30.8.10

Los mineros chilenos y la ubicua "perspectiva de género"


La tragedia de los mineros chilenos es difícil de digerir. Son esos lugares frente a los que la imaginación retrocede aterrada. La desazón que nos asalta cuando nos atrevemos a darle algo de vida a la idea, de estar con ellos de alguna desesperada forma, es un reflejo demasiado pálido. Una de las cosas que podemos y debemos (si me disculpan el molesto tono asertivo) hacer es no olvidarlos y exigir que sean rescatados con vida.

Tampoco estaría de más identificar responsables, ya que las fallas geológicas habían sido advertidas por los trabajadores, y despreciadas por gente mucho más sabia y valiosa que ellos. Por eso cada uno está donde está.

La realidad tal como la conocemos ha puesto a los mineros a 700 metros bajo tierra, en unas condiciones físicas y psicológicas durísimas, sometidos a una prueba que significa tortura y grave riesgo para sus vidas. Y quienes están muy lejos, en las soleadas alturas de impecables y modernos edificios, cuentan billetes. Muchos billetes. Pero no es esto lo que quiero señalar, que ya es un poco ocioso por evidente.

El detalle que despierta mi curiosidad es una frivolidad que seguramente encantará a cualquier posmo políticamente correcto interesado en estas cositas: ¿podría analizarse esta situación desde una perspectiva de género?

Porque... caramba, no he visto ninguna perspectiva de género aplicada a este caso. Gente que se apresura a analizar cualquier situación bajo la lente del famoso género parece muda frente a esta. Intentaré explicarme mejor.

Los plurales terminados en "os" han sido objeto de análisis de género muy sesudos y extensos. Otros tantos aspectos como la vestimenta, ciertos giros verbales, usos y costumbres, etc. fueron ya señalados como increíblemente dañinos para la mujer sin que sea permitido dudar de su relevancia. Y para hablar de algo más cercano al tema: la desventaja que sufre el género femenino en el mercado de trabajo es un hecho que nadie se atreve ya a discutir.

Cuando en ocasiones (recuerdo algunos debates en este blog) yo mismo he sacado a colación el tema de la minería -trabajo asignado exclusivamente a varones- sus riesgos, sacrificios y efectos devastadores en la salud; la respuesta que invariablemente he recibido es que se trata de un "privilegio masculino", que son los varones los que usurpan estos envidiables puestos de trabajo dejando fuera a las pobres féminas.

Y esto –que es una redonda imbecilidad- me lo ha explicado con toda seriedad gente más inteligente que yo. Lo digo sin ironía, porque cuando una imbecilidad se instala en el cerebro de una persona inteligente es porque la fuerza de prejuicios muy poderosos la ha puesto allí. A esa gente pagaría dinero si fuese capaz de impartir a estos mineros un breve curso para explicarles que esta ordalía infernal por la que están pasando es fruto de un privilegio del que disfrutan. Ingenio para retorcer argumentos seguro que no falta, habría que ver cómo andamos de vergüenza.

Este infierno que sufren los mineros no es nuevo; es conocido de sobra por muchos especialmente en la izquierda política. Y se trata ¡oh! de una situación exclusivamente reservada a varones. Sólo a un varón puede tocarle vivir este tipo de explotación particularmente brutal. Pero ya vamos a esperar que en la izquierda alguien tenga siquiera la curiosidad por ver qué ocurre si se analiza el asunto con un poco de equilibrio, qué implicaciones tiene esto a la hora de repartir sacrificios y cargas entre varones y mujeres, qué significa exactamente "igualdad".

Y por supuesto, no cometeré yo la impudicia de reivindicar como mío el riesgo de caer en esa situación, de identificarme con ellos a causa de mi género y osar ponerme en el lugar de opresión que ellos sufren. Demasiado bien sé que mi clase social me aleja de semejante riesgo. Y digo esto dirigiéndome explícitamente a quienes festejan el "Día de la Mujer" (¿?) celebrado en honor de un grupo de mujeres que no fueron reprimidas por ser tales sino trabajadoras y huelguistas; mujeres a quienes sin duda indignaría saber que el trajecito del dichoso día se lo pone hasta Sarah Palin. Y con todo derecho, puesto que es tan mujer como ellas.

Lo que me revuelve el estómago es la hipocresía de quienes hablan de "igualdad entre los géneros" poniendo la atención en casos selectos, como si la realidad hiciera un extraño switch cada vez que toca hablar del varón, el género sin género. Que "igualdad" tiene un significado amiguitas, amiguitos, amiguit@s, amiguitXs: ser iguales significa compartir derechos y también deberes; placeres, penas, esfuerzos, riesgos, problemas y soluciones. Frente a casos como este el feminismo más beligerante –al que recordemos: los oprimidos, hombres y mujeres, le importan un divino bledo– hace lo que supone es una hábil finta y empieza a parlotear acerca de "la igualdad" y "la diferencia" poniendo en millones de palabras lo que cabe en tres: "cuando me conviene".

Y como se trata del género sin género, los mineros chilenos no son varones, son simplemente "gente". El hecho de que sean todos de género masculino, y el hecho de que sólo al género masculino le estén reservadas esta y otras muchas situaciones espantosas obliga a los bienpensantes a una pirueta harto ridícula que consiste en declarar "privilegio" todo lo que le toca al varón, así sean cosas como esta. El "feminismo de la igualdad" señalará a los mineros como infames detentadores de privilegios, mientras que el "de la diferencia" vendrá a decir que al fin y al cabo no somos iguales, así que aquí podemos dejar a la sociedad "patriarcal" intacta y sus valores en pleno vigor. Pero ¿qué ocurriría si se tratase de un grupo de mujeres sufriendo por un oficio que sólo las mujeres realizan? ¿Qué no se diría del sufrido género? ¿Cuántas impúdicas con y sin anteojitos hablarían de "nosotras" en Página/12?

Espero que los compañeros mineros chilenos (y "compañeros" tiene aquí un significado estrictamente político) sean rescatados vivos, todos. Los mineros chilenos hacen este sacrificio atroz por sus hijos y sus mujeres sin que la caterva de moluscos* intelectualoides del feminismo apile sobre ellos -en tanto que varones- otra cosa que acusaciones y ni un mísero reconocimiento relacionado específicamente con su género. Fuerza física para levantar el dedito no les falta, para poner el lomo ya están ellos.

Y que los responsables paguen a ellos y a sus familias el equivalente de lo que están sufriendo.

A ver quién lo calcula.

* Molusc@s, si lo prefieren. Pero ojo que muchos son hermafroditas, así que a no embrollarse.