29.3.08

¿Lucha de clases? ¿Cuál lucha de clases? II

Dos apuntes nomás:

I - El discurso K:

El discurso que parece le cuesta entender tanto a la clase media porteña como a la izquierda patética.

Kristina salió a decir lo obvio: "No queremos la lucha de clases". Gracias Kris, eso ya lo sabíamos. El problema es que no se trata de lo que vos quieras o no. La lucha de clases se caracteriza principalmente por ser fomentada, ejecutada y llevada desaforadamente adelante por aquellos que más la niegan. En Argentina no son los trabajadores los que llevan adelante la lucha de clases, porque hace demasiado tiempo que perdieron la iniciativa. A lo que más llegan los desesperados - y esto es cuando ya no pueden más - es a alguna acción inconexa, estrictamente de supervivencia y por lo tanto sin el menor contenido político como son los saqueos.

Pero la oligarquía y el sector financiero sí que saben de lucha de clases. Se lanzan organizada y disciplinadamente a hundir el país cada vez que ven la posibilidad de un buen negocio. La pobreza ideológica, cuando no la absoluta falta de una mínima lógica lleva a la pequeña burguesía de las ciudades a creer ridículamente que "el país" son los intereses de estos privilegiados.

Kristina dijo algo perfectamente entendible para cualquier iletrado, repitiendo las palabras de un buen economista: ¿qué pasaría si los concesionarios de servicios públicos como la energía eléctrica, o el gas decidieran cortarlos para lograr aumentos en las tarifas? Es mucho pedirle a un imbécil que reflexione sobre eso.

Es mucho pedir también que se entienda algo tan sencillo como que en un estado capitalista normal (y siempre tenemos que denunciar la falta de coherencia del capital con los mismos principios que postula) las retenciones son una herramienta estratégica del estado para evitar que el súbito crecimiento en la rentabilidad de un cultivo determinado (en este caso la soja) lleve a los productores de cualquier otro alimento necesario para la población (papas, tomates, maíz, trigo) a pasarse a la soja porque es un negocio muchas veces más rentable. El mercado interno argentino consume menos del 3% de la soja que se produce, pero la imbecilidad del pequeño burgués fanático tiene mucho músculo: llenar de soja la superficie cultivable argentina para consumo de la India y China es "hacer patria".

Se habla de los "pequeños productores", especialmente de la FAA, que actúa como punta de lanza de los grandes latifundistas. Se habla del precio de los insumos, de las dificultades financieras que atraviesan, de que las retenciones no les permiten prosperar. Me pregunto: si yo pongo un kiosko en Buenos Aires, y me fundo ¿a quién le reclamo? Si en un estado capitalista monto un negocio cualquiera y me va mal ¿puedo dejar de pagar impuestos? ¿Dónde está la cacareada "libre empresa"? La "libre empresa" es la bandera que se enarbola para ganar, pero se oculta cuidadosamente cuando el negocio va mal "¡Que venga el estado a rescatarnos!". Si el pequeño productor está a favor del sistema capitalista entonces que se joda si pierde, como se jode cualquier hijo de vecino cuando invierte y le va mal. Es en este desdichado país en el que hubo que escuchar a un capitalista decir: "Yo quiero que el estado me garantice el mercado". Pavada de emprendedores.

Hasta aquí el discurso de Kristina en el que se advierte un desesperado - e inútil - intento por crear un estado capitalista nacional con una alta proporción de tierras cultivables en manos de una concentrada oligarquía inescrupulosa que quiere llevar el país a niveles de vida africanos. La pregunta entonces es: ¿qué es lo que quiere negociar? El mensaje es sencillo: "No esan tarados, si el gobierno cede en la pulseada va a ser muy evidente que gobiernan ustedes y que lo que la gente votó es papel mojado. No me desautoricen que les vamos a dar por debajo de la mesa todo lo que quieran". O casi todo al menos, lo suficiente como para que puedan enriquecerse a lo pavo mientras el resto del país intenta comprarse chombas Cardon truchas.

