Hace un par de posts que se desató un debate sobre el volátil tópico feminista con el amigo Dolmancé, el problema es que - como siempre - la discusión se fue al carajo respecto del tema del post.
Como Dolmancé es insistente, y yo también, transcribo los dos últimos planteos que nos hemos tirado por el marulo, el que quiera y tenga paciencia para consultar el laaaaargo debate previo pase por aquí. Y de ahí en adelante viene esto, antençao:
- Dolmancé:
Sobre la distinción femenino / masculino, si me disculpan, voy a citar a Andrea D’Atri, porque lo pone en palabras mucho mejor que yo:
[…] sostenemos que el género es una categoría histórica y relacional. No se trataría de un atributo ontológico sino instrumental. Es decir, el género comprende al conjunto de las conductas que se construyen socialmente sobre la diferencia sexual y que hacen que mujeres y varones se comporten femenina o masculinamente. Funciones y características asociadas imaginariamente al sexo conformarían el género femenino y/o masculino. Pero esta diferenciación encierra asimismo la trampa de una jerarquización, es decir una valoración positiva y/o negativa asociada, de tales propiedades o conductas. En este sentido, “... el género no es una categoría descriptiva sino una normativa que determina la posición social de las mujeres y de los varones.”. Coincidimos con J.Scott cuando plantea que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en las diferencias que se perciben entre los sexos, y es una manera primaria de significar las relaciones de poder”. Relaciones de poder que se aprehenden en la vida familiar, se experimentan asimismo en las diferentes instituciones por las que atraviesa el sujeto en su socialización y no son más que la reproducción distorsionada de la división entre dominadores y dominados que surca la historia de la humanidad desde la esclavitud hasta nuestros días.
Es decir, la construcción de los condicionantes es social: viene de afuera y ejerce sobre nosotros una coerción que nos predetermina.
Yo no quiero decir que el condicionante de género crea dos clases. Las mujeres integran diferentes clases sociales, no son una clase en sí misma. La plusvalía se crea por la explotación, no por la opresión. La opresión es una relación de sometimiento construida socialmente. Asimismo, me interesa la articulación entre explotación y opresión. La pertenencia de clase de alguna manera determina el nivel de opresión. Ejemplo: las mujeres que mueren por abortos mal realizados son pobres.
El hueco en la tesis de Marx y Engels con respecto a la cuestión de género es bastante evidente en La ideología alemana. Producción en la fábrica, reproducción en la familia. Te cedo que lo de natural y social fue una simplificación burda. Solo intentaba enfatizar para hacerme entender. El tema es más complejo. Se trata de intentar ver a las relaciones de género como relaciones de producción. Después vuelvo sobre esto.
Sobre los cuerpos sexuales entiendo que la autora se refiere a esa differentia specifica de la mujer en relación a la procreación. No es el hombre el que se queda en casa esperando a que la mujer vuelva para hacerle cumplir sus deberes de buen esposo. Es al vesre. De hecho, el hombre que viola la monogamia es considerado un winner por sus pares, mientras que la mujer que decide por su cuerpo y busca otra compañía sexual es reprendida (también por hombres). Nuevamente, el principio activo es el masculino. No está relacionado, al menos directamente, con la plusvalía. Plusvalía es explotación, y acá se habla de opresión.
Vos para explicar la prostitución te basás en leyes de oferta y demanda, como un gurú de la economía de libre mercado. Marx jamás hubiera imaginado semejante heterodoxia. La influencia de la oferta y demanda es muy limitada, y además tardía. No puede interpretarse como fundamento. El trabajo humano es el único patrón de intercambio.
¿Por qué todo lo que contribuye a la producción en el ámbito privado de la familia no es visto como trabajo? ¿Por qué el trabajo doméstico no es remunerado? Creo que nos acercamos a un acuerdo si lo consideramos también fuerza productiva.
Eso de que el trabajo dignifica, y que la guerra es honorífica, y que Freud cometió una “equivocación” da para debatir largo y tendido, pero si me permitís lo dejo de lado por ahora (a menos que digas que es esencial a lo que estamos discutiendo). Pero tomo nota, ¿eh?
Con respecto a la “doma por autohumillación”, hay 2 posibilidades
1. La mujer es consciente: Entonces decide deliberadamente hacerse la mosquita muerta para que el macho la sostenga. Esta concepción interpreta al rol femenino como un mundo interior, esencial. Me concederás que esta hipótesis es fácilmente descartable. Como la que sostiene la existencia de una esencia primitiva, rudimentaria, esa naturaleza cazadora que se enorgullece de la conquista atribuída al hombre.
