de la desigualdad social mientras se hacina en una oficina, personas que me han mentado las virtudes dandísticas del catolicismo (abajito de todo, al final), individuos que no se explican cómo uno no elige alguna ideología más placentera, e incluso un visitante de este blog cuyo estilo realmente me gusta mucho y que me ha dejado perplejo declarando - sin que viniera a cuento de nada - que yo tengo intenciones de fusilarlo a causa de su mucha elegancia.

Como dije, creo que se trata de esa desesperada urgencia que tiene esta gente de convencerse no sólo de ser considerada elegante, sino de ser incluso odiada por ello, cuestionada moralmente por el histérico profeta que clama en el desierto (que vendría a ser yo) mientras ellos se regocijan en su pagana indolencia / conformismo / amoralidad. Supongo que es una imagen seductora.

Bueno, tengo malas noticias. Una, intrascendente, es que me va lo suficientemente bien como para no andar odiando a quien no lo merece. La otra es que si algún cuestionamiento tengo frente a estas minúsculas actividades es más bien de orden estético que ético. El protodandysmo del subdesarrollo es totalmente inofensivo. Sólo señalo que "dandysmo" y "desesperada necesidad de" son términos contrapuestos. El dandysmo de verdad implica más bien una ausencia de toda necesidad, y transitar el camino de lo explícito sólo cuando hay extraordinarias condiciones para hacerlo. En general, machacar sobre un punto cualquiera lo termina malogrando, y la insistencia en declarar el propio buen gusto es de las cosas que más convencen de lo contrario. Si se quiere un ejemplo conciso: se me ocurren pocas frases más mersas que "yo soy elegante".

Y mientras la necesidad es opuesta al dandysmo, es fatalmente inevitable si lo que uno tiene por delante para sentirse Baudelaire son sólo unas horitas post oficina ante un teclado. La despreocupada distancia frente al mundo es una delicada moneda cuya falsificación se hace evidente con demasiada facilidad, y un par de viajes por Europa, el recorrido de unos museos y el reconocimiento de alguna que otra arquitectura nos dejan aún lejísimos siquiera de los arrabales de la cultura, ni mencionar la elegancia.

Alguno preguntará si acaso no se puede ser un dandy sin un mango. Creo que sí se puede. El talento personal puede elevarse sobre cualquier condición material, ya que él mismo es una condición material. Sólo digo que talento de verdad tienen muy pocos.

Es por esto que un servidor renuncia a casi todo dandysmo, conocedor de sus propias deficiencias incurables. Se permite sí, alguna que otra compadrada a veces, pero menor. Si alguna elegancia puede rescatarse de mi paso por el mundo, será seguramente imperceptible, mínima. Prefiero regocijarme admirándola en otros, pero esos otros - como dije - son muy pocos.

Esto es todo lo que tengo para decir de esta simpática actividad, que es bien poco, bah.

Así que, protodandys del sufrido país argento, por favor no crean que se los persigue. Por otra parte es imposible: ustedes son demasiados, una multitud.

Y curiosamente, es a un dandy de verdad a quien le debemos un libro tan comprometido y justo como The Soul of Man Under Socialism.

Salud.