7.11.11

Satori




Second time I've fought for my country, first time I've known my enemy, dice el cartel. O sea, más o menos: "Segunda vez que lucho por mi país, primera que conozco a mi enemigo". Estamos en Wall Street, y resulta que algunos marines están dispuestos a ponerse al frente de los manifestantes y poner el pecho frente a la policía. Mirá vos.

Tomar conciencia es de las cosas más difíciles y liberadoras, me parece. Liberadora porque implica el fenómeno que algunos sofisticados del budismo zen llaman satori: iluminación, despertar. En castellano corriente hablaríamos de "darse cuenta"; pero hay otra expresión porteña, notoriamente afín al budismo zen: "avivarse".

Y difícil también es, sin duda; porque la toma de conciencia suele venir acompañada de la sensación -reciamente molesta- de que a uno lo tomaron por imbécil, más de una vez y muy seriamente. La condición que legitima el sentirse avivado es la admisión sin cortapisas de que uno antes no lo estaba, que era un gil (un gilipollas, que dirían en España).

Despertar es reconocerse previamente dormido, ausente. Y durante esa ausencia, durante esa existencia sonámbula e intoxicada vaya a saber las imbecilidades que uno ha hecho. Para quién ha estado jugando. Cuánto tiempo ha perdido.

Y admitir todo eso cuesta. Mucho.

Por eso para tomar conciencia no sé si hay que ser inteligente, pero seguramente hay que ser valiente. Tener las tripas para replantearse todo, dejar mucho de lo cercano, perder acaso apoyos. Y es que luego de tomar conciencia uno deja de ser el que era para poder ser uno mismo.

El soldado ha encontrado a su enemigo. O al menos esta vez sabe dónde buscarlo.

Y nosotros?