2. La mujer no es consciente: Entonces es lisa y llanamente un parásito. Tomemos esto, por ahora, como si fuera así: La naturaleza de un parásito es la de vivir del metabolismo del organismo huésped. Solo se asegura su supervivencia, sin regular ni decidir por los procesos vitales del organismo huésped. Difícilmente podamos hablar de “doma”.
Entonces, siguiendo el razonamiento de Esther Vilar, podríamos decir que:
Un hombre sin trabajo es un desocupado.
Una mujer sin trabajo es un parásito que detenta un poder influyente sobre el hombre.
En cuanto a la comparación entre producción y reproducción me refiero a intentar reconocer al trabajo doméstico, al cuidado de familiares, y a la reproducción de la fuerza de trabajo como un trabajo. ¿Por qué no puede ser también socializado? ¿Por qué la producción de los medios de vida tiene más importancia, y subordina la esfera de la vida a una presuposición y a un resultado? Once again: Relaciones de género como relaciones de producción. Más que reproducción y producción, estaríamos hablando de vida y medios de vida.
Con respecto a un proyecto ideal de igualdad entre los géneros, o de eliminación de la carga de los condicionantes, podríamos hablar largo rato. Por supuesto que no es suficiente con la sola inclusión de la mujer al mercado de trabajo. En el total de trabajo necesario para la reproducción social también debería incluirse el trabajo doméstico, ámbito culturalmente femenino, que no es remunerado. El ideal justo debería ser inclusivo y beneficiar a hombres y mujeres. Tendría que permitir ambos sexos en cualquier trabajo, incluyendo el doméstico. Tendría que conceder igualitariamente el tiempo necesario para la crianza de los hijos sin distinguir sexos. La producción tendría que planificarse socialmente. Ahora, ¿cuál es el trabajo del futuro? ¿y cuál es el futuro del trabajo? Teóricamente, cuanto mayor composición orgánica tenga el capital, en cuanto se mejoren -con los adelantos tecnológicos-, las capacidades productivas… menos habría que trabajar (jornada de 3 horas, decía Luk@s). Y sin embargo… no parece ser así. Por otro lado, la inestabilidad laboral tiene actualmente niveles insospechados. El proyecto neoliberal abandonó el fordismo, que sedujo tanto al Estado benefactor como al proyecto socialista. Hay muchas muestras, a mi juicio, de que los condicionantes de género y clase, si bien se interrelacionan y potencian, tienen una naturaleza individual.
Y sí, creo que la división no es justa, pero me gustaría hacer un poquito de investigación estadística, antes de apresurarme a sostener cualquier hipótesis. Primero aclaro que no tengo suficiente formación metodológica para analizar a fondo estos números. Me guío instintivamente, y cuento con la ayuda de ustedes. Vamos a hacer un poco de sociología de entrecasa. Empiezo analizando algunos casos tomados al azar. Por supuesto, los invito a que ampliemos la muestra, pero por lo que estuve viendo, hay tendencias muy estables a nivel mundial. Veamos qué pasa, por ahora, en el ámbito económico y laboral.
En México:
En el 50% de las familias trabaja solo el hombre
En el 44% de las familias trabajan la mujer y el hombre.
En el 2% Sólo la mujer percibe ingresos
y en el resto ninguno de los dos.
De ese 44%:
En el 80% de los casos el hombre percibe más ingresos que la mujer.
Con respecto al trabajo doméstico, está subdividido en:
1. Cuidado de niños, ancianos, enfermos o discapacitados
2. Preparar los alimentos.
3. Lavar y planchar la ropa
4. Limpiar la casa
(Esto está ordenado de mayor a menor tiempo dedicado: no están para nada errados otros estudios que estuve leyendo cuando se refieren al trabajo doméstico como caring activities)
Mirando las estadísticas agregadas, el hombre invierte unas 9 horas semanales. La mujer 40. Este trabajo no es remunerado en absoluto.
(Fuente: INEGI, México, DF, Mayo de 2004)
Sigamos.
A nivel mundial, cerca del 46% de las mujeres mayores de 15 años no tienen ingresos, mientras que sólo el 21% de los hombres enfrenta esa misma situación.
