24.9.06

Julio Lopez



Los hechos son estos:

Hace ya décadas que en Argentina un extraño poder parece proteger a torturadores, asesinos y escoria de este tipo. Juzgarlos y mandarlos a la cárcel parece ser una tarea titánica que requiere no ya la simple intervención del estado de derecho sino la constante movilización de organismos de DDHH, esforzados militantes, gente que gasta enormes energías para exigir no otra cosa que una elemental justicia.

Durante el juicio – de esta dura forma conseguido – a uno de estos subproductos de la especie (un torturador malnacido con cuyo nombre no tengo ganas de ensuciar mi blog) quienes testificaron, asistieron o de alguna manera impulsaron el mismo fueron objeto de las consabidas amenazas anónimas, cartitas con letras pegadas, promesas de muerte, y demás. Todo aderezado con la clase de pobre morbo que estos ratones enfermos sufren en su cobardía y su odio (a una de las personas amenazadas le dejaron en el contestador ruidos de sesiones de tortura, etc. etc. y más etc. Y más.).

Y ahora un testigo, un ex detenido en un campo de concentración, un compañero, está desaparecido desde el 18/09.

¿Qué decir?

En principio nada. Cabe una posibilidad de que este hombre ya mayor haya sufrido alguna clase de choque emocional fuerte y ande perdido. La posibilidad cabe y personalmente espero que sea así y se acuse a la izquierda de hacer alharaca por nada, recibiré la acusación yo también con la boca cerrada.

Pero también cabe – y esto es lo importante: que quepa, que sea concebible – la posibilidad de que su desaparición sea el fruto podrido de la acción de estos hediondos. Del servilismo rabioso de estos delincuentes que, mirados con bastante asco incluso por sus empleadores de la gran burguesía, juegan sólo a sobrevivir y temer la acción popular.

Lo único que digo yo – y mi opinión aquí vale muy poco – es que si este último es el caso, ya va siendo hora de cortarla de una vez.

Ya demasiadas veces los militantes populares en Argentina son víctimas de amenazas, aprietes, violencia y asesinatos llanos. En mis épocas de estudiante he tenido que ver de cerca cosas de este tipo con demasiada frecuencia. Y entre la militancia la consigna siempre ha sido resistir, no caer en la provocación, persistir sin responder directamente sino con la movilización y la exigencia de justicia.

Así que muchas cosas se han dejado ya pasar, secuestros, torturas y muertes bajo el "estado de derecho" sin que la militancia de la izquierda en su conjunto (a la que nunca le ahorro críticas), difamada por los medios y pintada como la culpable de toda violencia real o imaginaria, haya respondido.

Pero veintipico de añitos de democracia deberían ser suficientes para lo mínimamente exigible: limpiar las calles de torturadores y garantizar no más Kostekis ni Santillanes muertos.

Y si no son suficientes, entonces habrá que preguntarse cuándo.

Porque el día que alguien se canse pero de verdad, el día que alguno se pudra ya de las amenazas y la violencia, el día que se decida que ya basta y que ya se tuvo pero más que suficiente, el día que un militante de la izquierda pierda ya esta increíble paciencia que los lleva a soportar desde hace décadas cualquier matoneada sin replicar, el día que se recurra al elemental derecho a la autodefensa activa visto y considerando que el "estado de derecho" parece más una expresión de deseos que otra cosa, ese día yo lo voy a lamentar sinceramente, porque la disciplina para saber resistir y persistir es importante.

Pero no voy a rasgarme las vestiduras por la vida y el bienestar de ninguno de estos criminales.

Buenas tardes.

PD: Pido a todos los que pasan por aquí que – si tienen un blog – publiquen el afiche. Se trata de una forma pacífica de responder a la violencia. Por favor, no lo ignoremos porque ignorar es tomar partido, y después no valdrá decir "Ay, es que yo no sabía nada".

21.9.06

El irracional ataca de nuevo



I Las fuentes

Respecto del post anterior tengo que confesar que cometí una travesura.

Quien escribe esta deshilachada colección de pavadas lee los diarios, pero no les cree demasiado,menos a los titulares, parte del diario pensada fundamentalmente para vender.

También quien esto escribe sabe que Ratzinger es muchas cosas, pero no idiota. Desde que vi los titulares dudé profundamente de que Ratzinger haya dicho lo que dijo en los burdos términos que los titulares se complacieron en reproducir. Así que hice lo que ustedes piensan que no: me fui a leer la famosa homilía que - por el blog o a mi mail - me han hecho llegar los lectores católicos que - extrañamente o no - tiene este blog.