Ni merece la pena la ridiculez de sus alusiones "de género". Parece que no hay ni un poco de sobriedad y que hay que echar mano de toda la demagogia posible. Sin que nadie más haya dicho ni pío del tema ha sido la progresía kirchnerista la que ha hablado hasta por los codos de la "condición de mujer" de la susodicha, cosa que a nadie seriamente le interesa. Y si quieren contar a sus opositores más acérrimos, vean que entre las filas de la pequeña burguesía cacerolera hay muchas más descerebradas que descerebrados.

II - La izquierda mongui

El dominio del marxismo de estos muchachos es fantástico. El Partido Comunista (?) Revolucionario (??) debe ser el más patético con su enamoramiento "nacionalista" de cuando fascista se presente. No deja de babearse con la "pueblada agraria" y sueña con ser invitado a la Sociedad Rural.

Las variopintas siglas trotskistas (Trotsky querido, no resucites por favor, que si los ves te volvés a morir) salieron a reclamar una "salida obrera y socialista"; vamos, que es facilísimo: ante cualquier problema (cortes de luz, desabastecimiento, inundaciones, protesta de los vecinos de Monte Grande, reclamos por el precio de los rabanitos, exigencia de la vuelta de Tremendo a los escenarios, etc.) la izquierda marxista repetirá la misma consigna: "¡La salida es el socialismo!". ¿Identificar al enemigo de clase? ¿Plantear el problema de cómo movilizar a la clase obrera y aliarla con quién? ¿Traducir consignas en acciones concretas? De eso nada. Basta mencionar a los "pequeños productores" para que sean capaces de aprobar los cortes de ruta y dejar sin comida al cordón industrial. Brishante muchachos.

III - Entretanto...

La crème de la derecha se reunió en Rosario. Entre ellos halcones del Departamento de Estado yanqui, el pedantesco muñequito español y Varguitas Llosa, el canoso cholo del altiplano con ademanes finolis. En el evento se vendió un jueguito muy lindo, similar al Estanciero, que se presenta de esta excitante manera:

"Devaluá a tus competidores, acorralalos, y por las dudas multalos y saquealos". El jueguito explica que se va ganando mediante juicios al estado (sic) y acciones de amparo; y al final se puede optar por una jubilación de privilegio.

¿Más clarito? Echale aire.

26.3.08

¿Lucha de clases? ¿Cuál lucha de clases?

Verso puro, mi estimado. Las clases sociales viven en una armonía perpetua por el bien de la patria. Fukuyama tenía razón: la historia se acabó, boló.

¿Se acuerdan de todas las sesudas peroratas contra los piquetes y los cortes de ruta? Que "el derecho a la libre circulación bla bla bla", que "al final terminan perjudicando a los que no tenemos nada que ver bla bla bla", que "somos rehenes de intereses sectoriales", que "mis derechos terminan donde empiezan los derechos del vecino de enfrente y que...".

Ensayemos una clara redacción para nuestro código de moral ciudadana: "El piquete y la violencia son inadmisibles e intrínsecamente perversos los provoque quien los provoque". Punto. Seguido: "Tratándose de dueños de más de 500 hectáreas el piquete deja de llamarse piquete y comienza a denominarse 'soirée de acción directa'".

Como podemos ver, la moral eterna baja de los cielos y nos indica el bien y el mal con prístina nitidez. El que no la entiende es un recalcitrante marxista que quiere dividir a los argentinos en clases, como si tal cosa fuera posible.

Hace ya unos años que la tilingada del campo gusta de promover su imagen entre cheta y campechana. Extiende su marketing a la capital con productos de marca, alpargatas de cuero de carpincho, matecitos con herrajes de plata y botas de polista. Y como ocurre siempre con el marketing, la estupidez es una apuesta segura: un día después de la marcha contra el golpe, ellos tuvieron su cacerolazo a favor.