El 90% de las jefas de hogar no convive con un cónyuge o pareja.
El 88% de los jefes de hogar sí convive con un cónyuge o pareja.
(Fuente: CEPAL, Unidad, Mujer y Desarrollo.)
Los hombres que mantienen el hogar tienen a una mujer que se ocupe de las tareas domésticas. Podemos suponer que las mujeres que mantienen el hogar también se encargan de las tareas domésticas, si es que no ponen a trabajar a sus hijos y parientes. Concentrémonos en esos jefes y jefas de familia que salen a trabajar. Con respecto a quién gana más:
Social Watch arroja la siguiente relación entre ingresos (mujer / hombre)
EEUU: 0.62
Argentina: 0.37
Por tomar solo dos ejemplos.
Yo diría que el hombre posee mayor autonomía. Y que a la mujer le cuesta mucho más lograr autonomía, participación, y posibilidad de decidir por sí misma. Las mujeres son frecuentemente trabajadoras domésticas no remuneradas, o tienen trabajos temporarios part time, o en el vulnerable sector informal. Los hombres tienen trabajos más estables y de mayor jerarquía. Las mujeres pasan muchísimo más tiempo que los hombres en trabajos no remunerados. Según la UNECE, a veces más del doble (en Europa y Asia Central). El rol reproductivo de la mujer y la discriminatoria desvalorización del trabajo de la mujer respecto del trabajo del hombre inciden sobre esto. No parece que estemos en condiciones de hablar de mujeres parasitarias. Haciendo números… ¿cuántas Amalita Fortabat habrá? ¿Qué tan representativo es su caso?
Podemos echar un vistazo al estudio Gender In Transition, hecho por el Banco Mundial. A grandes rasgos, encontramos:
Desigualdad en el mercado laboral.
Desigualdad en la educación *
Desigualdad en el acceso a la Salud.
* (mechamos un dato del PNUD: Las niñas constituyen el 70% de los 130 millones de niños que no asisten a la escuela)
Pero sigamos con el aspecto económico / laboral. El desequilibrio de pagos, según este estudio (hecho en países de Europa y Asia Central), se explica de la siguiente manera:
1. Gap en capital humano: tiene que ver con la disponibilidad de trabajadores de acuerdo con las características productivas.
2. Diferentes preferencias según género.
3. Franja sin explicar
Los datos muestran que la franja sin explicar (3) es la aplastante mayoría: los hombres ganan más que las mujeres, invariablemente, y no hay ninguna explicación. Las razones hay que buscarlas en los aspectos culturales. ¿Dónde sino?
El trabajo de la mujer se devalúa: está pobremente pago y es altamente vulnerable. Sufren de falta de oportunidades en el sector formal y se inclinan al sector informal. El trabajo informal (en Argentina, el 54% de las mujeres que trabajan, actualmente, lo hacen en negro) está más cerca de casa y permite a las mujeres hacerse cargo a la vez de sus responsabilidades familiares. La transición a la participación de la mujer en el mercado laboral está significando una desventaja para éstas. De los números se puede inferir esta tendencia. El desempleo femenino está muy por arriba del masculino. El trabajo doméstico no remunerado es un recurso que podría valorizarse en términos monetarios. Pero en la realidad esto no es así.
Me parece que generalizar a partir de Amalita Fortabat es incurrir en la falacia del accidente inverso.
Las estadísticas sugieren que la participación femenina en un mercado laboral cada vez más desregulado no es suficiente para garantizar la igualdad entre los géneros en el contexto de una sociedad donde el cuidado de familiares (como principal actividad doméstica) sigue siendo una responsabilidad primaria de las mujeres, y donde las mujeres son consideradas trabajadores de segunda.
Sobre la cuestión de género se habla mucho y se hace poco. Y no forma parte de ninguna agenda política (que yo sepa).
- Respuesta de un servidor:
Con D’Atri, coincidencia hasta cierto punto, pero a mi esos estudios me parece que caminan por la cornisa del esquematismo. El ser humano es un ser cultural, todo lo que hace esta penetrado por la cultura. La distinción entre cultura y naturaleza no puede hacerse de manera esquemática. Comer, copular, comunicarse, luchar, son actividades que el ser humano realiza con influencia de la cultura. Intentar explicar qué es cultural y qué no lo es es imposible porque el ser humano no existe sin su cultura.
