26.3.09

Estrategias

I - ¿Qué hacer? (perdón Vlad)

Uno se pregunta "¿Y ahora con la crisis... qué? ¿Cuánto me tocará pagar? ¿Cuánto se degradará mi nivel de vida?" Para responder a esta pregunta nada mejor que el viejo y brillante Ambrose Bierce: Mío es todo aquello de lo que me puedo apoderar, este es el principio de la propiedad privada, amiguitos, ley fundamental de nuestra sociedad; ténganla muy presente.

Quiere decir que si Ud. vive de un salario, no lo dude: le quitarán tanto como puedan "¿Y cuánto podrán?" Bueno, depende de qué tan bien se pueda Ud. defender "¿Y cómo me defiendo?" Bueno, hay estrategias y podrían dividirse en dos grupos: las individuales, que consisten en acomodarse como se pueda, adaptarse a una sociedad "más competitiva"... A propósito: "competitiva" es una palabra atractiva ¿no? Lo que nunca se aclara es por qué se compite: competir por millones de dólares puede ser delicioso, pero para el laburante de a pie se trata de "competir" con miles de desocupados por unas monedas. En fin: tratar de remarla.

El problema es que todo el mundo implementará estas estrategias, así que es poco razonable suponer que nadie va a perder. Obviamente perderá algo la gran mayoría. El pensamiento "No seré yo, yo voy a zafar" se manifiesta como una esperanza religiosa que -confesémoslo- nos creemos cada día menos a la luz de cómo van las cosas.

A mí me parece claro -puro sentido común- que unir estrategias con quien tiene los mismos intereses que nosotros es lo más lógico ¿Quién tiene los mismos intereses que nosotros? Bueno, en tanto se vive de un salario, en principio todos los asalariados tienen un objetivo: que no les paguen menos, que no suban los precios, etc. Así que además de montar estrategias individuales no estará de más empezar a mirar a los otros trabajadores como posibles aliados sociales.

Esto es precisamente lo contrario de aquello que a partir de los años '80 nos vienen remachando en la cabeza: que tenemos que ser individualistas, competitivos, y que si tú quieres, puedes. El sujeto colectivo está destruido y está en nosotros reconstruirlo.

II - Escenario

El capitalismo en descomposición pone de manifiesto una capacidad asombrosa de la burguesía: la de destruir el mercado. La aceleración de los ciclos de crisis capitalista hace que incluso a pesar del asombroso avance tecnológico la creación de nuevos mercados no alcanza para suplir aquellos que se destruyen a una velocidad creciente.

El ciclo de destrucción es simple: se privatiza todo lo privatizable (esto es: todo lo que se logre arrancar a la resistencia de los trabajadores y consumidores), pongamos como ejemplo cualquier empresa estatal rentable: se la exprime de manera implacable hasta que se la destruye por completo, se embolsan las ganancias (se trata de bolsas particularmente grandes) y luego...

¡Viene el estado, claro que sí! El estado "nacional y popular" nacionaliza. El problema de la nacionalización es interesante "¿Se viene el zurdaje?" preguntaba la anciana. Y claro, se vino nomás: la burguesía le dijo a su estado (el estado burgués, ese en el que cada tanto los ciudadanos pueden votar al empleado de la burguesía que hará el trabajo) que estas empresas son un asco, que este país es una porquería y que así no se pueden hacer (más) negocios. Así que las empresas -hechas pelota- van de nuevo a las manos del estado burgués, vuelven a ser "nacionales".

El problema es que pertenecen al estado... burgués. Su concesión al estado tiene lugar simplemente porque la burguesía ha hecho saltar todos sus propios mecanismos de control y ahora mira al estado para que ordene el despelote y vuelva a hacer rentables las empresas con el dinero público... Cuando todo esté "normalizado" y esas empresas vuelvan a funcionar volverán a aparecer decenas de paniaguados, analistas, formadores de opinión y otros detritus que convencerán -oooootra vez- a la gilada de que "Hay que privatizar, porque la privatización es más eficiente, bla bla".

Y así.

III - Zafar de la trampa

En la etapa que se viene la burguesía lanzará una nueva ofensiva para maximizar sus ganancias. El primer paso de esa ofensiva ya fue dado: endilgar a los estados nacionales todas las deudas en las que se han incurrido, lo cual supuso una curiosa (curiosa para quien no concibe a lucha de clases) renuncia a lo que una semana antes de la crisis era su credo máximo: NO a la intervención estatal en el mercado.

Ahora por el contrario, la intervención estatal es bienvenida. Claro, hay un problema, y es que los que dirigen el estado a pesar de estar al servicio de la burguesía también tienen que respoder a unos votantes enojados. Ahí es cuando empiezan los malabarismos nac&pop, los discursitos, los ponchos populares, el calendario azteca, yes we can y el socialismo del siglo XXI. El estado tiene que responder al interés de la burguesía, pero de alguna forma el político que dirige a estado quiere ser reelecto mientras el capitalista le toca el hombro con un dedito y le dice: "No olvides para quién trabajas, muchacho".

De ahí que los medios de comunicación en manos de la burguesía critiquen a los políticos burgueses por su "incompetencia" y su "falta de ejecución" que no son otra cosa que la desesperada necesidad que tiene el político burgués de conciliar intereses tan contrapuestos como los del capital por un lado, y el de los votantes por el otro. Los medios de comunicación lo saben, por eso apuntan todo el tiempo contra "los políticos" y arrastran en esta crítica a las descerebradas clases-medias-Doña-Rosa. Las críticas imbéciles a "los políticos" olvidan que al fin y al cabo ellos están para eso. Un político burgués es lo más parecido a un empleado público: está ahí para recibir las cachetadas, es su trabajo.

IV - Así que...

Así que nada: es el sistema amiguitos. Dentro del sistema no hay más salida que una creciente degradación de las condiciones de vida para la inmensa mayoría, y vamos a tener que aprender algo de política si queremos al menos entender lo que está ocurriendo.

O la loteria, claro.