27.5.07

El aborto oooootra vez!

Bueno, primero vamos a pelearnos un poco (de otra forma la cosa no tiene gracia, vamos), pero luego intentaremos una idea. Me gustaría en realidad centrarme más en la idea, pero es que algunas conductas realmente no tienen desperdicio y ejemplifican bien la voluntad de "diálogo" de ciertas gentes.

I – Nos peleamos con los "anti"

Bueno, con esto no asombro a nadie, ya sé.

El debate se armó con el pesadito tema del aborto en otro blog, uno de esos con orientación católica. De derecha. Y para colmo ibérica, una derecha que parece cualquier cosa menos europea.

Me expongo al comentario socarrón acerca de esa mala costumbre que tengo de ensayar la razón contra quienes son enemigos de toda razón. ¿Quién me manda a meterme ahí? La única respuesta que puedo dar es que no pierdo la capacidad de asombro. Todavía.

Pero estoy cerca ¿eh?

El post que me ocupa comienza con esos alaridos típicos de la derecha católica sobre el aborto: "La principal causa de muerte en Europa", sin sonrojarse, la típica foto del niñito por nacer y toda la colección de golpes bajos.

Una de las cosas curiosas que constato es el malestar que despiertan en ciertos espíritus la argumentación y el razonamiento. No se los valora. El uso de la palabra para exponer razones es algo que ven como un intento de hacer trampa y la sensación que se tiene es que simplemente desprecian toda demostración, soportan mal cualquier debate y no están interesados más que en exponer su punto a los gritos. Para ellos usar la razón es un demérito, recurrir a un medio más bien despreciable.

Por eso sus razonamientos son en general pobres, cortitos, las alusiones personales son demasiadas, el estilo es confuso, colorido, exaltado y a veces un poquito bobalicón.

Se entiende: siglos y siglos mandando a gente a la hoguera no los han preparado para argumentar, ni siquiera para entender el valor de una demostración, que como decía nuestro amigo Demócrito "vale más que el reino de los persas".

Hay excepciones, por suerte. En el debate de marras hay que decir que hubo una persona con vocación de argumentar desde la razón, un tal loreto a quien no tuve el gusto de tratar antes.

La derecha católica, especialmente en Europa, está muy interesada en fogonear esta caracterización del aborto como un "asesinato" y larvadamente incuba algo muy peligroso: el odio. Europa no es – afortunadamente – como los EEUU. Pero la derecha católica sueña con llevarla a ese estado de imbecilidad, fanatismo y degradación. Ya se escuchan los alaridos contra las clínicas que practican abortos y no faltará mucho para que estas piadosas gentes empiecen a preguntarse si no convendrá empezar a matar.

Cuidado con ellos, porque si algo no le sobra a esta gente son escrúpulos.

Dicen que les importa la vida. Cuesta creerles cuando uno ve que simultáneamente se oponen también a aquello que previene el aborto con la mayor eficacia: la anticoncepción.

Considerarla un crimen no pueden por un limitado sentido del ridículo, pero se mueren de ganas. Cualquier día nos dirán que el espermatozoide y el óvulo son dos medias personas buscando unirse y que impedirlo es un crimen. No se rían: si leen el post verán que no faltó el filósofo explicando que "la anticoncepción evita la vida".

Por supuesto: sus fieles – salvo unas escasas y respetables excepciones de gente honesta y convencida – practican la anticoncepción alegremente (como tantas otras cosas: la homosexualidad, el sexo fuera del matrimonio, etc. etc.), pero ya sabemos que si alguien está exento de las exigencias morales de la iglesia son sus propios fieles. Lo que en realidad quieren estas piadosas personas es que tanto el aborto como la anticoncepción sean privilegios, y no opciones de libre elección para cualquiera más allá de sus medios económicos.

Por supuesto, fue imposible seguir el debate porque en línea con la mejor tradición reaccionaria y con una ingenuidad casi diría conmovedora (la derecha española se caracteriza por ser muy tosca, muy burda, muy berreta) la persona dueña del blog, al ver que no había posibilidad de contraargumentar, simplemente cerró el post y se quedó con la última palabra.

No hacía falta, bastaba con pedirme que me retire.

Pero aquí puede esta persona – si tal es su deseo – expresarse con total libertad ya que a mí me atan ciertos principios entre los cuales está el que una discusión debe ser leal, y que cerrar un debate quedándose con la última palabra es más bien una trampita digna más de políticos barriobajeros que de gente con cierta altura.

