30.3.07

Leopoldito II o nuestra conciencia muerta.


En un post ya algo lejano me metí con el rey Balduino I de Bélgica a propósito de una pequeña hipocresía. Hoy me voy a meter con un antecesor suyo, y por algo bastante más gordo.

Quien camine por Bruselas verá hermosas construcciones. Disfrutará sin duda del Palace de Justice por ejemplo, o de las Arcades du Cinquantenaire; pero disfrutaría menos si supiera cómo se obtuvo el dinero para lograr estas cumbres de nuestra cultura.

El que impulsó y financió estos alardes de gusto fue con justicia llamado "Rey Constructor" por los belgas, aunque con más justicia podría llamárselo de otras maneras. Su busto anodino y respetable decora numerosos museos, y en Bruselas existe incluso un boulevard con su nombre, muy cerca de donde se ha alojado durante más de un año el autor de estas notas.

La burguesía belga enseña hoy a los niños en sus escuelas el nombre de este hombre con patriótico respeto, así que no estará de más conocerlo.

Leopoldo II reinó en Bélgica desde 1865 hasta 1909, año en que libró al mundo de su presencia. Fue incensado en su momento por los medios, la iglesia, los gobernantes y cuanto bípedo viviente amante de la civilización se paseara por ahí.

Era un hombre inteligente, culto y creativo pero fundamentalmente un hombre de negocios. De buenos negocios. Estaba imbuido por la noble idea de trepar lo más alto posible. Y lo hizo. Veamos cómo, a ver si aprendemos algo.

África – todos lo sabemos – es un continente de gente atrasada, de costumbres burdas, sin modales. Gente bruta, vamos. Los occidentales lo sabemos bien ¿Qué mejor que ayudarlos y enseñarles las cosas buenas de la vida? Hoy como ayer desbordamos humanitarismo y buenas intenciones. Leopoldito hizo de las intenciones acción y puso manos a la obra.

En 1876 creó con un grupo de inversores la Asociación Internacional Africana, que en 1879 financió la expedición al río Congo, en el centro-sur del continente africano. Desde esas fechas en adelante el mundo supo que el rey de los belgas conducía una desinteresada cruzada humanitaria: llevar la fe cristiana y la civilización a esa manga de salvajes.

Estratega sin igual en relaciones públicas, Leopoldito invirtió mucho en publicidad. Periodistas adecuadamente incentivados con billetes cantaron las loas previstas. Diversas conferencias fueron brindadas a las que asistían dignatarios, intelectualetes y muchos sacerdotes católicos, ya que la iglesia apoyaba calurosamente la tarea de llevar el evangelio a los caníbales y tuvo una participación destacada, ya vamos a ver cómo.

El Estado Libre del Congo – nombre no exento de ironía en el adjetivo que lo compone – no constituía siquiera una colonia sino una propiedad personal de Leopoldito. Un territorio en forma de cuadrilátero, similar al de la actual república del Zaire, con una estrecha salida al mar y un potencial de explotación impresionante: caucho, resina de copal, diamantes, marfil y otros tantos bienes de los que esos negros no tenían ni la menor noción.

Bien, hacia 1890 empezaron a oírse unas voces algo discordantes. El escritor norteamericano George Williams, el belga Edmund Morel, representante de una compañía naviera en Bélgica y el entonces cónsul británico Roger Casement (más tarde resistente irlandés fusilado por la corona) empezaron a denunciar que el mayor beneficio que podía esperar un nativo en esos momentos era vivir un día más. Se levantó una polémica internacional con diversas acusaciones, se escribieron toneladas de estupideces acerca del valor de la civilización occidental, se lanzaron campañas de difamación... pero la verdad llega. Tarde. Pero llega.

El famoso Estado Libre del Congo era un gigantesco campo de concentración. Los historiadores más serios calculan que entre cinco y diez millones de nativos fueron exterminados. Pueblos enteros eran masacrados si no cumplían con las cuotas de producción. La tortura era no la excepción sino la regla, métodos didácticos para aumentar los beneficios fueron empleados generosamente: corte de manos, pies o brazos a quienes no demostraran el debido amor al trabajo, latigazos, tortura y asesinato de niños frente a padres retobados, en fin: la civilización occidental y cristiana.




Para llevar a cabo esta sublime cruzada Leopoldito organizó un ejército de mercenarios llamado Force Publique, compuesto por cuanto lumpen paseara por Europa interesado en hacerse unos mangos. Se investía a esta basura blanca de un uniforme de oficial y se los mandaba de cacería a reclutar nativos, que pasarían luego a ser soldados forzados.

Como dato histórico: algunos de los reclutas negros de la Force Publique se rebelaron y formaron una guerrilla que estuvo activa hasta 1908. Se cobraron la vida de algunos soldados y de quince oficiales blancos. Quince muertos europeos. Resalto este dato para que puedan intervenir inmediatamente las almas bellas que aborrecen la violencia, los poseedores de esa moral superior que nos enseñan que la violencia es mala venga de donde venga, y que no soluciona nada. Quince muertos, quince vidas humanas: horroricémonos, por favor.

La iglesia católica tuvo su papel también; vamos, que no podía faltar. No sólo no denunció jamás esta bestialidad sino que participó activamente. Con piadoso espíritu humanitario sacerdotes católicos crearon colonias infantiles para huérfanos. Y efectivamente: albergaban huérfanos; cuando la Force Publique arrasaba un poblado, los niños sobrevivientes eran llevados a las colonias infantiles en las que eran sometidos a latigazos y golpes, privados de su identidad, costumbres y creencias, adoctrinados sin escrúpulos en la fidelidad a la iglesia y a Leopoldito, y eventualmente destinados a la propia Force Publique. Las condiciones de vida en estas piadosas colonias se expresa elocuentemente en su tasa de mortalidad, que rondaba el 50%. Bienaventurados los niños.

