25.4.06

The machista - leninista hits back



I – Declaración de principios

Como para dejarlo claro: el activismo feminista me da náuseas, la carga de hipocresía, resentimiento y sexismo que conlleva lo transforman en un esperpento, barato sustituto de cualquier verdadera preocupación por la humanidad.

El hecho de que en general se lo considere políticamente a la izquierda es una de las tantas calamidades ideológicas con las que (no) hay que convivir.

Bien, ahora que quedó claro comencemos con las escenas. Si se cansa salte a las conclusiones en el punto XI. O deje de leer, bah.

II - Escena a) Esclavas en el shopping.

Charla con chica catalana. Luego de haber agotado pormenorizadamente todos y cada uno de los lugares comunes del progre europeo (“¿Por qué hablas de Oriente y Occidente cuando te refieres a Asia o Europa? Esas son categorías etnocentristas”, lo juro) la chica ataca con El Temita Infaltable, Imprescindible y por supuesto Insufrible: la mujer no está liberada, está esclavizada, la sociedad falocentrista, falocrática y falo falo falo, falo bonito falo eh...

Replico con un simple ejemplo: temporalmente estoy sin laburo, así que tengo tiempo de caminar por las calles de la ciudad donde vivo. Cuento las mujeres en edad de trabajar que veo paseando, de shopping, o tomando un café. Comparo con el número de hombres y la proporción es más o menos de cinco a uno. Declaro dudar que la mujer esté tan oprimida como los medios se empeñan en convencerme y que no veo la falta de libertad en esas mujeres, que tampoco parecen muy preocupadas por liberarse de nada.

Respuesta indignada, escandalizada:

- ¿Ir de shopping? ¿Y a eso llamas tú libertad?

Me deja con una sonrisa entre perpleja y divertidísima. A veces no sé dónde termina la ignorancia y dónde empieza el caradurismo.

Y sí, corazón: irse de shopping todo el día es tener una muy envidiable libertad. El uso que se haga de esa libertad es otro tema, pero forma justamente parte de la libertad: la de ser o no un/a idiota en este caso.

Mucho menos libres me parecen, si me permiten, los pobres tipos que se pelan el culo en una oficina todo el santo día para ganar ese dinero que ellas gastan.

Es políticamente incorrecto decirlo, lo sé, pero creo que de esos tipos nadie habla. Ni de sus vidas perdidas en la monotonía de la cadena burocrática, obedeciendo órdenes y recibiendo humillaciones, en las que tomarse un día libre es algo así como un lujo delicioso. Resignadamente aceptan lo que la propaganda feminista dice: que son opresores, amos y explotadores, mientras sus esclavas pasean. Algo anda mal.

III - Escena b) El Sultán lava los platos.

Mi mujer comenta con colegas de su trabajo, féminas también, que en estos momentos no estoy laburando y que me dedico a hacer de ama de casa. La respuesta general es del tipo “¿Así que lo mantienes? ¡Qué buena vida hace tu marido!”

Al mismo tiempo, he comentado con un colega masculino que mi mujer me mantiene temporalmente. El hombre abre mucho los ojos y hace ademán de arrodillarse y alabarme en son de chanza calificándome de sátrapa, sultán y etcéteras. Este hombre mantiene a su mujer, que no labura desde hace quince años.

A ver chicas, si nos ponemos de acuerdo. No puede ser que cuando es una mujer la que se queda en casa sea una pobre esclava que ha entregado su futuro, y cuando es un hombre se trate de un cafiolo. No cierra.

Pero la idea está muy arraigada, tanto que el tipo que ve como muy natural que su mujer no haga más que ocuparse de la casa, cuando le digo que en mi caso es al revés me ve como una especie de Hugh Hefner. Sigo pensando que algo anda mal.

IV - Escena c) No comments

En el Reino Unido una mina y un tipo se acostaron. Ella tomó el preservativo a sus espaldas, se inseminó y tuvo un hijo. Los tribunales condenaron al tipo a mantener a la mujer de por vida. ¿Algo anda mal?

V- Escena d) El amor es el amor, pero la guita es la guita

En Suecia una pareja de lesbianas se casó, y para tener un niño buscaron un donante. Al tiempo se pelearon, y una de ellas consiguió la tenencia. El tribunal decidió que sería mantenida por... no, no por su ex pareja, sino por el donante. Sí, algo anda mal.