¡Ah! Para el que quiera remitirse, el post de marras está
acá.

II – También nos peleamos con los "pro".

En el tema del aborto es complicado encontrarse con opiniones basadas en la razón. Pero no sólo del lado de los antiabortistas, también del lado de los abortistas, a muchos de los cuales el aporte de la ciencia o la posibilidad de que el embrión sea un ser humano los trae sin cuidado. En el último post que recuerdo respecto de este tema en mi blog la nota curiosa fue que los "anti" al menos solían recurrir al dato científico mientras los "pro" se dispersaban en vaguedades y diversas nubes gaseosas.

Uno de los comentarios más geniales fue que la decisión de si el feto era un ser humano o no correspondía a la madre porque es una "cuestión subjetiva" que le concernía sólo a ella.

A veces hay que recoger la mandíbula del suelo.

Curiosamente en el debate sobre el aborto las razones de los "pro" me convencen mucho menos que las de los "anti", por la sencilla razón de que en general parece importarles muy poco si lo que hay ahí es un ser humano o no. Generalmente se cuestiona a la iglesia o se denuncian sus fácilmente identificables hipocresías, pero resulta que eso es desviarse del asunto.

Que la iglesia condene el aborto no basta para justificarlo. Que el niño ya nacido vaya a tener una vida miserable tampoco tiene el menor sentido como argumento a favor del aborto, y hasta es peligroso porque implicaría que sólo los ricos pueden tener hijos.

Y en definitiva, entre uno que aprueba el aborto sin importarle un comino si lo que hay ahí es un ser humano o no, y otro que lo condena sinceramente convencido de que se trata de una persona, me quedo con éste último.

III – Una idea acá por favor...

Lo terrible es que el aborto es uno de los temas que más precisa de la razón. Es indispensable dejar de lado tanto los alaridos como las posturitas de moda y encuadrarlo como uno de los problemas filosóficos y éticos más difíciles e interesantes.

Como frecuentemente viene sucediendo, la opinión más certera, concisa y hasta diría elegante (buena noticia: la verdad no está reñida con la elegancia) fue la de
Severian. El meollo del asunto es la definición de "individuo humano". Los antiabortistas recurren a argumentos más bien burdos: definen al embrión como "vida humana" (la "vida humana" se encuentra en cualquier célula) y recurren a ineptas alusiones al material genético (que también está presente en cualquier célula). Por su lado, a muchos partidarios del derecho al aborto simplemente les importa un bledo si se trata de una vida humana o no mientras no se toque el sacrosanto "derecho de la mujer a decidir".

Resulta que definir "individuo humano" es muy difícil. El proceso que lleva desde un cigoto hasta un individuo es profundamente dialéctico. Es aquí donde puede verse la transformación de cantidad en calidad. Es divertido ver cómo aquellos que postulan la identidad fundamental entre cigoto y persona utilizan frases como "deviene en un ser humano", "se transforma en un ser humano", "da lugar a un ser humano" sin darse cuenta de que con estas frases inadvertidamente admiten lo evidente: que no es un ser humano (justamente por eso "deviene", "se transforma", etc.).

Según
Severian:

Estamos acostumbrados a creer que la palabra "pato" designa algo ontológicamente diferente de la alocución "no pato". Pero el mundo es mucho más complejo que eso. Un pato es un pato cuando vuela sobre la laguna, pero ¿sigue siéndolo cuando un cazador lo mete en su bolsa? ¿luego de horneado? ¿y de digerido? ¿cuando exactamente, en qué preciso instante, dejó de ser un pato?

No sé si
Severian lo sabe pero este es un análisis pura y duramente dialéctico, aunque él lo llama escuetamente "complejidad". Ocurre, me parece, que nada puede definirse sin tener en cuenta su devenir, y el devenir de algo (de cualquier cosa) implica saltos de calidad a partir de variaciones en la cantidad.

Las definiciones formales que utilizamos para cualquier cosa ("gato", "mesa", "jeringa", "mono aullador", "un kilo de azúcar") son útiles para la vida cotidiana, pero en rigor son simples aproximaciones, no las cuestionamos porque a los efectos prácticos no es necesario. Pero a veces nos enfrentamos con problemas para los que la lógica formal no alcanza.