Pero no todas fueron cosas malas: Leopoldito organizó en 1897 la Exposición Universal de Bruselas, entre cuyas atracciones destacaba la reproducción de una aldea congolesa para cuyo montaje se trajeron 267 nativos que conformaron un simpático zoológico humano para europeos.

Pero ya en 1906 la cosa se puso muy densa. Mucha protesta internacional, mucho lío. Así que Leopoldito le cedió el territorio al estado belga, no sin antes hacerse pagar numerosas indemnizaciones. Este pase de manos fue una verdadera suerte, ya que significó una real mejora en la situación... del estado belga, claro. De los africanos no, la cosa siguió para ellos más o menos igual. Bueno che, al fin y al cabo ¿qué quieren? ¿hoteles cinco estrellas?

El Congo obtuvo su independencia recién en 1960. Pero casi un siglo de barbarie sobró para destruir la cultura, las instituciones y las relaciones sociales de los africanos. Aún así de las primeras (y hasta el 2006 únicas) elecciones democráticas que tuvo el maltratado país surgiría un primer ministro brillante, honesto y antiimperialista (perdón por el arcaísmo): Patrice Lumumba, que intentaría hacer de la independencia política del Congo una realidad. Pero claro, ante semejante insolencia intervinieron ¿a que no adivinan quiénes? los belgas, y ¿a que no adivinan quiénes más? los yanquis para entregarlo a un sátrapa brutal que lo mataría luego de torturarlo salvajemente y gobernaría el Congo por muchas más felices décadas de miseria y represión.

Hoy los occidentales no gobiernan África directamente – cuestiones de imagen – sino que dejan eso a dictadorzuelos, aventureros o carreristas locales bien pagos. Las multinacionales siguen ahí, llevándose lo que no les pertenece a precios de risa y dejando exhausto hoy un continente, mañana el planeta.

Mucha gente piensa que a los africanos "hay que ayudarlos". Incluso que "los estamos ayudando", y que lo que pasa es que los grones son un poco tontitos. Nadie dice que no es ayuda lo que necesitan, que no son subnormales, sino que simplemente son pueblos oprimidos a los que se los deja sin nada y luego se los culpa por no tener idea de lo que es un iPod.

Los medios – algo han aprendido – lo hacen hoy más sutilmente que ayer. Un imbécil de anteojos naranja y ojitos chiquititos hace ruido, aparece en la pantalla gigante como su ego y convierte los antiguos té canasta de beneficencia que organizaban las señoras bien en conciertos de rock que bailan los chicos bienpensantes. La máquina comercial detecta que nuestra conciencia podría despertarse, así que corre a administrar el somnífero, anunciando sin vergüenza el "día que la música cambió el mundo" y exhibiendo obscenamente a un chico desnutrido con el objeto de hacernos creer que algo pasa. Y elegimos creer.

Porque creer es indispensable cuando la conciencia está muerta.

-o-

Quien se interese por conocer más datos sobre el robo sistemático en el Congo puede consultar – entre varias obras – el libro del historiador Adam Hochschild El Fantasma del Rey Leopoldo, o en plan más literario, El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad, que también estuvo allí.

27.3.07

Ajedrez II: Un estudio elegante

No sé cuántas de las personas que pasan por este blog tienen como yo berretines ajedrecísticos. Hasta ahora he publicado un sólo post que puede accederse mediante el cómodo menú que hemos inaugurado a la derecha de su pantalla, señora.

Ahora bien, el siguiente es un estudio compuesto por Troitzki... no, no Lev Davidovich, ese no. Este es Alexei Troitzky, uno de los mejores teóricos y compositores de finales en ajedrez. Murió en el sitio de Leningrado, a causa del hambre, donde se perdieron muchos de sus papeles y notas. Viendo esta obrita es imposible no lamentarse:

Juegan las blancas y ganan.

Lo más llamativo de este estudio es la economía de recursos. Las blancas ganan con muy poco material sobre el tablero, tan poco que "tablas" parece la sentencia obligada.

Bien, no. Hay un modo de ganar.

¿La solución? Si alguno da con ella puede mandármela. El primero que lo haga será obsequiado con una botella de vino Rioja tintorro español que pienso llevarme a Buenos Aires en abril.

En el
post ajedrecístico precedente expongo la solución en un tablerito móvil que me quedó muy monono, fíjense.

À la santé et aux échecs.

20.3.07

Más "perspectivas de género"

Y si, no puedo con mi genio:

En Ginebra, Suiza, una mujer divorciada recibe de su ex-marido una pensión alimenticia de 1600 francos suizos mensuales, que equivalen a 990 euros (igual a o más de lo que gana un laburante en varios países europeos).

Esta situación es muy común en muchos países, también del tercer mundo, en el que un varón debe pasar a su ex mujer una pensión alimenticia.

Como todos sabemos, recibir dinero sin mover un dedo se denomina "esclavitud".

Lo gracioso de
este caso es que el hijo... no es del padre. Pero ojo: tampoco es el único.

¿Alguien con ganas de hacer una colecta? No para el tipo, claro, que es sin duda un macho opresor, sino para la pobre esclava de su mujer.

17.3.07

Post auxiliar al debate "La mujer oprimida"

Hace un par de posts que se desató un debate sobre el volátil tópico feminista con el amigo Dolmancé, el problema es que - como siempre - la discusión se fue al carajo respecto del tema del post.