VI- Escena e) Thelma y Louise: ¿Saben qué, chicas? Váyanse al carajo.

Cine: bodrio yanqui. Ella y él son jóvenes y están prometidos. Él le ha dicho una mentira blanca e inofensiva sobre su trabajo. Ella lo acusa de mentiroso y se raja. Se va con un montón de amigas que le hacen el aguante y la instan a no contestar las llamadas de él. Treinta y tres llamadas. Ellas insisten en que no conteste: “Debes entrenarlo, entrena su culo para que no te mienta, o lo hará de nuevo... tu sabes, debes entrenarlo... es como un perro”, frasecitas tal cual.

Sus suegros también se pelearon, así que se da el típico diálogo suegro – yerno en el que el suegro aconseja: “Si la amas, entonces ella siempre tiene razón”, “No podemos enfrentarlas, ellas son invencibles”, y así. Vuelven los dos a presentarse ante el montón de arpías, se arrodillan ante sus mujeres y ruegan el perdón ante los ceños fruncidos y las burlas de la manada.

Me pregunto ¿Sería posible una escena idéntica pero con los sexos cambiados? La respuesta es: no, no sería posible. Me pregunto ¿Por qué? La nueva respuesta es: porque nadie más en la sala se hace ni remotamente la primera pregunta.

Desde Thelma y Louise el truco es sencillo: pintar a los hombres como tarados, opresores, o simplemente culpables sólo redimibles por el perdón femenino. Las mujeres son siempre valientes, abnegadas y sensatas. Claro que las minas también pueden ser villanas, pero entonces son siempre fascinantes, seductoras, peligrosas e infalibles. Nunca una malvada sin encanto, nunca una looser.

Por otra parte el desprecio, la violencia verbal o física ejercida por un hombre contra una mujer son siempre abominables, mientras que a la inversa es algo chic, divertido. Es que algo anda mal.

VII – Escena f) Contaminación ambiental ¿Su pene qué opina?

Cualquier programa de TV. Una mujer opina sobre lo que sea... y lo hace “como mujer”. Nunca vi que alguien opine “como hombre” sobre artes plásticas, política, sociedad, literatura o religión. Pero al parecer la vagina otorga a un argumento una fuerza nada desdeñable, sea que se esté hablando de las elecciones en Italia o de alpinismo. Sospecho que algo anda mal.

VIII – Escena g) El hombre como electrodoméstico

Esta vez se trata de una propaganda sobre un producto farmacéutico. La escena muestra al típico tipo de traje y maletín, muy ocupado. La voz en off convence:

- Su mujer necesita un hombre, su empresa necesita un ejecutivo...

La promesa es que las pastillas (vitaminas o lo que sea) lo mantendrán activo y le permitirán cumplir como un soldadito sus obligaciones: para con su empresa y para con su mujer.

Curioso: la propaganda se dirige normalmente a nuestras necesidades / placeres. Aquí no: se le habla al sujeto sobre lo que otros exigen de él, poniendo a la mujer y al empleador casi en un mismo plano. Más bien habría que reunir al empleador y a la mujer del tipo y decirles: “Háganle tomar esto y verán cómo rinde”. No puedo evitar sentir que algo anda mal.

IX - Escena h) ¿Nadie lo escucha? Hable de La Mujer.

Camino por la calle y veo un afiche que miro distraídamente. Anuncia: “Seminario: el problema de la mujer que trabaja”.

Súbitamente se me ocurre que la última palabra de la frase puede ser substituida por cualquier otra: el problema de la mujer que no trabaja, el problema de la mujer con hijos, el problema de la mujer sin hijos, el problema de la mujer soltera, casada, separada, divorciada, lesbiana, bioquímica, petisa, pelirroja o bizca. ¡Un seminario! ¿Qué tal “El problema del varón que trabaja”? No funcionaría, creo que porque algo anda mal.

X - Escena i) ¿Los tipos que mueren? Bien, gracias.

Otro afiche, esta vez del ACNUR que reza en letras grandes: “Más del 50% de los refugiados del mundo son mujeres”, y luego los consabidos pedidos de toma de conciencia ante este grave hecho.

Se me disparan las preguntas. Más del 50% de la población mundial está compuesto por mujeres ¿Qué clase de catástrofe supone el hecho de que constituyan más o menos ese porcentaje entre los refugiados? Y lo sutil, lo sexista, lo que me molesta y me subleva: ¿qué hay del otro 50%? ¿Son animales? ¿No importan, no son noticia? ¿La vida de un hombre no vale nada?