Puñaditos de clasemedieros, doñas rosas dueñas de kioskitos, comerciantes sin más tierra que las de las macetas se calzaron esa chombita de La Martina que compraron con sacrificios y lucieron en cumpleaños menesterosos y salieron a sacudir los postes de luz. "Yo estoy con el campo" dice esta pobre gente.

Entretanto, una de las dirigentes más histéricas con las que cuenta esta oligarquía rapaz lo dijo claramente: "Si esto sigue así habrá muertos de a puñados". Haríamos bien en tomar debida nota, y especialmente la izquierda - que el 24/3 demostró una notable capacidad de movilización - tendría que prestar atención a las declaradas intenciones del enemigo de clase: "muertos de a puñados", dice esta hiena pensando ciertamente en las vidas de otros, no en la suya.

El enemigo de clase tiene en mente una sóla cosa: el dinero. No pide ni quiere otra cosa que lo que considera naturalmente suyo: el país entero y el fruto del trabajo de todos. No duda en destruir toneladas de grano, tirar cosechas enteras al mar y dejar pudrir alimentos en los silos ya sea para aumentar los precios del mercado interno, vender a precio dólar o extorsionar políticamente al gobierno usando de rehén a toda la población. Esto en un país en el que millones de personas pasan hambre.

La única salida contra estos parásitos es la expropiación. No respetan ni siquiera las reglas del mercado capitalista por la sencilla razón de que ni siquiera son capitalistas. Ignoran el riesgo, la inversión o el desarrollo que agregue valor al producto final. Para ellos el estado (es decir: la población argentina) sólo existe con el objeto de rescatarlos financieramente y subsidiar sus insumos sin ninguna contrapartida a cambio. El momento excepcional que ha aumentado los precios de los commodities que venden ha exasperado la codicia de estos inútiles rentistas, cuyo payasesco nacionalismo criollo consiste en babearse de alegría soñando con colocar toda la producción en el exterior a precios internacionales.

Cuando comenzó el gobierno de Kirchner, en 2003, el Banco Nación –con fondos que son de todos– tuvo que acudir al rescate de 45 mil explotaciones agrarias que habían llegado al borde del abismo en las crisis de 2001/02. Luego, tanto los productores agrarios como el país fueron –lo son todavía– beneficiarios de una excepcional demanda por parte de economías a escalas desmesuradas, como son China e India entre las principales, de un volumen tal de "commodities" que si el 10 por ciento de los alumnos de escuela primaria en India recibiera un vaso de leche diario, Uruguay podría colocar su producción tambera completa. La producción de combustibles alternativos, a partir de soja y granos, también contribuyó a fomentar la excepcionalidad del momento. Esas demandas elevaron los precios de la soja, por citar una, a un ritmo todavía superior al del barril de petróleo, de tal modo que resultaron atractivas a los fondos internacionales de inversión que hacían contratos de compra a futuro de materias primas para cubrirse de la devaluación del dólar. No hay que ser muy imaginativo para suponer las ganancias que están acumulando los "campesinos", ni sus deseos de colocar hasta el último gramo de producción en dólares, aunque eso signifique reducir el abastecimiento del mercado interno a lo que quede, sea poco o nada.*

¿De qué lucha de clases me hablan?

* J.M. Pasquini Durán. Página/12 Editorial 22/03/2008.

17.3.08

El Estado alienígena

En Francia se está dando otro caso: Chantal Sebire, una mujer de 52 años padece un cáncer terminal cuya evolución además de ser muy dolorosa provoca una progresiva deformación de la cara. La mujer pide al estado el derecho al suicidio asistido.

La mujer tiene opciones, varios países de Europa permiten legalmente el suicidio asistido, pero ella quiso crear un precedente. El hecho en sí es irrelevante por cuanto estas opciones podrían no estar - y de hecho muchas veces no están - al alcance de cualquiera. La respuesta del estado es plenamente esquizofrénica:

"La petición de la señora Sebire, que es comprensible en términos humanos, no puede tener éxito en la ley", dijo el tribunal en su sentencia.

Mientras el deterioro físico de la señora Sebire merece compasión, bajo la ley francesa el juez debe rechazar la petición".