Como Dolmancé es insistente, y yo también, transcribo los dos últimos planteos que nos hemos tirado por el marulo, el que quiera y tenga paciencia para consultar el laaaaargo debate previo pase por aquí. Y de ahí en adelante viene esto, antençao:

- Dolmancé:

Sobre la distinción femenino / masculino, si me disculpan, voy a citar a Andrea D’Atri, porque lo pone en palabras mucho mejor que yo:

[…] sostenemos que el género es una categoría histórica y relacional. No se trataría de un atributo ontológico sino instrumental. Es decir, el género comprende al conjunto de las conductas que se construyen socialmente sobre la diferencia sexual y que hacen que mujeres y varones se comporten femenina o masculinamente. Funciones y características asociadas imaginariamente al sexo conformarían el género femenino y/o masculino. Pero esta diferenciación encierra asimismo la trampa de una jerarquización, es decir una valoración positiva y/o negativa asociada, de tales propiedades o conductas. En este sentido, “... el género no es una categoría descriptiva sino una normativa que determina la posición social de las mujeres y de los varones.”. Coincidimos con J.Scott cuando plantea que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en las diferencias que se perciben entre los sexos, y es una manera primaria de significar las relaciones de poder”. Relaciones de poder que se aprehenden en la vida familiar, se experimentan asimismo en las diferentes instituciones por las que atraviesa el sujeto en su socialización y no son más que la reproducción distorsionada de la división entre dominadores y dominados que surca la historia de la humanidad desde la esclavitud hasta nuestros días.

Es decir, la construcción de los condicionantes es social: viene de afuera y ejerce sobre nosotros una coerción que nos predetermina.

Yo no quiero decir que el condicionante de género crea dos clases. Las mujeres integran diferentes clases sociales, no son una clase en sí misma. La plusvalía se crea por la explotación, no por la opresión. La opresión es una relación de sometimiento construida socialmente. Asimismo, me interesa la articulación entre explotación y opresión. La pertenencia de clase de alguna manera determina el nivel de opresión. Ejemplo: las mujeres que mueren por abortos mal realizados son pobres.

El hueco en la tesis de Marx y Engels con respecto a la cuestión de género es bastante evidente en La ideología alemana. Producción en la fábrica, reproducción en la familia. Te cedo que lo de natural y social fue una simplificación burda. Solo intentaba enfatizar para hacerme entender. El tema es más complejo. Se trata de intentar ver a las relaciones de género como relaciones de producción. Después vuelvo sobre esto.

Sobre los cuerpos sexuales entiendo que la autora se refiere a esa differentia specifica de la mujer en relación a la procreación. No es el hombre el que se queda en casa esperando a que la mujer vuelva para hacerle cumplir sus deberes de buen esposo. Es al vesre. De hecho, el hombre que viola la monogamia es considerado un winner por sus pares, mientras que la mujer que decide por su cuerpo y busca otra compañía sexual es reprendida (también por hombres). Nuevamente, el principio activo es el masculino. No está relacionado, al menos directamente, con la plusvalía. Plusvalía es explotación, y acá se habla de opresión.

Vos para explicar la prostitución te basás en leyes de oferta y demanda, como un gurú de la economía de libre mercado. Marx jamás hubiera imaginado semejante heterodoxia. La influencia de la oferta y demanda es muy limitada, y además tardía. No puede interpretarse como fundamento. El trabajo humano es el único patrón de intercambio.

¿Por qué todo lo que contribuye a la producción en el ámbito privado de la familia no es visto como trabajo? ¿Por qué el trabajo doméstico no es remunerado? Creo que nos acercamos a un acuerdo si lo consideramos también fuerza productiva.

Eso de que el trabajo dignifica, y que la guerra es honorífica, y que Freud cometió una “equivocación” da para debatir largo y tendido, pero si me permitís lo dejo de lado por ahora (a menos que digas que es esencial a lo que estamos discutiendo). Pero tomo nota, ¿eh?

Con respecto a la “doma por autohumillación”, hay 2 posibilidades

1. La mujer es consciente: Entonces decide deliberadamente hacerse la mosquita muerta para que el macho la sostenga. Esta concepción interpreta al rol femenino como un mundo interior, esencial. Me concederás que esta hipótesis es fácilmente descartable. Como la que sostiene la existencia de una esencia primitiva, rudimentaria, esa naturaleza cazadora que se enorgullece de la conquista atribuída al hombre.

2. La mujer no es consciente: Entonces es lisa y llanamente un parásito. Tomemos esto, por ahora, como si fuera así: La naturaleza de un parásito es la de vivir del metabolismo del organismo huésped. Solo se asegura su supervivencia, sin regular ni decidir por los procesos vitales del organismo huésped. Difícilmente podamos hablar de “doma”.

Entonces, siguiendo el razonamiento de Esther Vilar, podríamos decir que:

Un hombre sin trabajo es un desocupado.
Una mujer sin trabajo es un parásito que detenta un poder influyente sobre el hombre.
En cuanto a la comparación entre producción y reproducción me refiero a intentar reconocer al trabajo doméstico, al cuidado de familiares, y a la reproducción de la fuerza de trabajo como un trabajo. ¿Por qué no puede ser también socializado? ¿Por qué la producción de los medios de vida tiene más importancia, y subordina la esfera de la vida a una presuposición y a un resultado? Once again: Relaciones de género como relaciones de producción. Más que reproducción y producción, estaríamos hablando de vida y medios de vida.

Con respecto a un proyecto ideal de igualdad entre los géneros, o de eliminación de la carga de los condicionantes, podríamos hablar largo rato. Por supuesto que no es suficiente con la sola inclusión de la mujer al mercado de trabajo. En el total de trabajo necesario para la reproducción social también debería incluirse el trabajo doméstico, ámbito culturalmente femenino, que no es remunerado. El ideal justo debería ser inclusivo y beneficiar a hombres y mujeres. Tendría que permitir ambos sexos en cualquier trabajo, incluyendo el doméstico. Tendría que conceder igualitariamente el tiempo necesario para la crianza de los hijos sin distinguir sexos. La producción tendría que planificarse socialmente. Ahora, ¿cuál es el trabajo del futuro? ¿y cuál es el futuro del trabajo? Teóricamente, cuanto mayor composición orgánica tenga el capital, en cuanto se mejoren -con los adelantos tecnológicos-, las capacidades productivas… menos habría que trabajar (jornada de 3 horas, decía Luk@s). Y sin embargo… no parece ser así. Por otro lado, la inestabilidad laboral tiene actualmente niveles insospechados. El proyecto neoliberal abandonó el fordismo, que sedujo tanto al Estado benefactor como al proyecto socialista. Hay muchas muestras, a mi juicio, de que los condicionantes de género y clase, si bien se interrelacionan y potencian, tienen una naturaleza individual.