Intento comentarlo con quienes me acompañan, pero no hay reacción. Todo el mundo lo ve como algo normal, las mujeres tienen prioridad porque... sí. Son esencialmente más frágiles / vulnerables / buenas.

Yo creo definitivamente que no, que no es así, que algo anda mal.

Muy mal.

XI - Basta de escenas

Vivimos bombardeados por una sutil y persistente campaña que moldea nuestros valores y hace de la mujer una especie de hecho diferencial. Si se dice que la mujer es portadora de Paz, de Amor, de Vida, de Esperanza y vaya a saberse qué otras sandeces, nadie se sorprenderá demasiado. Mientras la Madre es objeto de una tradicional adoración, el padre parece un progenitor de segundo orden cuya misión es proporcionar dinero y bienestar, punto.

Me atrevo a percibir una especie de idolatría subyacente que atribuye al género femenino no sé qué cualidades esenciales que hacen a una mujer algo más que una simple persona. Y no voy a hacer demagogia diciendo que las mujeres son las primeras afectadas por esto. Creo que los primeros y más afectados son los hombres, esa parte de la humanidad que carece casi por completo de conciencia de género. La conciencia de género – así como la conciencia de clase – supone una conciencia de derechos, y es infinitamente más fuerte en las mujeres.

Pero las minas sensatas, las que quieren ser valoradas por sus propios logros, creo que sí se sienten de alguna manera incómodas. Me parece percibir en varias mujeres con talento la necesidad de ser consideradas por lo que son no como “mujeres” (lo cual no quiere decir nada) sino como personas. Al mismo tiempo también percibo en muchas el miedo a romper con la imagen idealizada de su propio sexo, la dificultad en resistir la tentación de considerar que la sola pertenencia al sexo femenino otorga un status de particular superioridad.

Creo también que el mito de “la mujer” es alimentado por lobbies de taradas, minas inútiles prestas a parasitar los frutos del trabajo de mujeres valiosas y socializarlos de inmediato como un logro de “todas nosotras”. Así, mientras a ningún tipo se le ocurriría enorgullecerse de lo que hizo Einstein desde una ridícula “perspectiva de género”, sobran las legiones de idiotas que bajo el pretexto de reivindicar a Frida Kahlo, Madame Curie o Rosa Luxemburgo lo que buscan es aparecer junto a ellas en la foto, para lo cual hay que mentar – antes que el talento o el valor – su pertenencia al sexo femenino como el verdadero secreto de sus virtudes.

Y si este clima irrespirable es fuerte, lo es más aún en la progresía intelecto – pseudo – izquierdo – psico – bienpensante, como señalé al principio. Sin ir más lejos Página /12, diario en el que escriben apenas un par de plumas que merecen respeto, abunda en bostas entre las que se cuentan un suplemento feminista redactado por subnormales de toda especie que francamente hay que leer a nariz tapada. Me provoca un rechazo hasta físico.

A veces pienso que soy el único que se fija en esto. Pero afortunadamente hay alguien cuyo rechazo hacia esta exitosa falsificación es tanto o aún más radical e intransigente que el mío.

Casualmente es la mujer que amo. Una suerte.

Buenas tardes.

19.4.06

Gracias, don Alfredo Zitarrosa


Con su apariencia gardeliana, pero de la que estaba ausente la sonrisita canchera, con su voz profunda y neta. Voy a cometer la imprudencia de presentar a don Alfredo Zitarrosa.

Tuve que pensar mucho para escribir este post. Qué digo para escribirlo... para decidirme a escribirlo. Escribir cualquier cosa sobre don Alfredo es difícil. En primer lugar porque dijo tanto y lo dijo tan bien que es inevitable caer en la tentación de copiarlo textualmente para no sentir que se le hace poca justicia a su figura, ya sea por adulación, plagio, o cualquier otro síntoma de torpeza flagrante que sabrán soportar.

Información sobre su vida y obra se puede encontrar en varios sitios. Yo sólo quisiera decir que este artista es de los muy pocos que merecen el calificativo de artista popular y revolucionario en el sentido más profundo y entrañable del término.

Este hombre empezó como locutor de radio, periodista y escritor. Dueño de una prosa elegante, erudita e irónica sin petulancia, no se consideraba apto para el canto. Después de escucharlo cantar y recitar, ese juicio se transforma en el más sorprendente... y más luego de escuchar a más de cuatro.