Por otra parte, y esto ya se dijo, el feminismo toma cualquier aspecto de la cultura para denunciar « opresión ». Cualquiera es eso: cualquiera, y nadie denuncia ese discurso como lo que es: una idiotez.
Las leyes de la oferta y la demanda no son inexistentes. Están distorsionadas pero no anuladas, y dependiendo mucho de la actividad que se realice la ley de la oferta y la demanda puede ser aplicable, no para describir el todo de un comportamiento económico pero si parte del mismo. Y en este caso no se trata de un comportamiento económico sino social.
¿Por qué todo lo que contribuye a la producción en el ámbito privado de la familia no es visto como trabajo? ¿Por qué el trabajo doméstico no es remunerado?
Te respondo: el trabajo doméstico sí es remunerado. La mujer tiene por ley derecho a la mitad de los ingresos del varón ya que los bienes adquiridos en matrimonio son gananciales. Esto mientras estén casados, cuando se divorcien la mujer cobrará la pensión de su ex. Y existen casos en que la mujer cobra en ambas instancias.
Y de nuevo: comparar el trabajo doméstico con un trabajo de verdad es un chiste. Yo mismo en estos momentos estoy desocupado, por lo que hago el trabajo doméstico mientras mi mujer tiene la responsabilidad de ganar el sustento. Muy caradura tendría yo que ser para considerar mi situación como « oprimido ». Y efectivamente nadie me ve así, pero sólo porque no soy mujer. Si lo fuera ya podría salir a gritar a la calle lo oprimida que me siento, cuando en realidad la casa está impecable y tengo un montón de tiempo libre.
Por favor: dejémonos de joder con el trabajo doméstico, en serio.
Con respecto a la “doma por autohumillación”, hay 2 posibilidades
1. La mujer es consciente: Entonces decide deliberadamente hacerse la mosquita muerta para que el macho la sostenga. Esta concepción interpreta al rol femenino como un mundo interior, esencial. Me concederás que esta hipótesis es fácilmente descartable. Como la que sostiene la existencia de una esencia primitiva, rudimentaria, esa naturaleza cazadora que se enorgullece de la conquista atribuída al hombre.
2. La mujer no es consciente: Entonces es lisa y llanamente un parásito. Tomemos esto, por ahora, como si fuera así: La naturaleza de un parásito es la de vivir del metabolismo del organismo huésped. Solo se asegura su supervivencia, sin regular ni decidir por los procesos vitales del organismo huésped. Difícilmente podamos hablar de “doma”.
El debate sobre la consciencia o no es inconducente. Determinar el nivel de consciencia de actores sociales es caer en un reduccionismo absurdo. La pregunta sobre si « la mujer » es consciente o no olvida que « la mujer » en este caso es un actor social, por lo que los niveles de consciencia son muy variables.
Voy a plantear un caso extremo para ilustrar (no comparo situaciones, simplemente deseo plantear la mecánica de tu postulado): en el III Reich frente a la masacre de judíos habría alemanes conscientes que se cagaban de risa de los judíos e iban a golpearlos y denunciarlos, habia alemanes que justificaban, había alemanes que miraban para otro lado, etc. etc. Habia tambien alemanes conscientes que actuaron con dignidad, renunciando a sus privilegios relativos y arriesgándose.
¿Tiene sentido preguntarse si « los alemanes » tenían o no consciencia ? No tiene ninguno porque el sujeto « los alemanes » implica a mucha gente.
Lo que vos planteás es exactamente un esencialismo : si « la mujer » es o no es consciente. La respuesta es que las hay conscientes, las hay no conscientes, las hay difusamente conscientes, las hay que no lo piensan demasiado. Pero la realidad es que a la hora de divorciarse todas se quedan con la casa, todas se quedan con la pensión, todas se quedan con la tenencia de los hijos. Salvo algunas poquísimas minas dignas que reconocen esta situación como injusta, que son las menos. Pero ni esto es realmente el problema.
Tu segundo párrafo es un sinsentido: aplicás arbitrariamente el término « parásito » (que yo no uso) y luego saltás al sentido biológico del término para demostrar lo absurdo de mi tesis alegando las diferencias entre una mujer y una taenia saginata. Es tan original como absurdo.
Un hombre sin trabajo es un desocupado.
Una mujer sin trabajo es un parásito que detenta un poder influyente sobre el hombre.