Y sí, creo que la división no es justa, pero me gustaría hacer un poquito de investigación estadística, antes de apresurarme a sostener cualquier hipótesis. Primero aclaro que no tengo suficiente formación metodológica para analizar a fondo estos números. Me guío instintivamente, y cuento con la ayuda de ustedes. Vamos a hacer un poco de sociología de entrecasa. Empiezo analizando algunos casos tomados al azar. Por supuesto, los invito a que ampliemos la muestra, pero por lo que estuve viendo, hay tendencias muy estables a nivel mundial. Veamos qué pasa, por ahora, en el ámbito económico y laboral.

En México:

En el 50% de las familias trabaja solo el hombre
En el 44% de las familias trabajan la mujer y el hombre.
En el 2% Sólo la mujer percibe ingresos
y en el resto ninguno de los dos.

De ese 44%:

En el 80% de los casos el hombre percibe más ingresos que la mujer.

Con respecto al trabajo doméstico, está subdividido en:

1. Cuidado de niños, ancianos, enfermos o discapacitados
2. Preparar los alimentos.
3. Lavar y planchar la ropa
4. Limpiar la casa

(Esto está ordenado de mayor a menor tiempo dedicado: no están para nada errados otros estudios que estuve leyendo cuando se refieren al trabajo doméstico como caring activities)

Mirando las estadísticas agregadas, el hombre invierte unas 9 horas semanales. La mujer 40. Este trabajo no es remunerado en absoluto.

(Fuente: INEGI, México, DF, Mayo de 2004)

Sigamos.

A nivel mundial, cerca del 46% de las mujeres mayores de 15 años no tienen ingresos, mientras que sólo el 21% de los hombres enfrenta esa misma situación.

El 90% de las jefas de hogar no convive con un cónyuge o pareja.
El 88% de los jefes de hogar sí convive con un cónyuge o pareja.

(Fuente: CEPAL, Unidad, Mujer y Desarrollo.)

Los hombres que mantienen el hogar tienen a una mujer que se ocupe de las tareas domésticas. Podemos suponer que las mujeres que mantienen el hogar también se encargan de las tareas domésticas, si es que no ponen a trabajar a sus hijos y parientes. Concentrémonos en esos jefes y jefas de familia que salen a trabajar. Con respecto a quién gana más:

Social Watch arroja la siguiente relación entre ingresos (mujer / hombre)

EEUU: 0.62
Argentina: 0.37

Por tomar solo dos ejemplos.

Yo diría que el hombre posee mayor autonomía. Y que a la mujer le cuesta mucho más lograr autonomía, participación, y posibilidad de decidir por sí misma. Las mujeres son frecuentemente trabajadoras domésticas no remuneradas, o tienen trabajos temporarios part time, o en el vulnerable sector informal. Los hombres tienen trabajos más estables y de mayor jerarquía. Las mujeres pasan muchísimo más tiempo que los hombres en trabajos no remunerados. Según la UNECE, a veces más del doble (en Europa y Asia Central). El rol reproductivo de la mujer y la discriminatoria desvalorización del trabajo de la mujer respecto del trabajo del hombre inciden sobre esto. No parece que estemos en condiciones de hablar de mujeres parasitarias. Haciendo números… ¿cuántas Amalita Fortabat habrá? ¿Qué tan representativo es su caso?

Podemos echar un vistazo al estudio Gender In Transition, hecho por el Banco Mundial. A grandes rasgos, encontramos:

Desigualdad en el mercado laboral.
Desigualdad en la educación *
Desigualdad en el acceso a la Salud.

* (mechamos un dato del PNUD: Las niñas constituyen el 70% de los 130 millones de niños que no asisten a la escuela)

Pero sigamos con el aspecto económico / laboral. El desequilibrio de pagos, según este estudio (hecho en países de Europa y Asia Central), se explica de la siguiente manera:

1. Gap en capital humano: tiene que ver con la disponibilidad de trabajadores de acuerdo con las características productivas.
2. Diferentes preferencias según género.
3. Franja sin explicar

Los datos muestran que la franja sin explicar (3) es la aplastante mayoría: los hombres ganan más que las mujeres, invariablemente, y no hay ninguna explicación. Las razones hay que buscarlas en los aspectos culturales. ¿Dónde sino?

El trabajo de la mujer se devalúa: está pobremente pago y es altamente vulnerable. Sufren de falta de oportunidades en el sector formal y se inclinan al sector informal. El trabajo informal (en Argentina, el 54% de las mujeres que trabajan, actualmente, lo hacen en negro) está más cerca de casa y permite a las mujeres hacerse cargo a la vez de sus responsabilidades familiares. La transición a la participación de la mujer en el mercado laboral está significando una desventaja para éstas. De los números se puede inferir esta tendencia. El desempleo femenino está muy por arriba del masculino. El trabajo doméstico no remunerado es un recurso que podría valorizarse en términos monetarios. Pero en la realidad esto no es así.

Me parece que generalizar a partir de Amalita Fortabat es incurrir en la falacia del accidente inverso.

Las estadísticas sugieren que la participación femenina en un mercado laboral cada vez más desregulado no es suficiente para garantizar la igualdad entre los géneros en el contexto de una sociedad donde el cuidado de familiares (como principal actividad doméstica) sigue siendo una responsabilidad primaria de las mujeres, y donde las mujeres son consideradas trabajadores de segunda.