En Latinoamérica las raíces populares de la música fueron castradas. El folclore o canto popular se estancó en una copia boba, sosa y repetida del folclore antiguo, y pocos fueron los que pudieron hacer evolucionar sus temas y formas. Zitarrosa fue uno de ellos, al punto que dio una fantástica definición de la milonga campera (su género preferido y casi excluyente) diciendo que podía evolucionar hasta ser un "auténtico jazz del sur", lo que significa desarrollar nuestra música popular como lo hicieron los géneros en los países desarrollados (el jazz es un buen ejemplo de música popular devenida clásica). Y escuchar a Zitarrosa es encontrarse con una música tradicional y al mismo tiempo moderna, popular y al mismo tiempo culta, profundamente nacional y por eso universal.

Para mí es imposible escucharlo sin emoción. Habla de su patria oriental. Habla de la dictadura feroz que asesinó a sus compañeros y que intentó asesinarlo a él con la sencilla gravedad de quien busca simplemente justicia, sin dejar de hacer críticas certeras, incluso al pueblo que ama: "Dice mi padre que el pueblo en su inmenso dolor / hoy se niega a beber en la fuente clara del honor" (Adagio de mi país), frases que no son simples versitos sino permanentes llamadas a esa conciencia que parecemos perder con facilidad.

Lacayos de uniforme, hombres pequeños que nadie recuerda, asesinaron a sus amigos, encarcelaron a otros, y lo persiguieron en su patria y en la nuestra. Cuatro años resistió tozudamente, ya que amaba a su Uruguay. Su crimen fue sostener que todo ser humano, por el sólo hecho de nacer, tiene derecho a una vida digna y transformar este principio en militancia, algo que debería ser lo normal y natural en todas las personas, pero que nuestro cinismo – que no es otra cosa que capitulación ante los hechos consumados – ha convertido en mera utopía.

Para quien quiera descubrir a este verdadero artista, a este hombre por el que siento un respetuoso afecto y que jamás conocí personalmente, recomiendo joyas musicales como El violín de Becho, Doña Soledad, Adagio de mi país, El candombe del olvido, Milonga pa’l que se va, composiciones menos conocidas como Triunfo de los vencidos o el impresionante poema Guitarra negra.

Zitarrosa demuestra que el verdadero artista popular es aquel que ofrece a su pueblo la más alta calidad en su arte. Y digámoslo de paso: esta es una concepción marxista del arte, ajena a la barata idea populista (y también reaccionaria) de que el refinamiento es patrimonio de las clases acomodadas y lo popular sinónimo de chabacanería y mal gusto. Popular y culto, tradicional y moderno, nacional y universal no son opuestos sino parte de una síntesis dialéctica. Basta escuchar una fracción de Zitarrosa para entenderlo.

Para finalizar, un par de frases del mismo Zitarrosa, como él, sencillas y militantes:

"Lo que queremos es una humanidad justa, una sociedad de hombres dignos de ser hombres entre los hombres. Es decir, en la que haya auténtica justicia, igualdad, incluso en el sentido cristiano; yo pienso en eso. La revolución es un acto de amor a la justicia, de amor al hombre, a la verdad, a la sociedad humana."

"Escribo porque sé y porque me gusta. Me inspiro en la música y los versos. Más allá de todo eso, no puedo evitar de estar vivo y abierto, por dentro y por fuera, a la vida y a la muerte; a los demás, especialmente a los humildes; atento a los malos, a los mentirosos y falsarios, que me inspiran una curiosidad irresistible, cerrado a cal y canto para los peores, del libertino al ladrón, del egoísta al torturador, del demagogo al adulón, del nazifascista al cobarde, al ideólogo del no te metás".


Y un fragmento de Guitarra Negra, ese poema musical que nos hace percibir "el envión sombrío y generoso de su voz" como dijo el poeta Washington Benavides. Una obra que he cometido la torpe injusticia de recortar a la mitad (unos ocho minutos de los dieciséis totales), con la única disculpa de animar a quien la escuche a buscar la otra mitad. Recomiendo oírla... escuchando.



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Una reseña de su vida, insuficiente como todas, pero interesante:

12.4.06

Chesterton y una modesta reflexión sobre la conversión



Leo a Chesterton relatando su vida antes de su conversión al catolicismo:

"A la edad de doce años era yo un poco pagano, y a los dieciocho era un completo agnóstico, cada vez más hundido en un suicidio espiritual".