Esto siempre y cuando tengas la amabilidad de no omitir el nada menor dato de que « mujer desocupada » y « hombre desocupado » son situaciones bien distintas a menos que ambos sean solteros. Si están casados entonces una mujer « desocupada », como ya lo dije unas trescientas veces, comparte los ingresos del marido. Si es divorciada tiene una pensión. Si el hombre es desocupado simplemente no cobra nada y se muere de hambre.
En cuanto a la comparación entre producción y reproducción me refiero a intentar reconocer al trabajo doméstico, al cuidado de familiares, y a la reproducción de la fuerza de trabajo como un trabajo. ¿Por qué no puede ser también socializado?
Yo coincido totalmente en que sea socializado es más, y lo cito sólo a modo ejemplo, porque sé de qué hablo: yo practico dicha socialización y no soy el único que lo hace.
Pero creo que es facilísimo ver que para que esto ocurra tiene que darse una simétrica reducción del tiempo que el varón tiene que pasar fuera del ambito doméstico. No hay que ser ningún genio para ver que es absurdo exigirle a un tipo que labure 8 horas y más por día para una mujer que no trabaja, y luego encima tenga que compartir las tareas domésticas. A ver muchachos: no cierra.
Para que el hombre pase más tiempo en su casa, entonces tendría que tener una participación en el mercado laboral menor, más o menos como la que tiene la mujer. Para repartir las cargas en un ámbito es necesario repartirlas también en el otro. Y por supuesto – repito – los derechos sociales deberían también ser democratizados para que el varón tenga la posibilidad de pasar los primeros meses o años con sus hijos un tiempo que le permita desarrollar estas tareas, situación de la que estamos lejísimos.
Si lo que se quiere plantear desde el feminismo es que el varón deba vincularse a lo doméstico laburando lo mismo que labura ahora mi respuesta es simple: no sean caraduras. Este aspecto - que es fundamental - es siempre cuidadosamente omitido por el feminismo.
Ahora pregunto yo ¿Por qué otras tareas – que he mencionado otros tantos miles de veces sin respuesta - no pueden ser asimismo socializadas ? ¿Por qué está prohibido siquiera hablar de socializar la limpieza de las calles o la conducción de trenes o las tareas en una mina desde una perspectiva de género?
Mi pregunta tiene más fuerza si consideramos el hecho de que mientras la participación en las tareas domésticas no es algo ajeno 100% al varón, ya que conozco muchas familias en las que el varón participa del ámbito doméstico, no pasa lo mismo en estas tareas que menciono, donde la participación femenina es del 0%.
Vamos a las estadísticas, y te pido repares en la enorme cantidad de puntos débiles que presentan:
En México:
En el 50% de las familias trabaja solo el hombre
En el 44% de las familias trabajan la mujer y el hombre.
En el 2% Sólo la mujer percibe ingresos
y en el resto ninguno de los dos.
De ese 44%:
En el 80% de los casos el hombre percibe más ingresos que la mujer.
Esto significa que en el 50% de las familias el hombre trabaja y la mujer no, ¡perdón! hace trabajo doméstico. Analicemos este trabajo:
1. Cuidado de niños, ancianos, enfermos o discapacitados
Poner todo esto en la misma bolsa no es muy riguroso. En la enorme mayoría se trata de niños, y no todos los niños requieren el mismo tiempo: a partir de una edad muy temprana un niño pasa un tercio del día en la escuela, las guarderías, los jardines de infantes, etc. que cumplen parte de este trabajo.
Es evidente – como ya dije anteriormente - que para cuidar los niños un tiempo considerable es necesario no ocupar ese tiempo trabajando fuera de casa. Reclamar un salario por el hecho de cuidar los niños que uno trae al mundo me parece éticamente un poco rengo, pero consideremos que – dependiendo del país – existen una cantidad de ayudas familiares por hijo.
En los países de Europa hay ayudas muy considerables, así que nuevamente considerar ese trabajo no remunerado es en buena medida falso (y si - repitámoslo por enésima vez - sabemos que el salario del marido es compartido por la mujer, entonces es falso por completo).
Alguien objetará que estas ayudas familiares sólo son significativas en el primer mundo y que en los países del tercer mundo son mínimas. Esto es cierto, pero no menos cierto que paralelamente la jornada de un hombre que trabaja en el tercer mundo dista muchísimo de ser unas asépticas 8 horitas, extendiéndose a 10, 12 o incluso 14. ¿Socializar el trabajo doméstico? Totalmente de acuerdo: reduzcamos entonces la jornada laboral masculina a límites sensatos con el aporte de la mujer. Ver sólo una cara del problema es sesgar el asunto.