Los antiabortistas suelen chicanear con el planteo: "Si el cigoto no es un ser humano, ¿cuál es el punto exacto en el que deviene humano?". La respuesta es que el famoso punto exacto no es determinable, entre otras cosas porque no sabemos cuáles son las características que definen a un individuo humano, tenemos que definirlas nosotros. Pero la misma pregunta puede hacerse para cualquier cosa: la mesa de madera fue antes un árbol, el jugo de naranja fue en algún momento una semilla. Todo deviene y se transforma, toda definición humana es una mera convención basada en la experiencia. Y aunque digo "mera" debería decir "nada menos", ya que eso pone en nosotros una responsabilidad.

Tranquilamente podríamos decir que la semilla es una planta, pero el hecho es que discernimos una de otra porque hemos decidido que las características diferenciales de ambas justifican tal discriminación.

Si el almacenero va a vendernos un kg de azúcar y retira un grano no vamos a inquietarnos. Si retira otro tampoco. Si retira diez tampoco. Pero si sigue retirando granos es seguro que llegará un punto en el que para nosotros ya no será un kg de azúcar ¿Cuál es ese punto? Depende ¿De qué? De nuestros parámetros, que en el caso de un kg de azúcar indican que un grano menos no establece a los efectos prácticos una diferencia significativa en la cantidad de mates a endulzar. Pero si se tratase de otro compuesto químico es posible que una ínfima variación fuera determinante.

También conviene señalar que el "proceso" es en realidad infinito: si el cigoto es una persona, entonces ¿por qué no decir lo mismo de cualquier pareja "óvulo – espermatozoide"? ¿Es el espermatozoide media persona buscando su otra mitad?

Caemos en la cuenta de que no hay una sola cosa del universo que antes no haya sido otra: la mesa de madera antes fue un árbol, el caballo que galopa en la pradera deviene comida para buitres y abono para la tierra, ese jugo de naranja alguna vez fue una semilla ¿Dónde y cuándo una cosa deja de ser lo que es para ser otra? La pregunta – planteada con insidia por más de un antiabortista respecto del cigoto (¿cuándo es que se transforma en er humano, eeeeehhhhh?) – vale en realidad para cualquier cosa que intentemos definir.

Así que como señala
Severian, somos nosotros los seres humanos quienes ponemos un criterio para definir lo que es humano. Esta libertad implica en realidad una responsabilidad. Nuestra responsabilidad. Una responsabilidad jodida si se quiere, pero necesaria.

Desde ya aclaro algo, los chistecitos ineptos del tipo "Mirá este tipo, compara una mesa o un pato con un ser humano" son precisamente eso: chistecitos ineptos que demuestran la incapacidad para establecer la identidad fundamental entre dos ejemplos. Si se cae un perro de un quinto piso las fuerzas que operan sobre él son las mismas que operan sobre un ser humano, y decir esto no establecer identidad alguna entre un perro y un contador.

Salute para todos. No se atropellen.

17.5.07

Las esculturas perdidas

En Madrid hay un parque llamado del Retiro, o del Buen Retiro (me pregunto si nuestro barrio de Retiro estará relacionado con esto), donde lo más interesante es el Palacio de Cristal, una especie de invernadero gigante muy bonito. Hay también varios monumentos, un estanque, jardines y algunas fuentes de las cuales la más llamativa es la del Angel Caído, la única del mundo – por lo que sé – dedicada nada menos que a satanás. Lo muestra precisamente cayéndose al pobre con una expresión y una postura dramática muy bien lograda.

Pero lo que más me interesó es una fuente que ni es la más grande ni la más llamativa, se trata de la Fuente de los Galápagos.

Por lo que he averiguado la fuente fue esculpida por un tal José Tomás y Genevés en el año 1832 para celebrar el nacimiento de la futura Isabel II. Del hombre no sé ni pude averiguar nada más.

La fuente está ubicada en la esquina noroeste del estanque y compuesta por una base circular sobre la que cae una cascada. En la base de la columna central hay cuatro ángeles (en realidad no estoy seguro de llamarlos así porque a pesar de que tienen alas tengo entendido que los ángeles no son muy afines al ámbito acuático) que cabalgan sobre unos peces o delfines. Aquí se los ve bastante bien:


Cuando los vi me extrañé bastante, yo ya había visto eso en otro lado.