"Lo que yo llamo mi temporada de locura coincidió con un período de ir a la deriva y no hacer nada. Una época en la que alcancé la condición interior de anarquía moral, sumiéndome cada vez más en un suicidio espiritual..."

"...ahondé lo suficiente para encontrarme con el demonio, incluso para reconocerle de manera oscura."


Con el tiempo, nos dice que:

"Después de haber permanecido algún tiempo en los abismos del pesimismo contemporáneo, tuve un fuerte impulso interior para rebelarme y desechar semejante pesadilla."

Más adelante afirma, en su evolución hacia el catolicismo "seguir unido a los restos de la religión por un tenue hilo de gratitud: daba las gracias a cualquier dios existente", y también que en sus épocas de estudiante había llegado a "un estado de melancolía enfermiza y ociosa".

Ya convertido, llama al paganismo y al mundo antiguo "enfermo de desesperaciones incurables" y afirma que "Cuando la gente me pregunta '¿por qué ha ingresado usted en la Iglesia de Roma?', la primera respuesta es: para desembarazarme de mis pecados. Pues no existe ningún otro sistema religioso que haga realmente desaparecer los pecados de las personas."

Y a propósito de uno de sus mejores amigos, converso como él, Chesterton escribe: "Los dos hemos hablado con un gran número de personas sobre cantidad de asuntos importantes, hemos contemplado parte del mundo y de sus filosofías, y no tenemos ni sombra de duda sobre cuál ha sido el acto más inteligente de nuestras vidas".

Hasta aquí Chesterton, a quien he tomado como ejemplo entre tantos posibles, más que nada por su elocuencia y talento. Con mucha más sencillez (y hasta diría candor) un católico practicante que conozco me preguntó hace poco a quién se dirigía un ateo en caso de desesperación, pregunta que debería responderse nada más que con una sonrisa más o menos perpleja.

Es curioso que frente a este discurso de Chesterton contraste mi experiencia con el ateísmo. Coincidiendo con Chesterton en sentido contrario, puedo decir que el ateísmo no me ha aportado ninguna solución, me ha planteado un montón de problemas sin resolver y por consiguiente ha amenazado y amenaza siempre con arrastrarme hacia los vacíos espirituales que Gilbert Keith menciona.

Más aún, y para corroborar lo que Chesterton afirma: antes de ser un ateo consciente yo estaba lejos de preguntas corrosivas, no me atormentaba la menor problemática acerca del orden del Universo y, como la mayoría de las personas, creía difusamente en un dios. Podría haber practicado una religión ahorrándome los abismos que GKCH enumera.

Pero precisamente lo que me resulta asombroso de la gente que relata sus conversiones a una religión cualquiera es la admisión de ese carácter de remedio, de salida de emergencia, de "decisión inteligente" por la cual felicitarse. No es difícil ver el sentido de conveniencia que sobrevuela todas estas afirmaciones.

Me asombra cómo Chesterton y otros tantos pasan por alto el hecho – para mí más bien evidente – de que la descripción de sus abismos espirituales, de su melancolía y desesperación previas hace un flaco favor a la idea de la verdad intrínseca en su conversión. La elección de un espíritu postrado por aquello que lo saca de la postración no puede menos que ser sospechosa, y en el mejor de los casos no es un criterio de verdad, a menos que se considere que una postura frente al mundo debe ser reconfortante para el individuo.

Otras religiones son mucho más sutiles, quizás por ser más antiguas. El judaísmo por ejemplo.

He conversado con algunos judíos seculares a los que un buen día les dio por practicar la religión. Ninguno me habló de crisis previas, ni de ataques de agnosticismo angustioso, ni de dudas carcomiendo su alma. Posiblemente los hayan tenido, pero se cuidaron muy bien de mencionarlas, de caracterizar a la religión que adoptaron como el "remedio" que los sacó de un pozo.

Precisamente porque saben que – lejos de ser un mérito – tal cosa es más bien un elemento de sospecha, que mencionar la postración espiritual previa a la adopción de una religión es un recurso pobre, casi un argumento de venta. Las sectas lo utilizan con mucho menos vuelo, sutileza y decencia, dirigiéndolo muchas veces a problemas de tipo más mísero: dinero, salud, prosperidad general, etc. Pero el principio no varía.