Y me di cuenta de que si bien los titulares mienten y tergiversan con demasiada frecuencia, y que en este caso que nos ocupa tampoco deben haber reflexionado demasiado, la verdad es que lo que puse en el post se ajusta a la verdad. Como dije: no creo que a los diarios les haya importado un bledo, pero a mí sí, y luego de leer cuidadosamente me pareció perfectamente lógico postear tal como lo hice.

Claro, esperaba que se me tiraran encima con la objeción de las "fuentes", y así fue. Ahora entonces mando el análisis que a propósito omití.

II Lo que Ratzi sí dijo

Ratzinger textual:

"... Así terminamos con dos alternativas: ¿Qué existió primero? La Razón creadora, el Espíritu que obra todo y suscita el desarrollo, o la Irracionalidad que, privada de toda razón, extrañamente produce un cosmos ordenado en modo matemático así como el hombre y su razón. Esta última, sin embargo, sería entonces solo un resultado casual de la evolución y por lo tanto, al final, igualmente irrazonable.

Como cristianos decimos: ´Creo en Dios Padre, Creador del cielo y de la tierra´ –creo en el Espíritu Creador. Nosotros creemos que en el origen está el Verbo eterno, la Razón y no la Irracionalidad. Con esta fe no tenemos necesidad de escondernos, no debemos temer encontrarnos con ella en un ángulo ciego. ¡Estamos contentos de poder conocer a Dios! ¡Y tratamos de hacer ver a otros la racionalidad de la fe, como San Pedro nos exhorta a hacer en su Primera Carta!"


El parrafito es claro: Ratzinger afirma que las teorías que no contemplan a dios como fruto del orden universal son "irracionales" e incluso "irrazonables". Establece arbitrariamente que no creer en un individuo preexistente, dotado de una razón y creador del Universo es necesariamente creer en una "Irracionalidad". No lo dijo de manera tan bestia como titulan los diarios, cierto, pero lo dijo clarito.

Al hacerlo, puso una trampa retórica bastante ingeniosa: habló de Razón e Irracionalidad como si fueran entes preexistentes al orden del Universo, esto es, como si fueran fuentas alternativas del mismo. Así el orden universal tendría que ser fruto de una Razón preexistente de la cual es reflejo, o bien fruto de una Irracionalidad que lo creó por casualidad.

Y acá viene un debatillo interesante, me parece.

III La famosa Razón

Ratzinger habla de "Razón" e "Irracionalidad", pero omite que se trata de términos humanos. Ambos designan el acuerdo - o su falta - con determinado orden establecido percibido por el hombre.

En otras palabras, algo es racional o irracional siempre respecto de otra cosa, para llamar a algo "racional" tenemos que relacionarlo con un objeto, meta u orden. Por eso lo que para mí es irracional, para otra persona puede no serlo ya que esa persona actúa o piensa de acuerdo a un orden que yo desconozco. Si yo conociera ese orden, entonces - quizás - lo que esa persona hace o piensa dejaría quizás de ser irracional para mí.

Como siempre el problema de la fe es que comercia con conceptos del ultramundo, pero para hacerlo no tiene más remedio que acudir a las muy humanas palabras y a muy humanos conceptos emitidos por muy humanas personas. Y patina. El más fervoroso de los católicos (o los judíos, o los musulmanes) no deja de ser un humano como cualquiera. Habla en nombre de algo que nos trasciende como si tuviera alguna autoridad para eso.

Citar a dios, explicar el Universo, hablar de ángeles y arcángeles, todo esto sin rebajarse a probar nada de nada. Más aún: declarando toda prueba y toda razón como "inferior". Y claro, si no tengo pruebas racionales tengo que declarar que lo mío "va más allá", si no puedo imponerme con la razón, supeditémosla a la fe ¿Cuál fe? La mía, claro.

IV Ratzinger sintético

Ratzinger dice que negar a dios es poner en su lugar a una Irracionalidad. Esto es sencillamente tergiversar el pensamiento científico.

El pensamiento científico no abre juicios hasta no contar con pruebas, aunque puede aventurar teorías y confiar más o menos en la solidez de las mismas. En realidad el saber científico simplemente elige la teoría más sólida auque muchas veces no esté del todo probada, y es que "del todo" no existe. Para decirlo bobamente: no sabemos si mañana no nos saldrá una excepción a la ley de la atracción gravitatoria, ese día nos tendremos que poner a pensar qué falló, por ahora seguimos con la que tenemos.