Varios miles de km al este, en Bucarest, hay un boulevard amplio, el Lascar Catargiu que hace lo posible por ser elegante. Lamentablemente está arruinado tanto por la falta de mantenimiento como por las visualmente estruendosas pantallas de plasma con propaganda que se estilan en las fachadas antiguas. Uno de esos edificios maltrechos conserva una vieja dignidad a pesar de haber sido reconvertido en prosaicas oficinas y comercios que cubren el moho de las paredes con carteles. Y bajo unas ventanas de ese edificio pueden verse estas esculturas:

Tanto el estilo como el motivo son evidentemente iguales. Lo que no entiendo es qué hacen aquí.

Bucarest se caracterizó siempre por sus construcciones de tipo francés, incluso algunos lugares reproducen fielmente ciertos rincones de París (Bucarest fue llamada en algún momento “la París del este”, o “la pequeña París”) por la graciosa circunstancia de que las autoridades contrataron arquitectos franceses que debido a la carencia de presupuesto se limitaron a copiar más que a inventar.

Pero no tenía noticias de escultores españoles en Bucarest, o de gente que haya imitado el estilo, aunque si me apuran diré que las esculturas de Bucarest parecen mejor acabadas y más originales.

Es bastante misterioso y por otra parte interesante reflexionar acerca de los destinos que aguardan a las obras de arte. Las esculturas de la Fuente de los Galápagos son muy conocidas y fáciles de encontrar en cualquier folleto turístico, pero las de Bucarest – que no son menores – están condenadas a un melancólico anonimato y a una silenciosa ruina.

Es imposible no sentir simpatía por esas esculturas perdidas en el este. Con un poco de vanidad podría resaltar el hecho de que las varias fotos que tomé en Bucarest de estas dos esculturas fueron hechas antes de tener la menor noticia de la fuente de Madrid, y felicitarme así por vaya a saberse qué olfato estético.

Pero prefiero pensar que se trató más bien de una pequeña premonición, de alguna fuerza ajena que me hizo alzar la cabeza, presentir vagamente que ahí había algo para rescatar del olvido y aprender que la belleza se esconde en cualquier sombra.

Buenas tardes.

8.5.07

Caramelitos europeos

I - La France sans Gelatina Royal.

¡Ganó Sarkozy! ¡Qué macana! Habría sido tan linda una victoria del Partido (ejem) Socialista, habrían cambiado tantas cosas... Porque digamos la verdad: tener desempleo, exclusión, racismo institucional y total falta de perspectivas mientras los dueños de la torta hacen negocios sería muy diferente teniendo en el gobierno a una mujer dulce y maternal como Ségolène Royal que arrulle a los marginados con la melodiosa monserga progresoide. Los vernissages culturetos y los discursitos acerca de los "valores" de la "izquierda" serían ignorados en los banlieues pero devorados golosamente por la clase media de un oscuro país latinoamericano llamado Palermo Soho.

Además... ¡una mujer! Ya sabemos que una mujer en el poder cambia todo porque tiene otro carisma, capacidad para la relación interpersonal y una visión humana que permite llenar toneladas de papel satinado progrefeminista, porque nosotras, nosotras sí que sabemos lo que es ser una mujer! Eehhhmmm... claro. Se entiende ¿no? Gracias Margaret, gracias Condolezza, gracias Isabelita.

En cambio ganó Sarko (pronúnciese "Sagkó", alargando un poquito la "o"), y claro, no, no es lo mismo. Porque no habrá discursitos ni vernissages ni puñeta. Los dueños de la torta harán negocios y se mantendrá la exclusión, el racismo y la falta de trabajo mientras en el poder habrá un Guasón de sonrisa desencajada y pupilas saltonas que no tiene mucho de francés (oscuros orígenes judeo-centroeuropeos... en fin, nadie es perfecto) si exceptuamos ese cinismo rampante que los parisinos cultivan con delectación. Sarko impondrá mano dura, autoridad, rectitud, basta de joda y a laburar. Claro que laburo no habrá, pero eso es lo de menos, lo importante es enterrar ese nefasto Mayo del '68 que tanto mal nos ha hecho. El resto no importa, Sarko dirá je m'en fous (me importa un carajo, en criollo) y probablemente contrate a Ruckauf como asesor si la cosa se pone demasiado espesa.

