28.11.07

Silenciosamente. A los gritos.

En el post anterior alguien comenta esto:

Cuando pienso en el capitalismo me pregunto como la naturaleza da tanta perfección a los organismos que crea y, a su vez, no preveé que estos logren en su interacción armonía, ¿por qué será?, puede que estemos condenados a movernos en un sistema destructivo que opaque la perfección que nos fue dada, o puede que tras un proceso el sistema alcance cierta perfección.

Y
alguien más contesta:

...interesante lo que dice, pero me parece que confunde la obra de la naturaleza con los desmadres del ser humano.La naturaleza tiene sus armonías, a partir del momento en que el hombre hace cultura, se pone al márgen de ella. Cosa que por un lado permite crecer, pero por otro lado ... así nos va.

Estamos acostumbrados a pensar que el mundo es perfecto, que la naturaleza es perfecta y que los seres humanos la alteramos y destruimos. Es una visión posible del asunto. Pero hay otra.

Cioran decía por ejemplo que la naturaleza es una "torturadora genial", y para los cátaros el universo que conocemos no pudo ser obra de ningún dios sino del diablo.

Por "universo" se quiere decir todo el universo, no solamente lo que podríamos llamar el mundo de los seres humanos. La existencia misma sería intrínsecamente perversa y estaría contaminada por una especie de pecado original. En ese sentido los seres humanos sólo estarían llevando hasta el paroxismo una esencia destructora ya presente en la naturaleza de las cosas, de la que nosotros no seríamos más que la máxima expresión.

La vida locura de la materia, la materia locura del tiempo. La sensata nada se volvió demente y empezó este proceso nefasto del que somos el último escalón, el mono loco; por lo que es mejor ser nada que mineral, mineral que vegetal, vegetal que animal, animal que humano.

Siguiendo al amigo Cioran encontramos que nuestros vicios son más fuertes que nuestras virtudes porque están arraigados en nuestros instintos naturales, así que nuestra realización depende más que nada de nuestros peores impulsos: la bondad, la cortesía, la mesura y la renuncia nos anulan y cercenan mientras que la violencia, la desconsideración y la avidez son las manifestaciones primarias y auténticas de nuestro ser.

Y mirada en sí misma la naturaleza tiene poco de "perfecta" si advertimos que es un reino de terror. Henry Michaux lo dice mejor que yo:

Quand un poisson des grandes profondeurs, devenu fou, nage anxieusement vers les poissons de sa famille à six cents mètres de fond, les heurte, les réveille, les aborde l'un après l'autre:

- Tu n'entends pas de l'eau qui coule, toi?
- Et ici on n'entend rien?
- Vous n'entendez pas quelque chose qui fait "tche", non, plus doux : "tchii", tchii? Faites attention, ne remuez pas, on va l'entendre de nouveau.

Oh Peur, Maître atroce!

Le loup a peur du violon. L'éléphant a peur des souris, des porcs, des pétards. Et l'agouti tremble en dormant.
*

Así que quizás el mundo es fruto de un designio más bien perverso. Dejando de lado que hubo épocas y épocas este parece un argumento bastante sólido si se ve la marcha general de la especie.

Pero cuando hablamos del universo como un ente perfecto o imperfecto en realidad no lo estamos comparando con nada existente – ya que nada existe fuera del universo -; sólo lo estamos comparando con lo que somos capaces de imaginar. El estambre de una flor, la mano de cierta mujer o la arquitectura del átomo se nos antojan maravillas; la degeneración globalizada, una masacre, la jeta de un torturador se nos aparecen como abominaciones absurdas. El fondo que contrasta estas figuras es nuestra imaginación, el resultado es fascinación o repugnancia. Y nuestra imaginación, nuestra fascinación y nuestra repugnancia también forman parte del universo.

El judaísmo clásico plantea una idea interesante: el hombre es asociado de Dios en la obra de la creación. O sea que nos es dado empeorarla o mejorarla.

Si damos un paso más que los judíos y prescindimos de fantasmas nos damos cuenta de que los dioses no pintan absolutamente nada en esto: el destino del mundo está en nuestras manos, y sólo en las nuestras. Esto no es arrogancia ni tampoco pesimismo, es pura responsabilidad: mientras no esté dicha la última palabra podemos mantener una duda razonable y pensar que el destino de la especie aún tiene una posibilidad. Hacer algo respecto de esto es una obligación, oportunidad, utopía o sueño que nos interpela todos los días. Silenciosamente. A los gritos.

Es verdad que hasta el momento quizás nos ha ido más mal que bien, pero también es cierto que hemos conocido cosas muy parecidas a la felicidad. Ya el hecho de que exista la palabra sugiere que quizás exista la cosa, o que pueda ser inventada.

Alguno dirá que el daño ya está hecho, que aún si lográramos algo parecido a la felicidad no compensará las penurias que tantos ya han sufrido irremediablemente: "¿Qué revolución compensará las penas de los hombres?" se pregunta certeramente alguien.