Esto es interesantísimo: la petición se considera razonable "en términos humanos", me pregunto entonces quién ha denegado la petición, supongo que una computadora, o un alienígena que "comprende" a las inferiores criaturas humanas y su sentimentalismo.

La segunda frase nos lo explica con claridad: la mención de la compasión lejos de mostrar algún lado humano del emisor refuerza la situación de miseria de aquella frente a "la ley francesa". Estoy interesadísimo en cómo se considerarán legalmente las implicancias del también muy francés caso de Jerôme Kerviel y el Banco Societé Generale. No estoy muy seguro si la ley será también en este caso una fría y desapasionada computadora ya que varios millones de euros suelen tener un costado humano mucho más fuerte que un cáncer terminal.

La iglesia... ¿es necesario decir nada? Digamos que sí: la iglesia dijo claramente que "la santidad de la vida está por encima de ningún otro factor". Y esto es curiosísimo, porque la iglesia habla de la santidad de algo, pero no de la propiedad de ese algo. O mejor dicho: sí habla muy claramente de la propiedad... vamos, no habla de otra cosa. La vida pertenece al Dios Nuestro Señor que la iglesia proclama, dios que seguramente no es el que proclama la Sra. Sebire. Es evidente que el dios en el que crea la Sra. Sebire es un dios inferior, secundario, impotente. Los dioses más fuertes siempre someten a los dioses más débiles.

Porque ya sabemos: ¿cuánto puede valer el dios de la Sra. Sebire, sus creencias, sus valores, su opinión? ¿Cómo osa esta simple mortal disponer de esa vida, que como todos sabemos no le pertenece sino a la Santa Madre Iglesia Católica?

Nuevamente se plantea el mismo problema: ¿por qué intentan influir en los poderes públicos cuando no existe duda de que no hay derechos de terceros implicados? Se trata de la decisión - seguramente una de las pocas - que sin duda atañe no principalmente, sino únicamente al interesado. No se entiende de ninguna manera la necesidad de violentar la voluntad de otro sino por un afán retorcido de someter la conciencia y el ser de los demás a su propio capricho. La Sra. Sebire no puede disponer de su vida, debe sufrir; y no por su decisión sino porque alguien, vaya uno a saberse con qué autoridad, ha dispuesto en su lugar de su vida.

Ante esto nadie contesta seriamente nada. Hay que contentarse con débiles ridiculeces:

a) Alusiones al nazismo, cuando es la iglesia la que hace lo mismo que los nazis: quitar al individuo la decisión sobre su propia vida. Pronto nos convencerán de que seis millones de judíos se han suicidado con permiso del III Reich.

b) Slogans baratisimos acerca de la "cultura de la muerte".

c) Ejemplos de gente que pasaron situaciones "peores" (al indudable juicio del ejemplificador) sin suicidarse. Como si esas personas estuvieran amenazadas por los nazis inventados en el punto a).

Preguntas simples que no se pueden responder: ¿Qué autoridad cree sinceramente tener Ud. sobre mi vida? ¿Ud. puede prohibirme mediante la ley suicidarme? ¿Y Ud. dice tener buenas razones? ¿O al menos honestas, fundadas, serias razones? Si las tiene ¿por qué no intenta exponerlas para disuadirme de mi propósito y quedar en paz con su conciencia? ¿Al menos sabe Ud. que lo que hago no le concierne más que si yo le doy permiso ya que se trata de mi existencia, nada menos? ¿Ud. prentende saber más que yo sobre mi vida? ¿Ud. ignora que necesita mi permiso para meterse con mi vida? ¿Y Ud. pretende la virtud de la humildad? ¿No se le pasa por la cabeza la efímera posibilidad de que Ud. tenga mi vida en sus manos sin ningún derecho? ¿No sabe que Ud. puede estar equivocado porque es humano? ¿No sabe que si a alguien compete el fin de mi vida es a mí mismo y a nadie más antes que yo?

Porque ignorar esto para mí es casi un rasgo de locura.