Sobre la cuestión de género se habla mucho y se hace poco. Y no forma parte de ninguna agenda política (que yo sepa).

- Respuesta de un servidor:

Con D’Atri, coincidencia hasta cierto punto, pero a mi esos estudios me parece que caminan por la cornisa del esquematismo. El ser humano es un ser cultural, todo lo que hace esta penetrado por la cultura. La distinción entre cultura y naturaleza no puede hacerse de manera esquemática. Comer, copular, comunicarse, luchar, son actividades que el ser humano realiza con influencia de la cultura. Intentar explicar qué es cultural y qué no lo es es imposible porque el ser humano no existe sin su cultura.

Por otra parte, y esto ya se dijo, el feminismo toma cualquier aspecto de la cultura para denunciar « opresión ». Cualquiera es eso: cualquiera, y nadie denuncia ese discurso como lo que es: una idiotez.

Las leyes de la oferta y la demanda no son inexistentes. Están distorsionadas pero no anuladas, y dependiendo mucho de la actividad que se realice la ley de la oferta y la demanda puede ser aplicable, no para describir el todo de un comportamiento económico pero si parte del mismo. Y en este caso no se trata de un comportamiento económico sino social.

¿Por qué todo lo que contribuye a la producción en el ámbito privado de la familia no es visto como trabajo? ¿Por qué el trabajo doméstico no es remunerado?

Te respondo: el trabajo doméstico sí es remunerado. La mujer tiene por ley derecho a la mitad de los ingresos del varón ya que los bienes adquiridos en matrimonio son gananciales. Esto mientras estén casados, cuando se divorcien la mujer cobrará la pensión de su ex. Y existen casos en que la mujer cobra en ambas instancias.

Y de nuevo: comparar el trabajo doméstico con un trabajo de verdad es un chiste. Yo mismo en estos momentos estoy desocupado, por lo que hago el trabajo doméstico mientras mi mujer tiene la responsabilidad de ganar el sustento. Muy caradura tendría yo que ser para considerar mi situación como « oprimido ». Y efectivamente nadie me ve así, pero sólo porque no soy mujer. Si lo fuera ya podría salir a gritar a la calle lo oprimida que me siento, cuando en realidad la casa está impecable y tengo un montón de tiempo libre.

Por favor: dejémonos de joder con el trabajo doméstico, en serio.

Con respecto a la “doma por autohumillación”, hay 2 posibilidades

1. La mujer es consciente: Entonces decide deliberadamente hacerse la mosquita muerta para que el macho la sostenga. Esta concepción interpreta al rol femenino como un mundo interior, esencial. Me concederás que esta hipótesis es fácilmente descartable. Como la que sostiene la existencia de una esencia primitiva, rudimentaria, esa naturaleza cazadora que se enorgullece de la conquista atribuída al hombre.

2. La mujer no es consciente: Entonces es lisa y llanamente un parásito. Tomemos esto, por ahora, como si fuera así: La naturaleza de un parásito es la de vivir del metabolismo del organismo huésped. Solo se asegura su supervivencia, sin regular ni decidir por los procesos vitales del organismo huésped. Difícilmente podamos hablar de “doma”.


El debate sobre la consciencia o no es inconducente. Determinar el nivel de consciencia de actores sociales es caer en un reduccionismo absurdo. La pregunta sobre si « la mujer » es consciente o no olvida que « la mujer » en este caso es un actor social, por lo que los niveles de consciencia son muy variables.

Voy a plantear un caso extremo para ilustrar (no comparo situaciones, simplemente deseo plantear la mecánica de tu postulado): en el III Reich frente a la masacre de judíos habría alemanes conscientes que se cagaban de risa de los judíos e iban a golpearlos y denunciarlos, habia alemanes que justificaban, había alemanes que miraban para otro lado, etc. etc. Habia tambien alemanes conscientes que actuaron con dignidad, renunciando a sus privilegios relativos y arriesgándose.

¿Tiene sentido preguntarse si « los alemanes » tenían o no consciencia ? No tiene ninguno porque el sujeto « los alemanes » implica a mucha gente.

Lo que vos planteás es exactamente un esencialismo : si « la mujer » es o no es consciente. La respuesta es que las hay conscientes, las hay no conscientes, las hay difusamente conscientes, las hay que no lo piensan demasiado. Pero la realidad es que a la hora de divorciarse todas se quedan con la casa, todas se quedan con la pensión, todas se quedan con la tenencia de los hijos. Salvo algunas poquísimas minas dignas que reconocen esta situación como injusta, que son las menos. Pero ni esto es realmente el problema.

Tu segundo párrafo es un sinsentido: aplicás arbitrariamente el término « parásito » (que yo no uso) y luego saltás al sentido biológico del término para demostrar lo absurdo de mi tesis alegando las diferencias entre una mujer y una taenia saginata. Es tan original como absurdo.

Un hombre sin trabajo es un desocupado.
Una mujer sin trabajo es un parásito que detenta un poder influyente sobre el hombre.


Esto siempre y cuando tengas la amabilidad de no omitir el nada menor dato de que « mujer desocupada » y « hombre desocupado » son situaciones bien distintas a menos que ambos sean solteros. Si están casados entonces una mujer « desocupada », como ya lo dije unas trescientas veces, comparte los ingresos del marido. Si es divorciada tiene una pensión. Si el hombre es desocupado simplemente no cobra nada y se muere de hambre.

En cuanto a la comparación entre producción y reproducción me refiero a intentar reconocer al trabajo doméstico, al cuidado de familiares, y a la reproducción de la fuerza de trabajo como un trabajo. ¿Por qué no puede ser también socializado?

Yo coincido totalmente en que sea socializado es más, y lo cito sólo a modo ejemplo, porque sé de qué hablo: yo practico dicha socialización y no soy el único que lo hace.

