28.4.11

Recordamientos

Che, ¿alguien se acuerda del Club del Trueque?

No... pregunto nomás.

Extraño mucho la profundidad de los análisis ¿se acuerdan? que nos propinaban acerca del Club del Trueque gente de esa izquierda europea monona que jamás hizo trueque alguno. Como Toni Negri, por mencionar a uno: la deserción, la paralela, hacer la tuya, la neohippie, la dispersión, la rizomática, la férrea duda intocable...

No me digan que no les da un poquito de nostalgia. Me pregunto cómo los protagonistas le explicarán a sus hijos que formaron parte de esta intrépida gesta de la izquierda macrobiótica, los días gloriosos de la resistencia rigurosamente desorganizada por mandato del tartamudo intelectual del momento.

¿Qué..., perdón...? ¿Que quién es... eh...?

¿Pero cómo? ¿Nadie se acuerda de Toni Negri?

12.4.11

Dorados recuerdos



(publicado por Mundo Perverso en un interesante ejercicio de memoria, todos los derechos son de Canal 7, TV pública argentina)

Muy curioso; los tilingos que hoy vociferan contra este gobierno son los mismos que ayer miraban esto con la bocota así de abierta.

Gentecita que jamás movió un dedo, que aceptaba mansamente la risotada en plena jeta ("acá nadie hace la plata trabajando", "es una casualidad permanente") atinando como mucho a mover la cabecita y decir "qué barbaridad" hoy parece contagiada de un odio infinito hacia un gobierno que no hace más que subsidiarle los servicios. La ignorancia política debe ser la más grave, porque hace al individuo actuar contra sus propios intereses.

No se sabe cómo va a evolucionar la crisis mundial, pero mientras dure las burguesías periféricas buscarán nichos de desarrollo, en criollo: pescar a río revuelto. Se cumple el aserto de Abelardo Ramos, quien señalaba que mientras la prosperidad de los países centrales se basa en el estrangulamiento económico de la periferia, las crisis que sacuden a las metrópolis abren oportunidades de negocio para los países subdesarrollados.

Por eso la teoría del "viento de cola" no es del todo errada, pero eso no significa que la oposición vaya a hacer nada mejor, entre otras razones porque es imposible encontrar a alguien entre sus filas con la mitad del coeficiente intelectual de Cristina Fernandez. Es por eso que la mamarrachesca oposición al presente gobierno carece de proyecto: no logran concitar el quorum de sus empleadores -la burguesía en su conjunto- que están ocupados haciendo buenos negocios; sólo logran el apoyo de los sectores más atrasados.

Nada de esto -contrariamente a lo que creen los militantes kirchneristas- es sin embargo un proyecto de desarrollo autónomo, no es ni siquiera un "modelo". Lo que ocurre es que la profundidad de la crisis mundial es tal que no sabemos por cuánto tiempo se mantendrá el ciclo. La burguesía argentina tampoco lo sabe, ni le importa. Todo lo que es capaz de ver la burguesía es un sitio de donde sacar dinero, y mientras haya negocios habrá kirchnerismo.

Los trabajadores jóvenes aventajan a la generación de la dictadura porque no se criaron en el terror primero y la indiferencia después. La generación de la dictadura vio pasar el tiempo del país con una impotencia disfrazada de cinismo y preocupación exclusiva por lo "concreto": un auto, una marca, sueñitos de dejar el culo del mundo. La nueva década infame de los '90 fue recibida con alelada atonía, cursitos de control mental y libros de autoayuda hasta que el gran capital directa y literalmente vació sus bolsillos y destruyó minuciosamente su futuro.

Hay una generación de recambio que viene al menos con sentido común. Los trabajadores jóvenes muestran una inquietud por entender el mundo en el que viven. Lo malo es que el referente que tiene la juventud trabajadora es -como en el '45- el peronismo. Nuestro movimiento político psicomorfo por excelencia, el Zelig justicialista, imposible de entender por ningún extranjero... y tampoco por los argentinos mismos, el peronismo es el único movimiento político capaz de superar las sucesivas bancarrotas de los partidos burgueses.

Es instructivo constatar la vitalidad política del peronismo desde el '45 en adelante respecto del resto de los partidos de la burguesía, incapaces de concitar el menor entusiasmo. Hoy ocurre algo parecido. Los bonapartismos latinoamericanos se diferencian de los europeos porque no surgieron de la urgencia de la burguesía por regimentar a los trabajadores sino como una expresión de momentánea fortaleza de la burguesía periférica alimentada por una crisis mundial. Sólo un movimiento político como el peronismo tiene la versatilidad suficiente como para forzar al sector más reaccionario de la burguesía a adoptar una heterodoxia económica útil para ganar capital político (períodos '45 - '55 y 2003 - ?); capital político que será utilizado en el momento oportuno para aplastar a la clase trabajadora (períodos '73 - '76 y '89 - '99).

Por eso es erróneo suponer que el peronismo "no tiene ideología", tiene la misma de todo partido burgués: sostener el sistema capitalista, sólo que las profundas contradicciones del capitalismo argentino exigen que sea un movimiento político invariablemente heterodoxo el que aplique una de cal y otra de arena. Los partidos ortodoxamente burgueses, alineados explícitamente con los intereses del gran capital no logran engañar a las masas y llegado el caso pueden ser reemplazados con ventaja por las fuerzas armadas. Perón lo vio claro luego de la primera década infame (los '30), Cristina Fernández no menos luego de la segunda (los '90); Biolcatti y la turba de colectores de bosta son infinitamente más ignorantes y brutales.

Con estos datos sólo cabe ver un peligro a largo plazo: la acumulación de oxígeno político por parte del peronismo -a expensas de una izquierda incapaz de entender nada- plantea otra vez el mismo problema a la juventud trabajadora. No acostumbrada al forreo inmisericorde que sufrió la generación de la dictadura, a esta nueva generación de trabajadores será más difícil hacerle tragar cualquier píldora. Sin embargo las actuales conquistas (valiosas aunque la izquierda se niegue a reconocerlo) no son -como tampoco fueron las del '45- una concesión desesperada de la burguesía en retirada sino una inversión política bonapartista frente a la crisis mundial.

La historia se repite y ya vivimos la tragedia. Veremos a qué asistimos, esperemos que no a la consabida comedia.