Quizás por eso el judaísmo ha llegado a ser más bien reticente a la conversión de otros y refractario a todo tipo de evangelización, rasgo que lo hace mucho más interesante.

El ateísmo, el mío por lo menos, no es la elección de un espíritu postrado, ni abismado, ni sumido en la melancolía. Claro que puede llevar allí (Nietzsche decía que el ateísmo es una bebida para estómagos fuertes), pero eso no habla de su verdad o ética intrínseca, en realidad ni a favor ni en contra. Porque la ética de los principios, como la de los actos no tiene nada que ver con el efecto reconfortante o aniquilador que puedan tener sobre nosotros. Ese es un aspecto irrelevante que no puede ser tenido en cuenta, aunque la experiencia enseñe que la verdad es más bien un trabajo duro que una gracia.

Me parece que cualquiera que hable de una doctrina elogiándola o denostándola por lo bien o mal que le haya ido personalmente con ella se desvía de la cuestión principal que es la verdad, esa entidad ingrata a la que le importa tan poco nuestro bien o malestar.

7.4.06

La derecha religiosa española da arcadas (góticas)

Queridos amiguitos:

Aquellos que vivimos en o conocemos algo España tenemos que sobrellevar la dura prueba de escuchar siquiera de refilón a una cierta cadena de radio, no la más oída de España, pero una de las mayores. Esta cadena bate los records de mal gusto, estupidez, fascismo y caradurez de una forma que reíte de Radio 10. Les presento a la COPE, es decir la cadena de radiodifusión propiedad de... (¡oh, sorpresa!) la Conferencia Episcopal española.

La derecha católica argentina es hipócrita, defiende los privilegios de clase con frasecitas sinuosas combinadas con arrebatos histéricos, alusiones edulcoradas y puñaladas traperas. Un popular ejemplo es Marianito Grondona, ideal para quienes creen que la inteligencia consiste en acomodarse los anteojos y cruzar las manos delante de la nariz mientras se hacen análisis con la profundidad de un charco. Pero al menos en Argentina se conservan ciertos ademanes medidos y cierto - digamos - respeto por el oyente.

En cambio la derecha católica española es... es algo que hay que ver para creer. Los españoles en general no se caracterizan por la sutileza, pero la derecha española, copada por el Opus, los Legionarios de Cristo y variopintas bazofias por el estilo, no parece conocer límites.

Tosquedad, brutalidad, mentira estúpida, todo vale. Las mismas bestialidades del credo franquista repetidas casi sin variación. Por las muy católicas ondas de la COPE es perfectamente normal escuchar que "los gitanos son una etnia violenta y primitiva", que el gobierno de Rodríguez Zapatero esta "controlado por los masones", "controlado por ETA" y aun "controlado por los homosexuales". Son moneda corriente los insultos al País Vasco y a Cataluña, las referencias a los complots "udeo-masóico-comunistas" y otras delicias dichas sin temor al ridículo.

Respecto de algo tan archisabido en el mundo como que el espantoso atentado del 11-m en Madrid fue obra del terrorismo islámico, esta gentuza insiste con atribuir la autoría a ETA, a oscuros militantes de izquierda o a... la masonería. Créanme por favor, aquí van las pruebas de que no deliro. Veamos algunas muestras de esta conmovedora cosmovisión evangélica:

"El gobierno español sólo habla con terroristas, homosexuales y catalanes, a ver cuándo se decide a hablar con gente normal" - Programa La mañana (13/06/2005), Federico Jiménez-Losantos, comentarista estrella del engendro.

"En Cataluña los terroristas mandan". - Ídem (01/07/2005).

"Izquierda Unida trabaja activamente por la destrucción de la nación española" - Mismo energúmeno, (13/07/05) en diálogo con sus oyentes, leerlo completo
acá (sólo estómagos fuertes).

"Evo (Morales) y compañía me parecen peligrosos majaderos" - Ídem anterior.

"Yo haría una ONU sólo de democracias y países decentes. Los demás simplemente estorban o corrompen o, los más humildes, no pintan nada" - Ídem, sic.

"Es posible que hubiera una conexión entre la masonería de obediencia francesa, que tiene alfiles en España, y la masacre" (del 11-M en Madrid) - Ídem, recontra sic.

"(Zapatero) tiene un discurso típicamente masón." - Ídem.