Pero creo que es facilísimo ver que para que esto ocurra tiene que darse una simétrica reducción del tiempo que el varón tiene que pasar fuera del ambito doméstico. No hay que ser ningún genio para ver que es absurdo exigirle a un tipo que labure 8 horas y más por día para una mujer que no trabaja, y luego encima tenga que compartir las tareas domésticas. A ver muchachos: no cierra.

Para que el hombre pase más tiempo en su casa, entonces tendría que tener una participación en el mercado laboral menor, más o menos como la que tiene la mujer. Para repartir las cargas en un ámbito es necesario repartirlas también en el otro. Y por supuesto – repito – los derechos sociales deberían también ser democratizados para que el varón tenga la posibilidad de pasar los primeros meses o años con sus hijos un tiempo que le permita desarrollar estas tareas, situación de la que estamos lejísimos.

Si lo que se quiere plantear desde el feminismo es que el varón deba vincularse a lo doméstico laburando lo mismo que labura ahora mi respuesta es simple: no sean caraduras. Este aspecto - que es fundamental - es siempre cuidadosamente omitido por el feminismo.

Ahora pregunto yo ¿Por qué otras tareas – que he mencionado otros tantos miles de veces sin respuesta - no pueden ser asimismo socializadas ? ¿Por qué está prohibido siquiera hablar de socializar la limpieza de las calles o la conducción de trenes o las tareas en una mina desde una perspectiva de género?

Mi pregunta tiene más fuerza si consideramos el hecho de que mientras la participación en las tareas domésticas no es algo ajeno 100% al varón, ya que conozco muchas familias en las que el varón participa del ámbito doméstico, no pasa lo mismo en estas tareas que menciono, donde la participación femenina es del 0%.

Vamos a las estadísticas, y te pido repares en la enorme cantidad de puntos débiles que presentan:

En México:

En el 50% de las familias trabaja solo el hombre
En el 44% de las familias trabajan la mujer y el hombre.
En el 2% Sólo la mujer percibe ingresos
y en el resto ninguno de los dos.

De ese 44%:

En el 80% de los casos el hombre percibe más ingresos que la mujer.


Esto significa que en el 50% de las familias el hombre trabaja y la mujer no, ¡perdón! hace trabajo doméstico. Analicemos este trabajo:

1. Cuidado de niños, ancianos, enfermos o discapacitados

Poner todo esto en la misma bolsa no es muy riguroso. En la enorme mayoría se trata de niños, y no todos los niños requieren el mismo tiempo: a partir de una edad muy temprana un niño pasa un tercio del día en la escuela, las guarderías, los jardines de infantes, etc. que cumplen parte de este trabajo.

Es evidente – como ya dije anteriormente - que para cuidar los niños un tiempo considerable es necesario no ocupar ese tiempo trabajando fuera de casa. Reclamar un salario por el hecho de cuidar los niños que uno trae al mundo me parece éticamente un poco rengo, pero consideremos que – dependiendo del país – existen una cantidad de ayudas familiares por hijo.

En los países de Europa hay ayudas muy considerables, así que nuevamente considerar ese trabajo no remunerado es en buena medida falso (y si - repitámoslo por enésima vez - sabemos que el salario del marido es compartido por la mujer, entonces es falso por completo).

Alguien objetará que estas ayudas familiares sólo son significativas en el primer mundo y que en los países del tercer mundo son mínimas. Esto es cierto, pero no menos cierto que paralelamente la jornada de un hombre que trabaja en el tercer mundo dista muchísimo de ser unas asépticas 8 horitas, extendiéndose a 10, 12 o incluso 14. ¿Socializar el trabajo doméstico? Totalmente de acuerdo: reduzcamos entonces la jornada laboral masculina a límites sensatos con el aporte de la mujer. Ver sólo una cara del problema es sesgar el asunto.

Los ancianos que requieren cuidados especiales, los enfermos y los discapacitados son casos excepcionales, pero el planteo hecho en el párrafo anterior sigue siendo relevante.

2. Preparar los alimentos.
3. Lavar y planchar la ropa
4. Limpiar la casa


Preparar dos comidas al día lleva dos horas cuanto más. Lavar y planchar la ropa de dos personas lleva unas tres horas por semana, cálculo muy generoso, supongamos cinco horas para una familia con dos nenes. Barrer y pasar la aspiradora a un depto. de 74 m2 lleva una hora, y no es necesario hacerlo todos los días.

No olvidemos por favor que las reparaciones hogareñas también constituyen un trabajo doméstico que tradicionalmente hace el hombre: reparar los caños cuando gotean, cambiar el cuerito, arreglar la mochila del inodoro, cambiar la goma al auto, etc. etc. Digo, como para ponernos en plan fino.

Y todo esto sin considerar las veces en que la dueña de casa paga – con el dinero que gana su marido – a otra mujer para que haga ese trabajo, con lo cual el trabajo se convierte en remunerado de manera directa, pero atenti: la dueña de casa sigue siendo « oprimida » porque… porque… ehhmmm… porque sí.

O sea que habiéndome previamente objetado de manera furibunda que haya tomado en consideración « sólo a las mujeres que no trabajan » llamándolas Amalita Fortabat, resulta que... ¡se trata nada menos que del 50%! El 50% es la mitad de la muestra, Dolmancé. No entiendo, no veo, sigo sin captar por qué razón estas mujeres son « oprimidas » por tener que realizar (¡si es que tienen que realizarlas!) las terribles tareas domésticas, y el varón en cambio es un privilegiado por tener que ir al yugo todas las mañanas. Nadie lo explica, y mirá que venimos debatiendo largo ¿eh?

Si me atengo a tu posición estas mujeres son « oprimidas » porque sus maridos - al volver de trabajar seguramente mucho más de 8 horas al día - no se ponen a barrer el piso y hacer la comida. Es delirante, pero el discurso dominante lo sostiene.