Así que según nuestro ingenioso padre sin hijos quienes creemos en la Razón somos irracionales, todo porque no nos avenimos a aceptar ciegamente una razón preexistente que salió de la boca de los sacerdotes. Tal cosa, amigos religiosos, no está permitida por la buena lógica.

Hagan un esfuercito por entenderlo. Gracias.

Postdata: Una muestra de sobria racionalidad

Párrafo aparte merece esta tristísima respuesta:

"...Se los ve tan seguritos de su intocable verdad de apenas cien años... hasta parecen religiosos, che! Que no se diga!
Claro, es bravo cuando el axioma que hasta ayer defendimos con uñas y dientes muestra alguna que otra grieta... "


Esta pieza típica del rencor religioso es... típica, religiosa y rencorosa.

El odio religioso contra la Razón es de larga data. También esa costumbre de plantear las cosas en términos de infantil competencia: mi verdad, tu verdad, la mía es más verdadera que la tuya, ja ja ja mirá qué tonto, etc... Es un poco burdo, pero esperable. Y supongo que se trata de una deformación profesional: se la pasaron siglos arruinándole la vida a los pueblos con guerras entre religiones y creen que la Razón tiene el mismo objetivo que ellos han perseguido toda la vida: "ganarles".

Lo asombroso es que ese odio caiga en la perversa ceguera de alegrarse por las sombras que presenta el conocimiento científico, conocimiento que ha permitido - sin ir más lejos - alargar la esperanza de vida del autor de semejante brulote.

El tal autor se llama Hernán.

Así que te contesto, Hernanito:

No es raro que quieras ver en la ciencia el fanatismo que vos mismo ejercés; suponés que la ciencia persigue a tu dios, que por estos tiempos anda escondido nada menos que en el origen del Universo ya que la ciencia lo ha corrido de varios otros sitios, ustedes creen que con intención, me gustaría convencerte de que no.

El pensamiento científico no persigue a tu dios (como sí uds. persiguieron a la ciencia). Si me apurás quizás lo esté buscando. No es posible decirlo porque la ciencia no se propone encontrar o desmentir de antemano una afirmación, ni siquiera las de tu fe. Para el científico la verdad de una afirmación está en estricto acuerdo con el método utilizado para descubrirla.

Por eso no existe tal cosa como "nuestra verdad de cien años que defendemos con uñas y dientes", vos sos mucho más apto para esos entretenimientos. Lo que sí nos importa es el método, la forma de llegar a la verdad. Sabemos perfectamente que ignoramos muchas cosas; es que nosotros no tomamos atajos ni nos contentamos con iluminaciones y sabemos que todas nuestras verdades pueden ser cuestionadas en cualquier momento. Por eso la risa del religioso que se burla de nuestras incertidumbres nos da antes que nada lástima, porque nosotros no jugamos ese juego.

Reirse de las "grietas" que presenta una verdad científica es - te pido disculpas pero hay que decirlo - un ejercicio de estúpida barbarie. El sacrificio del investigador ha permitido cosas nada despreciables, como vacunarse o practicar transfusiones de sangre mientras la fe se oponía - ella sí con uñas y dientes y eventualmente fuego - a que el conocimiento se moviera hacia adelante.

Y que lo haga quien se mueve cómodamente entre el dogma de la inmaculada concepción y la creencia de que la carne y el pescado no se deben mezclar, es una caradurez más que uno se ve más bien tentado de dejar pasar resignadamente.

Pero igual te informo, por ahí algo se cuela: la ciencia sabe perfectamente que todas y cada una de sus verdades presentan no una sino miles de grietas. Eso no preocupa al espíritu científico más que para intentar avanzar. El hecho de que la Verdad no sea alcanzable es - dialécticamente - el mayor impulso que experimentamos hacia ella.

El Zen dice: "Más importante que dar en el blanco es tirar correctamente". Frente a esto la "verdad" es casi secundaria: un método correcto puede fallar una vez y dos, pero a la larga permite conocer. ¿Realmente creés que importa al científico encontrar grietas en sus teorías? Las grietas son lo más esperable, sin ellas no habría ciencia.

Quien quiere ignorar las grietas porque les tiene terror es precisamente el religioso, de ahí que las uñas y los dientes del sacerdote y el fanático que lo secunda estén más que gastadas.

En otras palabras: aún si con tu fe dieras en el blanco, la Razón dice que no tirás correctamente. Si tirando correctamente encontramos un día a tu dios, yo estoy dispuesto a reconocerlo, e incluso aprovechar para hacerle más de cuatro preguntas.