"Los gitanos son una etnia violenta y primitiva" - Ídem, un oyente al que no se le hace la menor corrección.

"Los homosexuales son hijos de padres hostiles y alcohólicos" - Aquilino Polaino, psiquiatra con espacio en la COPE, programa La Tarde con Cristina.

El ataque gratuito y la ofensa personal a ciudadanos que no han cometido otro delito que el de ser catalanes, vascos, homosexuales, masones, gitanos, inmigrantes, ateos o simplemente no votantes de la derecha es permanente, burdo, brutal. Y sin embargo este discurso - que en cualquier país normal es el de la ultraderecha más hedionda - en España es el de la derecha digamos respetable y con espacio en los medios.

Pero para que se vea la altura moral e intelectual de esta gente, los invito a escuchar (¡y de paso Jugo de ladrillo inaugura sonido!) unos fragmentitos precisamente de la COPE. Quien piense que exagero, tergiverso, o hago interpretaciones forzadas y/o fuera de contexto, escúchelos por su propia boquita, ellos mismos lo hacen mejor que yo.

El primer fragmento es es la opinión de una oyente (Conchita) respecto de los homosexuales, el segundo un reportaje que la COPE salió a hacer a una manifestante (Margarita) en contra del matrimonio gay. Conchi y Margarita son esa gente maravillosa que nos da fuerza para seguir adelante.

Observen en ambos casos el total acuerdo de los periodistas/conductores (aunque en el segundo caso el tipo intenta cortarla, ya algo abrumado por el ridículo) y la curiosa preocupacion anatómico-fisiológica que no ahorra detalles acerca del esfínter ajeno y sus posibles usos. Disfruten de la claridad conceptual, el respeto por el prójimo y hasta la preocupación por un lenguaje limpio de estos hermanos en la fe. Gemas discursivas luego de las cuales verán que hasta Radio 10 les parecerá una obra civilizada.

Que el Señor nos ayude, amiguitos.

Aquí va Conchi:


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Y aquí va la impagable Maragarita:


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4.4.06

Hippolyte Bouchard, el corsario argento


La historia que nos enseñan (por lo menos la que me enseñaron a mí) en la escuela se caracteriza no sólo por la deformación y la mentira sino muy particularmente por el aburrimiento. La mediocridad y el recurso de las medias tintas desdibujaron nuestro pasado.

La historia de nuestra patria vieja, de una tensión y un pathos vibrante, fue la de unos perfiles fuertes, tipos llenos de fibra que nuestra "educación" transformó en una manga de calzonudos. Eso junto a la glorificación de nulidades, traidores, asesinos de gauchos y vendidos varios.

Y lo curioso es que nuestra historia, la de América, es fascinante. Veamos a una pequeña prueba de nuestra castración histórica: si escribo la palabra "corsario" quien la lea pensará en Francis Drake, en El Corsario Negro, en aventuras de Emilio Salgari... en cualquier cosa menos en nuestro país.

En tiempos de nuestra independencia los estados otorgaban las denominadas "patentes de corso". Se trataba de reclutar marinos de cualquier parte del mundo y sufragarles algunos gastos (armas, barcos, tripulación, etc.) a cambio de que el tipo se fuera por ahí atacando las naves o el territorio enemigos. Cada año el tipo volvía y pagaba al estado una parte de lo que hubiera podido saquear.

Pero jamás nos han enseñado que nuestro país hizo exactamente eso, y con un éxito impresionante. El almirante Guillermo Brown, ese magnífico irlandés borracho, fue uno de ellos.

Los corsarios armados por Buenos Aires comenzaron a actuar a partir de 1814, unos 60 actuaron en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata principalmente en el Atlántico Sur el Caribe, pero también en el Pacífico y el Mediterráneo, capturando unas 150 embarcaciones enemigas, causando una seria crisis en el comercio internacional español y llegando casi a bloquear el puerto de Cadiz (!).

Hippolyte Bouchard fue uno de ellos. Este franchute nació en Bormes, Francia, en 1780, tenía un carácter podrido, le gustaba hablar claro y putear alto por lo que se hizo más de un enemigo. Un tipo que sin duda encajaría mal en los ambientes progres bienpensantes. Porque Bouchard era un revolucionario: simpatizaba con las ideas que triunfaban en América, en particular el ideario más radical de Mariano Moreno, por lo que se acercó a las Provincias Unidas a ofrecer sus servicios.

Bouchard era sin duda un compañero.

