Sabios públicos
En todas las sociedades han existido sabios públicos. Son esas personas que han sido señaladas como poseedoras de una superlativa inteligencia por quienes oportunamente detentaron el poder de hacer circular masivamente lo que se les cantara. Ayer eran llamados sabios, proclamados por bandos reales, decretos y cédulas públicas. Hoy ostentan el más modesto -aunque también más sofisticado- título de intelectuales, y son difundidos por los medios masivos de comunicación a través de los cuales adquieren autoridad. Todo cambia; o nada, según se mire.
Nada cuesta imaginar que su carácter público hace al tal sabio dependiente de la fama, ergo del poder, que a su vez necesita al sabio público para legitimarse. Ambos se señalan mutuamente y se cantan loas, aunque aparentando una estricta, insobornable independencia.
Ahora bien: demostrar inteligencia y justificar lo injustificable son cosas poco compatibles, por lo que el sabio público se ve obligado a numerosos hábitos que le permitan acreditarse como tal con total independencia de lo que exprese. Estos hábitos -por mecánicamente repetidos- se transforman en ritos, tics reconocibles con apenas un poco de ojo fresco.
Tics
Condenado a afirmar cualquier gansada, el sabio público debe su fama antes que nada a las formas. El marketing es vital para su oficio: debe conocer los rudimentos de la sintaxis, y si su estilo es florido mejor que mejor. Debe mostrarse en todo momento preocupado, meditabundo, en posturas reflexivas, y por supuesto: siempre sorprendido en el escenario adecuado. Imposible retratarlo mientras ataca un bife de costilla por ejemplo, o tomando sol.
Y no es que no haga estas cosas, las hace puesto que vive como cualquiera de nosotros, sólo que -paradójicamente imposibilitado de ejercer inteligencia alguna incluso aunque la posea- tiene que decir cosas tan ridículas que sólo una postura radicalmente diferente de la del ciudadano de a pie -una postura intelectual- puede defender su fama del peligro que representa el pensamiento crítico y libre. Hay gente que cree que todo lo que se dice con expresión seria es serio, dijo no me acuerdo quién, y no fallaba.
Un pasado vaga o concretamente izquierdista no es un impedimento para el sabio público, hasta puede ser un plus siempre que haya abandonado esas veleidades, o las sostenga dentro de lo que en el (ya muy maltratado) vocablo "izquierda" se tolera como inofensivo: nada de atacar el derecho de propiedad, los modos de producción vigentes o hablar de lucha de clases; todo eso debe condenarse como "viejo", "pecado de juventud" o crimen liso y llano. Por eso encontrar temas de interés es el desafío del sabio público, quien aplica su certero ojo a temas que estén de moda.
Así por ejemplo perduran ensayos de tanta trascendencia, enjundia y provecho que las generaciones futuras -y no tanto- seguramente entenderán con claridad los problemas urgentes de, digamos, la Argentina de los '90 *.
El contenido
Así que frente al sofisticado intelecto amplificado no nos queda más defensa que el pedestre pitorreo popular. Deleitémonos pues nosotros, incultos exentos de los ritos magnos, los que obtenemos nuestro plato de comida mediante el ejercicio de vulgares menesteres, que no el de exhibir nuestro caletre.
En el importante ensayo citado podemos detectar varios tics. Uno de ellos es el abuso de palabras y giros rabiosamente à la page como "construir sentidos", "torrente de significantes", "fractura", "high-tech", y otros pedantescos abortos que nacen ya tan envejecidos como accesorios de temporada en la costa. El sabio público es esencialmente -aunque lo negará indignado- un astuto comerciante; debe vender rápido porque lo muy a la moda perderá todo interés en apenas unos años, meses si se descuida.
¿Y qué hay del contenido? Porque hasta aquí sólo hemos analizado el estilo. El siguiente extracto -siempre del ensayo citado- es resaltado por Wikipedia, así que inútil es dudar de su calidad:
El shopping, si es un buen shopping, responde a un ordenamiento total pero, al mismo tiempo, debe dar una idea de libre recorrido: se trata de la ordenada deriva del mercado (...) Sólo los niños muy pequeños pueden perderse en un shopping, porque un accidente puede separarlos de otras personas y esa ausencia no se equilibra con el encuentro de mercancías.
Qué falta nos hacía aprender esto: necio sería pretender compensar la pérdida de un niño con la compra de un Feng Shui. El "encuentro de mercancías" es asimismo otro hallazgo de la shoppinglogía, si se me permite el ataque a la glotis. Pero no nos extrañemos, Alan Sokal ya nos reveló parte de esos mundos fascinantes.