Ahora viene el debate en la izquierda, ya se oyen las voces: ¡es que la izquierda es demasiado izquierdista! ¡Pero claro señor! ¡Siguen con esa cosa del estado de bienestar, tan anticuada! ¡Si hasta insisten con el seguro de desempleo! ¿Cuándo van a dejar estos rojos rabiosos la ideología marxista? Basta. No se puede tolerar que hoy, en la era de la revolución informática, el iPod y el Big Mac de soja un partido se llame a sí mismo "socialista". Hay que acercarse más al centro, y si es posible al microcentro, a la city, ahí está lo moderno.

Ojo, Ségolène lo intentó, pobre. Se había declarado admiradora de Tony Blair, que sería la tercera vía entre el capitalismo a secas y el capitalismo social de mercado, o sea: el cuarto carril entre el capitalismo sociocultural de género, el capitalismo neoliberal tecno y el capitalismo popular con un poquito de capitalismo compasivo pero rayándole la puerta al capitalismo salvaje, pasando justo justo por el costadito del centro. Uf. Es que correrse a la derecha está cada vez más difícil porque el bondi va muy lleno, con decir que al final la pobre Ségolène intentó incluso ponerse un poquito fascistona, agitar la banderita, la identidad nacional y modular un francés impecable, pero nadie le creyó, claro.

Bueno, no importa. Al menos no ganó Le Pen, eso sí que sería terrible. Le Pen es espantoso porque propone exactamente lo mismo que todos los otros, pero a los gritos.

II - La España de las esencias y la caspa.

En Pamplona hay un arzobispo, Fernando Sebastián parece que se llama; muy inteligente el hombre, que acaba de postular una tesis interesante: dijo que el voto de los católicos debería estar cohesionado ya que "La dispersión y la falta de unidad hace que los políticos no nos tengan en cuenta y no acepten nuestros puntos de vista". Muy bien.

¿Hacia dónde debe dirigirse ese apoyo? Bueno, sabemos todos que la iglesia es una bolsa de gatos en la que cabe cualquier cosa peeeeeero atenti: mientras se tire para el lado de Roma, nada de hacerse los locos.

La jerarquía católica suele ser por eso más bien ambigua, feminoide, resbaladiza... pero sabe tirar las puñaladas cuando hace falta. Y el arzobispo de Pamplona tiró la suya y se mandó ultraderechito: afirmó que "...hoy en España hay algunos partidos que quieren ser fieles a la doctrina social de la iglesia en su totalidad, como Comunión Tradicionalista Católica, Alternativa Española, Tercio Católico de Acción Política y Falange Española de las JONS", y pidió el voto nomás para ellos.

Por si hace falta aclararlo: se trata de partiditos de ultraderecha, reivindicadores de Franco, el hacha, la espada y los dorados tiempos del garrote vil. Estos serían los fieles intérpretes del pensamiento católico traducido a la política.

Gracias Fernandito, ya lo sabíamos.

Por mucho menos que esto a Leonardo Boff le pegaron una soberana patada en el tujes, y eso que los pobres católicos progres o meramente conscientes han hecho todos los gestos de sumisión posibles. Pero ya se sabe que los principios hay que dejarlos en casita y pedir explicaciones es un ejercicio más bien olvidado.

Para mayor abundamiento, Fernandito instó a los católicos a no votar opciones que "...amenazan el derecho a la vida de los seres humanos desde su concepción hasta la muerte natural, alteran esencialmente la concepción del matrimonio..." y bla bla bla.

No dijo nada acerca de pertenecer a organizaciones que toleran, protegen y encubren el
abuso sexual infantil. No soy un experto en la doctrina social de la iglesia católica, pero quizás en este punto la doctrina de marras sea un poco más flexible y practique una saludable tolerancia.

En fin... que las cosas se están poniendo cada vez más pesadas. Mientras a la izquierda nos la pasamos discutiendo cómo ser más modernitos, más livianitos, más tragables y correctitos a la derecha los muchachos tienen un saludable desprejuicio y no temen lanzarse con el cuchillo entre los dientes.

Yo creo que sería mejor esperarlos con calma, y hasta con cortesía. Pero sin moverse del sitio.

3.5.07

El fantasmal "postfordismo"

Bueno, seguimos tirando munición. Como siempre, se trata de pavadas que escribe mi amigo en El Combatiente nro. 24 (todavía no lo subieron pero ya está a la venta). Una revista chic, no como esas grasadas de D' Mode.

Allá vamos.