Participó en varias acciones bajo el mando de San Martín, y a partir de 1817, al mando de la fragata "La Argentina" y una pequeña flota corsaria comenzó lo que sería la vuelta al mundo de una nave criolla representando los ideales de la Revolución de Mayo.

La primera escala fue Madagascar, donde capturaron un barco negrero, y como la Revolución había abolido la esclavitud (esas estupideces idealistas y utópicas que hacen los revolucionarios), Bouchard liberó a los esclavos, además de afanarse los víveres, claro.

Luego de un viaje durísimo, con muchos muertos, llegaron a Java y fueron atacados por piratas malayos, feroces marinos con los que no se jodía, pero Bouchard los derrotó y no dejó uno vivo. Se mandaron para Filipinas, entonces colonia española, bloqueando el puerto de Luzón. De 33 naves enemigas hundió una mitad y se apropió de la otra. De ahí a... Hawaii, que en ese tiempo se llamaba Islas Sándwich y era un reino independiente.

Luego de aprovisionarse (y capturar a varios marinos desertores, ya en ese tiempo las futuras Hawaii eran un paraíso: clima delicioso, mujeres más que simpáticas, y ni un sólo turista), La Argentina inicia la parte más interesante de su travesía: se manda para California.

En ese tiempo California era un enclave de misiones franciscanas y no mucho más, protegidas por una guardia de soldados españoles. Bouchard y sus hombres (a esa altura una prodigiosa mezcla de gauchos, hawaianos, negros y británicos) los hicieron correr y un guerrero hawaiano arrió la bandera española e izó la nuestra. Del 24 al 29 de noviembre de 1818, California fue argentina y su capital Monterrey saqueada. Lo mismo ocurrió con San Juan de Capistrano, donde los hombres de Bouchard se prendieron en una gloriosa borrachera: parece que guita no había pero botellas sí.

Luego de hacer alto en la Bahia Vizcaíno (hoy el famoso Key Biscayne), y de merodear por San Blas y Acapulco, la flotita corsaria atacó América Central, en donde la marina y el comercio español tenían fuertes intereses.

Bouchard seguiría viaje hacia el sur, y se reencontraría con San Martín, pero los ideales revolucionarios ya habían sido traicionados por una burguesía pérfida y parasitaria que balcanizó ridículamente nuestro territorio en "países" que teniendo todo en común (lengua, tradiciones, composición étnica y desarrollo histórico) fueron delimitados al gusto del imperialismo británico.

Sin embargo algunas cosas quedan de la aventura gloriosa de Bouchard, veamos:

1) Mientras nosotros lo ignoramos olímpicamente, en la comuna de Bormes, Francia, todos los 9 de julio
se conmemora en un acto la independencia argentina, en homenaje a la patria adoptiva de un hijo de la ciudad, y aquí la Plaza que lo conmemora. Es gracioso que se diga que Argentina es el país “más europeo” de América. Nótese cómo Europa guarda celosamente hasta el menor detalle de su memoria histórica mientras nosotros vivimos la amnesia perpetua de no saber quiénes somos.

2) En Santa Bárbara, California, pueden verse altos mástiles con banderas de las naciones que ocuparon California: España, Rusia, México, EEUU y... la nuestra.

3) En San Juan de Capistrano se celebra la Fiesta Anual del Pirata, recordando el ataque que sufrieron. El Pirata no es otro que nuestro Hippolyte Bouchard.

4) Alguno habrá observado que las banderas de El Salvador, Nicaragua y Honduras son curiosamente parecidas a la nuestra: mismo diseño de franjas horizontales celeste – blanco – celeste. No es casualidad. Este diseño corresponde a la de la antigua Federación Centroamericana, inspirada precisamente en la nuestra, en homenaje a los ideales revolucionarios cuyo embajador fue precisamente Hippolyte Bouchard.

Un servidor se siente mucho más cómodo en compañía de este franchute iracundo que junto a los amantes perpetuos de la miseria intelectual. Bouchard es peligroso. Nuestra bandera y nuestra historia patria han sufrido una apropiación indebida por parte de milicos, fascistas, mediocres y mercenarios. Nuestra bandera y nuestra historia son la bandera y la historia de la Revolución, de los sueños de libertad y de esa profunda sensatez que es locura para quienes vegetan en la amarga mediocridad del cinismo y el miedo.

Viva la patria carajo, la nuestra, la verdadera.