Prosigamos: en el 44% de familias trabajan ambos, pero « trabajan ambos » es un poquitín mentiroso: « trabajar » es trabajar 8 horas o más por día toda la vida. En muchos casos la mujer trabaja sólo medio día, o sólo temporalmente, o las dos cosas.

Mirando las estadísticas agregadas, el hombre invierte unas 9 horas semanales. La mujer 40. Este trabajo no es remunerado en absoluto.

Otra bonita forma de manipular las estadísticas, pregunto de capcioso nomás: ¿las 9 horas se refieren al total de los hombres o sólo a aquellos con mujeres que también trabajan?

Porque vamos a ver: si comparamos las horas domésticas de todas las mujeres contra las de todos los hombres olvidarse de que el 50% de las mujeres no trabaja fuera de casa es simplemente hacer trampa, muchacho.

Exigirle a ese 50% de hombres con mujeres que no trabajan que encima hagan las tareas domésticas es querer convertirlos en esclavos tiempo completo, flaco: andá a laburar, ganá el mango, bancate al verdugo de tu jefe y cuando vuelvas por favor barré y preparame la comida porque si no soy una oprimida ¿vistes? Por favor, un poquito de sensatez ¿puede ser?

Lo que hay que demostrar para hablar de « opresión » es que ambos trabajen lo mismo fuera de casa y que en ninguno de estos casos el hombre haga absolutamente nada dentro de ella, cosa que pongo seriamente en duda. Los matrimonios que conozco - por mi mera experiencia personal – en los que ambos trabajan, ambos comparten asimismo las tareas domésticas.

Y lógicamente en la medida en que uno de los dos pase fuera del hogar más tiempo, es perfectamente lógico (para mí, no sé, aclárenme si estoy loco) que el peso de las tareas domésticas recaiga sobre el que no trabaja o trabaja menos. No entiendo qué clase de « opresión » estamos discutiendo aquí. Lo de que ese trabajo no es remunerado ya está refutado veinte veces.

En el 2% en el que sólo la mujer percibe ingresos los hombres- demás está decir - son vistos por la sociedad no como oprimidos sino como proxenetas.

Sigamos:

A nivel mundial, cerca del 46% de las mujeres mayores de 15 años no tienen ingresos, mientras que sólo el 21% de los hombres enfrenta esa misma situación.

El 90% de las jefas de hogar no convive con un cónyuge o pareja.
El 88% de los jefes de hogar sí convive con un cónyuge o pareja.


Interesante, ¿y esto cómo se lee? Significa que las mujeres que no están casadas – esto es: están liberadas de la brutal opresión masculina - tienen que salir a trabajar en un 90%. El término « jefe/a » es bastante mentiroso también, porque « jefe » es quien manda, mientras que aquí se usa para designar a quien debe ganar el mango, y no es lo mismo.

Social Watch arroja la siguiente relación entre ingresos (mujer / hombre)

EEUU: 0.62
Argentina: 0.37


Dolmancé, alguna vez por cuestionar estas estadísticas me llamaste gratuitamente « tilingo » (¡todo un argumento!). Me voy a arriesgar nuevamente a que esgrimas argumentaciones así de precisas. Veamos cómo se elaboran estas estadísticas.

Una de las cosas que más me ha llamado la atención en el curso de mi vida profesional fue constatar que los salarios de hombres y mujeres en las empresas están más o menos igualados, mientras que en los medios he tenido que ver cómo nos martillean una y otra vez con el asunto de que las mujeres ganan menos.

¿Cómo se elaboran estas estadísticas? Muy simple: se toma la masa salarial total ganada por hombres, y la ganada por mujeres… y se compara. Y luego simplemente se establece esa diferencia como la brecha salarial por género.

Así, en estas estadísticas, las mujeres que no trabajan son consideradas « desocupadas » lo cual oculta el hecho de que son legalmente acreedoras de sus maridos que sí lo hacen. Oculta asimismo el hecho de que muchas mujeres trabajan medio día, o temporalmente porque tienen maridos que trabajan por ellas parte del tiempo, o parte de su vida.

Los puestos de alta dirección – con salarios mayores - suelen ser ocupados por hombres. Demás está decir que para llegar a ellos hace falta enfrentar una feroz competencia. Las mujeres de esos hombres no entran en la muestra, se considera que el dinero que ellos ganan les pertenece sólo a ellos, cuando no es verdad, las mujeres de esos tipos tienen derecho a la mitad de ese ingreso y viven de él.

Así los medios nos bombardean con el versito: ¡La mujer gana menos! Es lisa y llanamente mentira. La mujer recibe una proporción menor de la masa salarial sencillamente porque trabaja menos.

Lo que sí es cierto es que las mujeres que realmente quieren hacer de su vida algo más que « casarme y tener hijos », las minas cuyo sentido de la dignidad les hace querer ser independientes tienen a veces problemas para encajar en el mercado de trabajo.

La razón es sencilla: si un capitalista tiene que tomar para un puesto de carrera a una persona es muy probable que se decante por un hombre. En este cálculo no hay machismo alguno, ningún capitalista es tan bobo como para dejar de contratar a alguien eficiente sólo por una solidaridad de género. Al capitalista lo que le importa es la ganancia y punto. Pero como en nuestra sociedad el hombre es el que lleva el peso mayor de la responsabilidad en el sustento del hogar, es lógico que un capitalista opte por quien tiene menos posibilidades de elegir.

Tus estadísticas, Dolmancé, indican que justamente quien menos autonomía tiene es el hombre: ninguno puede zafar de tener que trabajar, sólo el 2% es mantenido por una mujer. Un capitalista se decantará lógicamente por quien las estadísticas indican que tendrá que trabajar toda la vida; el capitalista no puede saber si está frente a una mujer que realmente quiere trabajar toda su vida, o una mujer que trabaja temporalmente con la idea de pasarse al 50% de mujeres que no trabajan ni bien su marido gane lo suficiente.