I – Presentación del "postfordismo"

El término de referencia suena con insistencia entre los teóricos de la izquierda posmoderna, esa que insiste en "superar" a Marx. El término viene generalmente asociado con otros conceptos como "producción inmaterial", "fin del paradigma en el trabajo", "sociedad postindustrial" y otro montón de "fin" y "post" que parecen querer convencernos de que algo se ha acabado.

Lo problemático es que ni bien uno se acerca a analizar qué es lo que se ha acabado, y qué es lo que ha empezado, estos teóricos de la izquierda (y la derecha) no pueden precisar exactamente de qué se trata. Primero intentaremos unas definiciones y luego recurriremos nuevamente a estos esclarecidos intelectuales para analizar los términos que nos proponen y qué significan.

II - Definiciones

El término "postfordismo" refiere obviamente al "fordismo". Así que entonces ¿qué es el fordismo? Se hace referencia con esta palabra al modelo que impuso Henry Ford en las líneas de producción de sus fábricas automotores. Henry Ford no fue probablemente el inventor de este método, pero sí fue su exponente más claro. El modo de producción fordista se aplicó a una gran cantidad de bienes de uso de origen industrial: automotores, lavadoras, televisores, etc.

El modelo fordista de producción tuvo su comienzo en los años '30 y se indica su crisis en los '70. Trazado en sus líneas generales puede resumirse así: transformación del esquema industrial a partir de la especialización en maquinaria y en mano de obra, lo que conduce a una alta especialización técnica, instauración de cadenas de montaje y producción en serie a bajo costo. Esta reducción de costos y optimización del tiempo / ejecución permitió la producción masiva de bienes con alto valor agregado a bajo precio, posibilitando una estrategia de expansión de mercado que los hizo llegar a (y alentó la formación de) una clase media relativamente próspera.

Ahora bien, esta reducción de costos, al contrario que en el taylorismo, se logra no mediante la hiperexplotación del trabajador, sino que apuesta a vender masivamente a bajo costo en un mercado con cierto poder adquisitivo. Como es fácil comprender, cualquier modo de producción está indisolublemente vinculado con el mercado al que se dirige, para que tenga éxito debe estar adaptado a dicho mercado. Y el mercado a su vez está vinculado a la política que lleva adelante el estado burgués.

III - Origen y razón de ser del "fordismo"

Entonces ¿qué política fue esta? ¿Se había vuelto el estado burgués humanista? ¿El capitalismo que explotaba el trabajo infantil hacía no muchas décadas había comprendido al fin lo inmoral de semejante práctica? ¿Por alguna razón cambió de idea?

El modo de producción fordista exige expansión de mercado, pero no puede producirla por sí mismo, es necesario articular una política de estado, y esta política tiene un origen. Si observamos el nacimiento y desarrollo de el modo de producción fordista, vemos que tuvo lugar al mismo tiempo que se imponían en el capitalismo las ideas de John Maynard Keynes, precursor de la intervención activa del estado en el mercado capitalista como regulador a través de numerosas medidas como la expansión del crédito, la creación de industrias estatales y entes de regulación, etc. Esto generaba una amplia redistribución de los beneficios y la consiguiente financiación a la capacidad de consumo de los asalariados. Esta política fue conocida como welfare state o "estado de bienestar" y Keynes fue su teórico más lúcido.

Estas ideas no cayeron del cielo ni fueron aplicadas por capricho. El crack económico-financiero del año '30 y la conversión de la URSS en un poderoso estado obrero industrial (salido prácticamente de la nada) llevaron al la gran burguesía a un verdadero terror frente a los conflictos de clase.

Keynes no hizo otra cosa que tomar algunos aspectos de la economía planificada para amortiguar el impacto de conflictos masivos que hubieran puesto en jaque al capitalismo en un momento crítico. El welfare state no fue nunca una graciosa concesión que la burguesía haya hecho de buen grado a los trabajadores debido a su talante humanista sino un producto de la lucha de clases internacional en un momento de debilidad de la burguesía frente al ascenso del socialismo real, que incluso con todas las taras de la burocracia stalinista mostraba a las claras que podía transformar en un tiempo histórico prácticamente nulo un estado precapitalista feudal en una potencia industrial.

IV - Origen y razón de ser del "postfordismo"

El keynesianismo fue una concesión de la gran burguesía frente al ascenso de las luchas de la clase trabajadora, y el fordismo su modo de producción asociado. Desaparecida la causa, desaparece el efecto: este ascenso no desembocó en una toma del poder por parte de la clase obrera; por el contrario, la clase trabajadora inició – precisamente en los '70 – un repliegue a escala mundial.