Porque para buscar la Verdad hay que entender primero que no se la tiene, y eso no es vergüenza. Vergüenza es no buscarla, cosa en la que alegremente coinciden el fanático (porque ya la tiene) y el cínico (porque no existe).

Como ves, Hernanito, vos sos mi enemigo, pero yo no soy necesariamente el tuyo.

Salud a todos. Y a usar la cabecita, que no se gasta.

16.9.06

Somos irracionales, admitámoslo.

El amigo Ratzinger acaba de calificar la teoría de Darwin de... irracional.

No... no... es demasiado fácil. Como cuando te preguntan si tu viejo es un mono y esas delicias del ingenio religioso.

Dejémosla pasar.

Total, si no se dan cuenta solitos...

4.9.06

Tres arqueros (cuento chino)



El Emperador Foo Kyu necesitaba un arquero, el mejor que hubiera tras la Gran Muralla, para cuidar de su persona y del Celeste Imperio.

Llegaron tres candidatos: el Arquero Rojo, el Arquero Negro y el Arquero Blanco que se postraron ante el Emperador y Foo Kyu les habló así:

- Escuchadme con atención, oh insectos molestos. Necesito que me hagáis una demostración de las habilidades que os hacen los mejores arqueros del Celeste Imperio. Pero lo que quiero no es simplemente una demostración práctica sino que además deseo me expliquen: por qué tiran como tiran, qué técnica utilizan y el fundamento de las acciones que desarrollan ¿Capito?

- Sí majestad. Nosotros, despreciables gusanos del barro, haremos exactamente lo que dices - dijeron a coro.

Una vez en el campo de tiro, se adelantó el primer participante.

El Arquero Rojo se preparó. Con un fluido movimiento de su brazo extrajo una flecha y la insertó en la cuerda. Sin detenerse y sin temblar en lo más mínimo sus músculos tensaron el arco y luego de una breve pausa sus dedos se abrieron repentinamente. El disparo fue recto, preciso y lineal. Blanco perfecto.

Los cortesanos se reunieron ante la flecha clavada en el centro puntual de la diana poniendo esas caras de asombro que saben poner los chinos (ojos abiertos que casi parecen occidentales, boca haciendo una "O", repetidos asentimientos de cabeza e inclinaciónes del tronco mirándose alternativamente entre ellos). Pero el Emperador, sin dejarse impresionar, se dirigió fríamente al Arquero Rojo y le habló así:

- Sin duda ha sido un buen tiro, pero yo quiero saber qué es lo que lo ha hecho un buen tiro, y quiero que lo expliques sin dudar.

El Arquero Rojo replicó respetuosamente:

- Hijo del Jade, he puesto mi vil persona a estudiar y entrenar durante toda mi vida en esta técnica: la posición del arco, las sutiles variaciones de ángulo, el trabajo sobre los movimientos una y otra vez hasta alcanzar el punto de máxima eficiencia en mi postura y la posición de mis miembros. También he estudiado los materiales que componen la cuerda, el arco y la flecha y sus propiedades como resistencia, tensión y nobleza. Yo, mísero gil de goma, he analizado los factores que influyen en la trayectoria como el viento y la presión. He estudiado arduamente física y geometría para dar con los modelos adecuados y los he sometido a riguroso examen probando una y otra vez, corrigiendo los defectos y volviendo a probar.

Luego de una pausa prosiguió:

- Mi camino no está sin embargo completo y jamás lo estará dado que soy un mero ser humano, un minúsculo ente que apenas supera el rango ínfimo de los dolobus. Sé que nunca alcanzaré la perfección, pero la perseguiré siempre. Apuntar, tirar y clavar son partes armónicas de un todo que se prefeccionará hasta el fin de los tiempos, cuando de mí no quede ni la camiseta.

El Emperador Foo Kyu lo miró fijamente unos segundos, inmutable, y luego aplaudió dos veces enérgicamente.

- ¡El siguiente!

El Arquero Negro caminó hasta el lugar de tiro. Sacó su flecha sin demasiada ceremonia, pero con decisión. Sorpresivamente desechó el arco y comenzó a caminar hacia la diana. Una vez situado a pocos centímetros de ella, alzó la flecha con su puño y la clavó decididamente, aunque aún así no logró hacer realmente centro.

Ante los cortesanos patidifusos, el Emperador interrogó al Arquero Negro:

- ¿Me puedes explicar qué has hecho?