Ese 50% de mujeres no son Amalitas Fortabat, son simplemente acreedoras a un salario que gana otra persona para ellas. Tienen (¡cuando tienen!) que hacer un trabajo doméstico que lleva mucho menos tiempo y es mucho menos stressante que el que hacen sus maridos.

Pero nada de esto importa: son « oprimidas » y lo serán por siempre aunque sea imposible precisar exactamente por qué.

-o-

Bien, la idea es seguirla desde acá. Quienes quieran participar y gritar sus verdades, bienvenidos.

Salud.

11.3.07

Macedonio


Creía yo

No a todo alcanza Amor, pues que no puede
romper el gajo con que Muerte toca.
Mas poco Muerte logra si en corazón de Amor su miedo muere.
Mas poco Muerte logra, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.

Macedonio Fernández. Poemas, 1953

Poema responsable de una de esas fugaces y perdurables magias, en algún momento en que yo era chico.

Verlo en Wikipedia con una traducción al inglés espantosa me hizo intentar mejorarla, junto al original que tenía - entiendo - ciertos errores (el mucho más prosaico "porque no puede" en lugar de "pues que no puede").

No sé si me la aceptarán, es ciertamente más eficaz que la que había, pero seguramente no deja de ser lamentable:

I Believed

Love reaches not all, for it can not
break the shoot Death touches with.
But little Death gets
if in heart of Love its fear dies.
But little Death gets, since it can not
put its fear into chest where Love.
Since Death rules Life; Love rules Death.

Se me ocurrieron varias cosas, como que "in heart of Love" preserva mejor la cadencia del original castellano que el demasiado sajón "in Love's heart", y otras aún menos valiosas.

A veces, nada tan agradable como el irresponsable diletantismo.

6.3.07

18 de febrero de 1977 - Operación Gaviota

El 8 de noviembre de 1939, en la cervecería Bürgerbräukeller, Fito Hitler iba a dar su histérico discursito celebrando el famoso putsch de Munich de 1923. Por cuestiones de agenda empezó a vociferar media hora antes de lo previsto, y se retiró a las 21:07.

Una lástima.

En una de las columnas, la más cercana al palco, había una bomba, que por desgracia estallaría tarde. La bomba fue puesta por un obrero carpintero: Georg Elser. Las crónicas lo definen como un modesto simpatizante del Partido Comunista Alemán.

Probablemente Elser sabía que matar a Hitler no iba a acabar con el régimen nazi, pero que sería útil para demostrar que los nazis no eran invencibles, que había aún resistentes dispuestos a pelear.

Georg Elser sería apresado y largamente torturado por la Gestapo. Y muerto años después en Dachau. Hoy se lo conmemora en Alemania y se lo mantiene lejos del pozo del olvido.

El 18 de febrero de 1977, el avión Tango 01 carreteaba por la pista de Aeroparque. Dentro iban el genocida Videla, el vendepatria Martínez de Hoz, la cúpula militar y toda la mugre junta.

Hacía varios meses un grupo del ERP había notado que debajo de la pista de Aeroparque pasa el arroyo Maldonado. Con este dato idearon un plan que desafiaba ampliamente a las probabilidades: la colocación de una bomba que hiciera volar el avión presidencial.

La operación no tenía nada de sencillo: se trataba de pasar varios cientos de metros de cables (bajo tierra es dudosa la eficacia de un control remoto), colocar la carga en el techo del túnel debajo del punto exacto en el que pasaría el avión y montar un puesto de observación para indicar el momento justo en el que pasara el aparato, todo esto con la represión prácticamente encima. El ingenio y la audacia de los compañeros no indicaban ninguna predisposición a rendirse.

Estudiaron los planos de la red pluvial, perforaron el piso de una citroneta y se colocaron sobre una boca de tormenta por la que descendieron, navegaron por el Maldonado hasta el punto exacto y comenzaron el trabajo.

Luego, la espera. Varias veces se abortó la operación por mala visibilidad (había que estar seguro del avión para no causar una tragedia), cambio de planes, etc. Se mantuvo la operación con disciplinada paciencia a pesar de que el tiempo siempre juega en contra, ya que cada día que pasa pone al plan en riesgo de ser descubierto.

Entre el montaje y la espera pasaron varios meses tenaces y tensos, hasta el 18 de febrero de 1977.

Cuando el Tango 01 llegó al punto exacto el observador dio la señal y se accionó el detonador. Y como en 1939, la suerte estuvo otra vez del lado de los hijos de puta.

Estalló sólo una de las cargas, la menor. El avión recibió una perdigonada de hormigón que surgió del cráter súbito que se formó en la pista, osciló y se balanceó, pero no cayó.

Otra lástima.

El pasado 18 de febrero se cumplieron treinta años de este acto de resistencia. Lo poco que sabemos del principal responsable y cerebro de esta operación es que se llamaba Alberto Strejer. No sería apresado a causa de este acto, pero sí más tarde. Porque Alberto Strejer continuaría – como otros compañeros – peleando.

Mientras tanto los amantes de la democracia, la paz y los bolsillos llenos rendían pleitesía a Videla, ponían ministros y funcionarios a su servicio y se mostraban como verdaderos atletas del acomodo y el doblez en medio de la dictadura más sangrienta de nuestra historia.

El que borronea estas líneas ha sido más de una vez objeto de insultitos, chicanas y miserias diversas por el modesto hecho - imperdonable para algunos - de recordar y reivindicar a gente como Alberto Strejer. Las asumo y hasta las agradezco.

Estas pobres muestras de hostilidad resentida, más que un ridículo precio a pagar constituyen una satisfacción en la tarea de rescatar a Alberto Strejer y a otros tantos compañeros del pozo del olvido.