Los ancianos que requieren cuidados especiales, los enfermos y los discapacitados son casos excepcionales, pero el planteo hecho en el párrafo anterior sigue siendo relevante.
2. Preparar los alimentos.
3. Lavar y planchar la ropa
4. Limpiar la casa
Preparar dos comidas al día lleva dos horas cuanto más. Lavar y planchar la ropa de dos personas lleva unas tres horas por semana, cálculo muy generoso, supongamos cinco horas para una familia con dos nenes. Barrer y pasar la aspiradora a un depto. de 74 m2 lleva una hora, y no es necesario hacerlo todos los días.
No olvidemos por favor que las reparaciones hogareñas también constituyen un trabajo doméstico que tradicionalmente hace el hombre: reparar los caños cuando gotean, cambiar el cuerito, arreglar la mochila del inodoro, cambiar la goma al auto, etc. etc. Digo, como para ponernos en plan fino.
Y todo esto sin considerar las veces en que la dueña de casa paga – con el dinero que gana su marido – a otra mujer para que haga ese trabajo, con lo cual el trabajo se convierte en remunerado de manera directa, pero atenti: la dueña de casa sigue siendo « oprimida » porque… porque… ehhmmm… porque sí.
O sea que habiéndome previamente objetado de manera furibunda que haya tomado en consideración « sólo a las mujeres que no trabajan » llamándolas Amalita Fortabat, resulta que... ¡se trata nada menos que del 50%! El 50% es la mitad de la muestra, Dolmancé. No entiendo, no veo, sigo sin captar por qué razón estas mujeres son « oprimidas » por tener que realizar (¡si es que tienen que realizarlas!) las terribles tareas domésticas, y el varón en cambio es un privilegiado por tener que ir al yugo todas las mañanas. Nadie lo explica, y mirá que venimos debatiendo largo ¿eh?
Si me atengo a tu posición estas mujeres son « oprimidas » porque sus maridos - al volver de trabajar seguramente mucho más de 8 horas al día - no se ponen a barrer el piso y hacer la comida. Es delirante, pero el discurso dominante lo sostiene.
Prosigamos: en el 44% de familias trabajan ambos, pero « trabajan ambos » es un poquitín mentiroso: « trabajar » es trabajar 8 horas o más por día toda la vida. En muchos casos la mujer trabaja sólo medio día, o sólo temporalmente, o las dos cosas.
Mirando las estadísticas agregadas, el hombre invierte unas 9 horas semanales. La mujer 40. Este trabajo no es remunerado en absoluto.
Otra bonita forma de manipular las estadísticas, pregunto de capcioso nomás: ¿las 9 horas se refieren al total de los hombres o sólo a aquellos con mujeres que también trabajan?
Porque vamos a ver: si comparamos las horas domésticas de todas las mujeres contra las de todos los hombres olvidarse de que el 50% de las mujeres no trabaja fuera de casa es simplemente hacer trampa, muchacho.
Exigirle a ese 50% de hombres con mujeres que no trabajan que encima hagan las tareas domésticas es querer convertirlos en esclavos tiempo completo, flaco: andá a laburar, ganá el mango, bancate al verdugo de tu jefe y cuando vuelvas por favor barré y preparame la comida porque si no soy una oprimida ¿vistes? Por favor, un poquito de sensatez ¿puede ser?
Lo que hay que demostrar para hablar de « opresión » es que ambos trabajen lo mismo fuera de casa y que en ninguno de estos casos el hombre haga absolutamente nada dentro de ella, cosa que pongo seriamente en duda. Los matrimonios que conozco - por mi mera experiencia personal – en los que ambos trabajan, ambos comparten asimismo las tareas domésticas.
Y lógicamente en la medida en que uno de los dos pase fuera del hogar más tiempo, es perfectamente lógico (para mí, no sé, aclárenme si estoy loco) que el peso de las tareas domésticas recaiga sobre el que no trabaja o trabaja menos. No entiendo qué clase de « opresión » estamos discutiendo aquí. Lo de que ese trabajo no es remunerado ya está refutado veinte veces.
En el 2% en el que sólo la mujer percibe ingresos los hombres- demás está decir - son vistos por la sociedad no como oprimidos sino como proxenetas.