- Puedo, oh Hijo del Cielo - indicó con los ojos bajos pero con seguridad el Arquero Negro - Acabo de clavar la flecha en la diana. Sin necesidad de los tortuosos métodos del Arquero Rojo, mi método consiste en ignorar enteramente las fatigantes estupideces con las que mi predecesor te ha aburrido. Hay que clavar una flecha y clavada está. Eso has pedido y eso te he dado, junto con mi sencilla y directa explicación.

- Pero no has dado en el blanco - replicó el Emperador.

- Es mi predecesor quien no ha dado en el blanco - replicó inmutable el Arquero Negro. - El blanco se encuentra precisamente donde yo he querido clavar la flecha. Lo que marque la diana es irrelevante: no tengo la menor necesidad de probar que soy capaz de dar en un blanco cuya ubicación puedo determinar yo mismo aludiendo a razones de orden superior. Por eso apuntar la flecha es superfluo y tirar también. Apuntar es absurdo. Tirar es absurdo. Lo importante es clavar la flecha, poco importa cómo o dónde.

El Emperador no dijo nada, pero algunos cortesanos creyeron entrever una imperceptible sonrisa en la comisura de Foo Kyu. Nuevamente hizo sonar sus palmas.

El Arquero Blanco se presentó en el lugar de tiro. Sacó cuidadosamente la flecha y apuntó.

Se mantuvo en la posición unos segundos y luego, al parecer insatisfecho, corrigió su postura. Luego de unos segundos volvió a apuntar. Tampoco esta vez pareció satisfecho. Apuntó nuevamente.

Pasó un minuto y el Arquero Blanco seguía apuntando. Cambiaba el arco de posición, incluso de manos, y variaba su forma de pararse pero no se decidía a tirar.

Pasaron tres minutos.

Pasó media hora.

Con los cortesanos medio dormidos, Foo Kyu se dirigió al Arquero Blanco preguntándole cuándo tenía pensado tirar. El Arquero Blanco miró al Emperador con gran sorpresa:

- Sublime Alteza, no tengo ninguna intención de tirar.

- Pero si no piensas tirar ¿para qué apuntas?

- Majestad - dijo el Arquero Blanco sin asomo de turbación - mis predecesores son idénticos en su ridículo afán de clavar una flecha, minúsculo objetivo equiparable a las más inocuas forradas. En un sitio o en otro, de una manera o de otra ambos son vulgares clavadores de flechas. Yo me dedico a la sublime e incomparable tarea de apuntar. Apuntar perpetuamente. Lo que marque la diana es irrelevante: no tengo la menor necesidad de probar que soy capaz de dar en un blanco cuya ubicación será por otra parte eternamente discutible. Por eso tirar la flecha es superfluo y clavarla también. Tirar es absurdo. Clavar es absurdo. Lo importante es apuntar, poco importa para qué.

Otra vez Foo Kyu no dijo nada, pero por algún motivo parecia levemente complacido.

Al día siguiente los tres arqueros se presentaron ante el Emperador y oyeron lo siguiente:

- Os he visto y os he escuchado. Ahora debo decidir de acuerdo a vuestras habilidades qué haré con vosotros.

Foo Kyu se dirigió al Arquero Negro:

- Arquero Negro, tienes brillantes cualidades. Si bien como arquero no podría emplearte contra mis enemigos a riesgo de que me transformen en brochette, me eres indispensable en un puesto capital. Serás Sumo Sacerdote de la Iglesia Unica y Posta y aplicarás tu recta filosofía para instruir al vulgo indocto acerca de cuál es la Verdad y cómo llegar a ella.

Se dirigió al Arquero Blanco:

- Arquero Blanco, tienes brillantes cualidades. Si pretendiera emplear tus habilidades de arquero para defender mi persona sin duda terminaría con más agujeros que el presupuesto del Estado, pero en cambio me eres indispensable en un puesto capital. Serás Ministro de Cultura y Posmodernismo Aplicado y dedicarás tus afanes a enseñar a las masas el camino para devenir un intelectual reconocido en los medios.

Por último se dirigió al Arquero Rojo:

- Tu, infame criatura, rastrera sabandija, guachijodepú; eres más peligroso que un perro rabioso. Tu disolvente filosofía es un peligro para cualquiera que se acerque a tí, y tus torcidas doctrinas deben permanecer alejadas de la feliz masa del pueblo. Te irás a la última torre de la Gran Muralla a disparar flechas, pero antes te haré cortar la lengua para evitar que tus ponzoñosas ideas contaminen siquiera el viento que sobrevuela tu irreverente cabeza.

Y dicho esto se retiró a sus aposentos a continuar con su reinado, que fue muy largo y muy feliz. Para él, claro.