Anatemas
El sabio público -a esta altura ya sabemos que se trata en realidad de una sabia- también condena, particularmente todo aquello que escapa a su control. Los blogs -esa molesta actividad de saboteadores que insisten en escribir sin cobrar- suelen poner de los cables a l@s sabi@s públic@s. La defensa de sus valedores -los medios masivos que pagan por escribir- es su propia defensa, y no la hay mejor que un buen ataque:
Los blogs de activistas no aceptan el control de calidad al que está sometida la prensa profesional. Pueden difundir noticias falsas o verdaderas sin que, al día siguiente, sean invariablemente impugnados. precisamente porque viven del rumor, que es un estado "natural" de la opinión pública, no deben obedecer las mismas normas que el periodismo profesional....
Control de calidad y normas de la prensa profesional: he ahí un interesante tema de debate. Yo carezco de argumentos -qué se puede esperar de un aficionado- pero sin exagerar la importancia de internet, diría que impugnar a la prensa profesional es algo muy difícil para el ciudadano común, y no digamos ya "invariablemente". La impugnación a quien escribe en un blog o en twitter la dan los propios lectores de manera directa mediante el uso de fórmulas sofisticadas o no, pero invariablemente inmediatas.
Pasemos a la política doméstica en la Argentina actual:
Es muy fácil: si se formara un frente de centro izquierda donde confluyan los socialistas, los radicales, Stolbizer, yo lo votaría. Si no se forma ese frente voy a hacer un voto institucional y de principios: no un voto útil. No va a haber fuerza en el mundo que me obligue a hacer un voto útil. Voy a votar a Carrió si ella representa un voto de principios. Carrió es el equivalente a un partido liberal europeo, como los liberales ingleses o los liberales alemanes. No es el partido mesiánico, no seamos tan ignorantes. Si Pino se hubiera presentado para presidente de la República podría haberlo votado a él. No va a haber una fuerza que me lleve a votar algo que no pueda defender abiertamente y por escrito.
Aquí debo expresar mi acuerdo sin reservas; como poder, se puede defender abiertamente, por escrito, oral y lenguaje de señas cualquier cosa. Y además "Es muy fácil", veamos cómo:
Si la palabra "izquierda" está muy maltrecha, a la pobre palabra "socialista" no le ha ido mejor; si te meten el ajuste, el recorte y la reforma estructural más liberal de mercado que te puedas imaginar en nombre del "Socialismo Obrero", no extraña que el electorado piense que le irá mejor con el capitalismo burgués declarado. Nosotros ya descubrimos que no, pero eso es otra historia.
Digamos que estos disfraces terminológicos permiten hacernos creer que estamos realmente eligiendo entre opciones, que serían capitalismo a lo bestia versus alguna suerte de capitalismo que nos perdone la vida, con un poco de desarrollo y política social. O sea más o menos lo que hace el gobierno actual de Argentina.
Pero ¡oh! resulta que aquí no se habla del gobierno actual sino de la oposición al mismo. Oposición caracterizada por sus propuestas de liquidar todas las trabas que el presente gobierno impone a la burguesía para impedir que termine de aplastar a la clase trabajadora y transformar la salud, la educación y la vivienda en mercancías puras y duras, como en los '90. Ah, sí: y "calidad institucional", también como en los '90. Y "basta de corrupción", sí, también lo mismo.
Luego la sabia pública afirma que dadas ciertas condiciones "va a votar a Carrió". No sé si hace falta comentar nada, el lector que conserve la cordura entenderá rápidamente que algo anda mal, que votar por Blanca Curi tiene tanto sentido como pedirle a Lenin que te tire el tarot, no sé. Y llega el anonadamiento al leer que "es el equivalente de un partido liberal europeo"... En serio: ¿lo qué? ¿Esto es lo que dice alguien que supuestamente vive de los productos de su intelecto? ¿Esta es la gente inteligente, viajada, leída y pensante? ¿Qué nos queda a los tontitos?
De acuerdo: nos consta que la derecha liberal europea también quiere arruinar a la clase trabajadora, pero lo hace sin necesidad de -por ejemplo- pedir la intervención extranjera en sus propios países, ni de incurrir en la tenaz deficiencia y la furibunda inepcia vidente.
Como para no dejar banda por tocar con este tiro magistral la sabia pública -considerada como vagamente progrezuela- menciona al final a un prominente representante del voto calificado (sí, tambien "izquierdista", izquierdistas que piden el voto calificado sólo en Argentina my dear...) En definitiva: que nuestra sabia pública al final dijo que votaría cualquier cosa menos al gobierno actual, que se dice en una frase. Pero claro, así hablamos los zafios pelagatos.
En fin, esta sabia pública, señora cuyo aspecto general es el de un bufón medieval embutido en ropajes de shopping subde, no deja dudas acerca de su condición.
Beatriz Charlo creo que se llama, algo así.
* Sugiero consultar índices de empleo legal e ilegal, mortalidad infantil, actividad industrial, educación, salud, vivienda, consumo, alimentación, servicios públicos. Lo que sea.