Quizás el hecho de que sigamos aquí leyendo esto, y de que después lo olvidemos y persigamos otra idea, otro deseo y otro destino indica que queremos seguir, que no queremos abandonar, que hay una lúcida locura llamada Razón que nos dice que todo es posible.

Buenas tardes.



* Traduzco ineptamente :

Cuando un pez de las grandes profundidades, enloquecido, nada ansiosamente hacia los peces de su familia a seiscientos metros de profundidad los urge, los despierta, los aborda a uno detrás del otro:

- ¿No oyes el agua que corre, tu?
- ¿Y aquí no se escucha nada?
- ¿No escuchan algo que hace "tche", no, más suave: "tchii", "tchii"?
- Presten atención, no se muevan, se va a escuchar de nuevo.

¡Oh Miedo, Amo atroz!

El lobo teme al violín. El elefante teme a los ratones, a los cerdos, a los petardos. Y el agutí tiembla cuando duerme.



17.11.07

It's oh so expensive, darling

A veces los habitantes del imperio americano dan lástima. Una buena muestra de que el dinero no puede reemplazar las neuronas es esta.

Pagan una millonada por comer un postre que tiene entre sus ingredientes... oro comestible. Una barbarie casi palpable.

El complemento ideal del oro comestible es por supuesto la cagarruta de roedor, exquisito maridaje gastronómico que díganme si no es la síntesis más perfecta del capitalismo global.

No sé, yo creo que el imperio romano decaía con más clase, che.

No pude evitar recordar - quizás para purificar un poco el aire - la figura del querido maestro Yasunari Kawabata, que vivía en lo que él denominaba refinada pobreza.

Buenas tardes.

5.11.07

Esa patria. Esa sí.

DIEZ DÉCIMAS DE SALUDO AL PUEBLO ARGENTINO

Allá en mi pago hay un pueblo
que se llama no me olvides;
quien lo conozca que cuide
su recuerdo como gema,
porque hay olvidos que queman
y hay memorias que engrandecen,
cosas que no lo parecen,
como el témpano flotante
por debajo son gigantes
sumergidos, que estremecen.

Mi pueblo es un mar sereno
bajo un cielo de tormenta:
laten en su vida lenta
los estrépitos del trueno.
Pudo engendrar en su seno
las montoneras de otrora
y cuando llegue la hora,
mañana, también podrá
clavar a su voluntad
mil estrellas en la aurora.


No hay cosa más sin apuro
que un pueblo haciendo la historia.
No lo seduce la gloria
ni se imagina el futuro.
Marcha con paso seguro,
calculando cada paso
y lo que parece atraso
suele transformarse pronto
en cosas que para el tonto
son causa de su fracaso.

Mi pueblo no es argentino,
ni paraguayo, ni austral;
se llama "Pueblo Oriental"
por razón de su destino.
Pero recorre el camino
de sus hermanos amados,
el de tantos humillados,
el de América morena,
la sangre de cuyas venas
también late en su costado.

Mi pueblo no estuvo ausente
ni mucho menos de espaldas
a la trágica y amarga
historia del continente.
Fuimos un balcón al frente
de un inquilinato en ruinas
-el de América Latina
frustrada en malos amores-,
cultivando algunas flores
entre Brasil y Argentina.

Pero mucho no duraron
las flores en el balcón,
el rosquero y su ambición,
imprudente, las cortaron.
Y fueron las mismas manos
que arruinaron el vergel,
las que acabaron con él,
las que hoy muestran, codiciosas,
en vez de un ramo de rosas
unas flores de papel.


No falta el bobalicón
nostálgico del jardín,
pero entre todos el ruin
es el que trajo al ladrón;
ése no tiene perdón:
si protegen sus ganancias,
la decencia y la ignorancia
del pueblo, son sus amores;
no encuentra causas mejores
para comprarse otra estancia.

Ese sí, no es oriental,
ni gringo, ni brasilero;
su pasión es el dinero
porque es multinacional.

Mentiroso universal
desde que vino Hernandarias,
piensa en sus cuentas bancarias
ponderando a los poetas
que hacen con torpes recetas
canciones estrafalarias.

Así pues, no habrá camino
que no recorramos juntos.
Tratamos el mismo asunto
orientales y argentinos,
ecuatorianos, fueguinos,
venezolanos, cuzqueños;
blancos, negros y trigueños
forjados en el trabajo,
nacimos de un mismo gajo
del árbol de nuestros sueños.

Y ahora reciban, señores,
un saludo fraternal;
dice mi pueblo oriental:
ya vendrán tiempos mejores.
Cifra de nuestros amores
poncho patria en el espanto
de mi pueblo y sus quebrantos
no les puedo conversar,
sólo les quise entregar
su corazón con mi canto.


Alfredo Zitarrosa

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