7.2.12

Rosemary y Bernardo

Bernardo Salgueiro y Rosemary Chura Puña eran personas. Fueron muertas a balazos, pero al parecer nadie las mató. No hay culpables.

Es simple: la jueza ordena reprimir, se moviliza la fuerza policial, disparan sobre gente indefensa, matan. Luego resulta que es imposible identificar entre cuarenta asesinos de uniforme al que disparó o los que dispararon. Si en lugar de Bernardo y Rosemary -paraguayo uno, boliviana la otra, pobres ambos- se tratara de alguien importante, entonces sí aparecerían los recursos, las figuras legales, la justicia. Pero la vida de Bernardo Salgueiro y Rosemary Chura Puña no vale nada.

Estos jueces y policías forman parte de una organización terrorista en el más estricto sentido del término: control de la población mediante el terror. La violencia en forma de intimidación, golpes o directo asesinato es el objetivo de este sistema, y no es difícil comprobar esto si se observa el bajísimo nivel de condenas que recae sobre las fuerzas de seguridad que asesinan pobres desde hace décadas.

En la clase media es común referirse a la justicia por mano propia como algo moralmente aceptable, al punto de que en la Argentina se llegó a justificar y festejar el asesinato de un ladrón de equipos de audio para autos. 

Pero a nadie se le ocurriría decir que Rosemary y Bernardo tenían el eventual derecho de armarse y responder a la agresión, o que quienes los amaban tengan derecho a poner fin a la burla y la impunidad por fuera del sistema judicial si no lo logran por dentro; acabar con el insulto que significa para la dignidad humana este circo.

Si los honrados propietarios de casitas y autitos tienen derecho a defender a tiros su propiedad frente a la delincuencia, entonces le asiste el mismo derecho a los pobres frente a la policía. 

Espero sinceramente que se haga justicia. Espero que el gobierno nacional y popular y camporista y monono preste atención a esto. Porque si la justicia se hace mediante el sistema judicial burgués previsto, significará que al menos dentro de él caben los derechos de Bernardo y Rosemary, la elemental dignidad de sus vidas. Y que los hijos de mil puta que los mataron, TODOS los miembros de esa banda, con uniforme y sin, paguen como pagaría cualquiera.

Y si no se hace justicia así, que se haga de otra forma. Pero que se haga