Buenas noches.

13.3.08

Parasitismo

¿Por qué ponerse a escribir si hay gente que ya he planteado las cosas más o menos como las plantearía uno, incluso mejor? Parasitemos un poco.

Aquí el
Carnefice señala una reflexión sobre los sindicatos docentes ¿Está harto de que nuestra minúscula izquierda política no produzca más que slogans sobre la educación? ¿Quiere críticas lúcidas a los sindicatos? Pruebe esto que está rico.

Si por el contrario Ud. prefiere dejar la política porque ya está harto, entonces métase acá que
Severianus pergeñó una explicación tan clara sobre el azar que pude entenderla sin ayuda.

Un blog de blogs... no estaría mal.

5.3.08

Shoa

Se llama Matan Vilnai, pero el nombre importa poco ¿Quién es? Otro burócrata de la muerte. Un sirviente de quien pague.

Todavía en la secundaria cualquier persona de izquierda tenía sus simpatías por el pueblo judío. Uno pensaba erróneamente que el hecho de atravesar una historia signada por la persecusión y el apremio haría a quien fuera o se sintiera judío más humano más allá de su pertenencia de clase o su acuerdo con el sistema.

Detestábamos a Israel, ese gendarme asesino. Pero queríamos creer que muchas personas de la colectividad judía ("la cole") mantenían una vinculación sentimental con Israel debido en buena parte al antisemitismo. Una reacción defensiva, una necesidad.

Bien, Matan Vilnai, o como se llame este ministril del gobierno sionista, nos ha quitado toda prevención. Nos ha demostrado cuan tontitos éramos. Si hubiéramos entendido mejor que es sólo la ideología de la clase la que manda, habríamos comprendido que el holocausto judío le importa a un judío burgués lo mismo que a cualquier burgués: nada.

La maldad tiene afortunados rasgos de imbecilidad que nos permiten reconocerla; este genocida ha dicho recientemente que los palestinos "Se están provocando una ‘Shoá’ mayor, porque usaremos toda nuestra fuerza en la forma en que consideremos adecuada, ya sea con ataques aéreos o terrestres."

Después vinieron las aclaraciones y las matizaciones y las acotaciones y los puntitos sobre íes olvidadas. Importa poco. Ya lo sabíamos de todos modos: el judío burgués es perfectamente capaz de decir: "Los vamos a hacer jabón, como a los moishes".

Y es que la hipocresía es un ejercicio riesgoso, sobre todo cuando se practica asiduamente. Se corre el serio peligro de ser súbitamente sincero, con una brutalidad tan franca como instructiva.

La pertenencia a un pueblo o a una cultura plantea siempre el problema de los intereses de clase. La clase dominante sujeta a los pueblos a sus intereses y su destino, por algo es dominante. Y así el chantaje patriótico se extiende a toda la sociedad ¿Estoy hablando del pueblo judío? No, estoy hablando de sus clases dominantes, del complejo militar industrial israelí e incluso de la ultraderecha cristiana yanqui. Pero en la colectividad judía, en las clases medias de la cole porteña es difícil no encontrar demasiados "buenos alemanes", esos cómplices silenciosos - y no tanto - del nazismo.

Es interesante observar a los extremistas judíos; sus rostros se crispan con una histeria particular y una sonrisa de rigor mortis: toda la vida quisieron ser nazis. Hoy se felicitan y esgrimen sus armas una y otra vez tomándose la revancha del cobarde. Si al menos disimularan un poco. Si al menos no fueran tan explícitos en sus obscenas neurosis. Están tan jugados en su falta de escrúpulos que parecen estar todo el tiempo huyendo hacia adelante.

El burócrata imbécil lo ha dicho por ellos: nosotros podemos crear nuestra propia shoah, nosotros podemos conmemorar un holocausto y crear otro, nosotros podemos llorar a nuestros muertos y reírnos de los muertos ajenos.

Porque en realidad ningún muerto nos importa. Ni ningún vivo. Porque nosotros no tenemos conciencia.