Sigamos:
A nivel mundial, cerca del 46% de las mujeres mayores de 15 años no tienen ingresos, mientras que sólo el 21% de los hombres enfrenta esa misma situación.
El 90% de las jefas de hogar no convive con un cónyuge o pareja.
El 88% de los jefes de hogar sí convive con un cónyuge o pareja.
Interesante, ¿y esto cómo se lee? Significa que las mujeres que no están casadas – esto es: están liberadas de la brutal opresión masculina - tienen que salir a trabajar en un 90%. El término « jefe/a » es bastante mentiroso también, porque « jefe » es quien manda, mientras que aquí se usa para designar a quien debe ganar el mango, y no es lo mismo.
Social Watch arroja la siguiente relación entre ingresos (mujer / hombre)
EEUU: 0.62
Argentina: 0.37
Dolmancé, alguna vez por cuestionar estas estadísticas me llamaste gratuitamente « tilingo » (¡todo un argumento!). Me voy a arriesgar nuevamente a que esgrimas argumentaciones así de precisas. Veamos cómo se elaboran estas estadísticas.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención en el curso de mi vida profesional fue constatar que los salarios de hombres y mujeres en las empresas están más o menos igualados, mientras que en los medios he tenido que ver cómo nos martillean una y otra vez con el asunto de que las mujeres ganan menos.
¿Cómo se elaboran estas estadísticas? Muy simple: se toma la masa salarial total ganada por hombres, y la ganada por mujeres… y se compara. Y luego simplemente se establece esa diferencia como la brecha salarial por género.
Así, en estas estadísticas, las mujeres que no trabajan son consideradas « desocupadas » lo cual oculta el hecho de que son legalmente acreedoras de sus maridos que sí lo hacen. Oculta asimismo el hecho de que muchas mujeres trabajan medio día, o temporalmente porque tienen maridos que trabajan por ellas parte del tiempo, o parte de su vida.
Los puestos de alta dirección – con salarios mayores - suelen ser ocupados por hombres. Demás está decir que para llegar a ellos hace falta enfrentar una feroz competencia. Las mujeres de esos hombres no entran en la muestra, se considera que el dinero que ellos ganan les pertenece sólo a ellos, cuando no es verdad, las mujeres de esos tipos tienen derecho a la mitad de ese ingreso y viven de él.
Así los medios nos bombardean con el versito: ¡La mujer gana menos! Es lisa y llanamente mentira. La mujer recibe una proporción menor de la masa salarial sencillamente porque trabaja menos.
Lo que sí es cierto es que las mujeres que realmente quieren hacer de su vida algo más que « casarme y tener hijos », las minas cuyo sentido de la dignidad les hace querer ser independientes tienen a veces problemas para encajar en el mercado de trabajo.
La razón es sencilla: si un capitalista tiene que tomar para un puesto de carrera a una persona es muy probable que se decante por un hombre. En este cálculo no hay machismo alguno, ningún capitalista es tan bobo como para dejar de contratar a alguien eficiente sólo por una solidaridad de género. Al capitalista lo que le importa es la ganancia y punto. Pero como en nuestra sociedad el hombre es el que lleva el peso mayor de la responsabilidad en el sustento del hogar, es lógico que un capitalista opte por quien tiene menos posibilidades de elegir.
Tus estadísticas, Dolmancé, indican que justamente quien menos autonomía tiene es el hombre: ninguno puede zafar de tener que trabajar, sólo el 2% es mantenido por una mujer. Un capitalista se decantará lógicamente por quien las estadísticas indican que tendrá que trabajar toda la vida; el capitalista no puede saber si está frente a una mujer que realmente quiere trabajar toda su vida, o una mujer que trabaja temporalmente con la idea de pasarse al 50% de mujeres que no trabajan ni bien su marido gane lo suficiente.
Ese 50% de mujeres no son Amalitas Fortabat, son simplemente acreedoras a un salario que gana otra persona para ellas. Tienen (¡cuando tienen!) que hacer un trabajo doméstico que lleva mucho menos tiempo y es mucho menos stressante que el que hacen sus maridos.
Pero nada de esto importa: son « oprimidas » y lo serán por siempre aunque sea imposible precisar exactamente por qué.
-o-
Bien, la idea es seguirla desde acá. Quienes quieran participar y gritar sus verdades, bienvenidos.
Salud.