Una causa no menor de este descenso hay que buscarla en la política vacilante – cuando no traidora – de la burocracia stalinista frente a las luchas internacionales del proletariado, la constante iniciativa de pactar con el capitalismo la "coexistencia pacífica" (recordar la crisis de los misiles en Cuba, la traición del PC boliviano al Che, el abandono de Patrick Lumumba frente a los imperialistas belgas y yanquis en el Congo, la traición a la clase obrera que significó el compromesso istorico del PC italiano, y la vergüenza criminal del PC argentino – a instancias de la política exterior de la URSS – frente a Videla) provocaron que pasada la crisis y la II Guerra la gran burguesía internacional recuperara la iniciativa.

Y esta iniciativa tomó un impulso salvaje con la caída del socialismo real. Es natural que – desaparecido el peligro del bloque comunista – la burguesía se lance nuevamente a acabar con toda conquista obrera: extensión de la jornada laboral, abolición de conquistas históricas, precarización, desocupación masiva, etc.

En otras palabras: el estado actual de cosas es fruto de la lucha de clases que se inclina desfavorablemente respecto de la clase trabajadora a escala mundial. Este y no otro es el origen del famoso "cambio de paradigma".

V - Los "intelectuales" nos explican todo... al revés

Pero la principal característica de los teóricos de la "nueva izquierda" (y derecha) es la rendición ante los hechos consumados. Este cuadro de situación es pintado por ellos no como un producto de la lucha de clases (y por lo tanto reversible en sus términos) sino como algo caído del cielo, o en el mejor de los casos atribuible a causas inevitables. Ya que el marxismo ha sido "superado" escuchemos a quienes han logrado esta hazaña y analicemos sus argumentos, a ver si aprendemos algo.

V.1 - Post... ¿qué?

Pero antes es importante aclarar un aspecto importante, que por sí solo pone en cuestión toda la perorata sobre el "postfordismo": el fordismo, como fenómeno asociado a la política keynesiana, fue un fenómeno circunscripto a los países desarrollados. Contando con mercados en los que introducir bienes con valor agregado a cambio de commodities (materias primas a bajo costo provistas por el tercer mundo), la gran burguesía de los países centrales se aseguraba y se asegura aún hoy la colocación de sus excedentes de producción. Esto permite el empleo de gran cantidad de trabajadores especializados en industrias cuyo marco de competencia es relativamente reducido: las burguesías del tercer mundo no pudieron implementar ni estuvieron nunca interesadas en el modo de producción fordista más que en ciertos aspectos muy limitados, ya que la Argentina – por poner un ejemplo – no exportó nunca masivamente bienes de origen industrial a EEUU.

Por esto el impacto del modo de producción fordista en los países de la periferia fue mucho menos pronunciado o inexistente. Hablar entonces de "postfordismo" en EEUU. es entendible, en Argentina el término ya es mucho menos aplicable, y en Bolivia es una broma casi divertida.

Sin embargo hay gente con ganas de divertirse. Escuchemos a Paolo Virno, filósofo italiano de profusa imaginación, la suficiente como para ser calificado de "intelectual", etiqueta que le permite afirmar cualquier disparate con toda seriedad. Ante la lógica pregunta:

"Si la clave de la época es el paso del fordismo al postfordismo, ¿qué sucede en países como Argentina, donde el fordismo fue precario; donde hoy, más que el trabajo comunicativo, el rasgo dominante es un pavoroso nivel de desempleo?"

La respuesta de Virno es:

"Si bien cada caso es particular, mi impresión es que allí donde el fordismo fue precario, se da un pasaje al postfordismo sin el precedente fordista." (1)

Muy claro: se acabó el fordismo... que nunca existió. Es dudoso que a un estudiante le permitan contestar de esta forma en un examen, pero ¿desde cuándo un "intelectual" se rebaja a la lógica? Si en el primer mundo pasamos del trabajo seguro al trabajo precario, aquí pasamos del trabajo precario al trabajo más precario. Muy sencillo, vamos.

V.2 – La "producción inmaterial"...

Otro fetiche es el "impacto de las nuevas tecnologías" y la "producción inmaterial". Sobre esto se han levantado edificios teóricos enteros que se podrían resumir así: la producción de software y la intervención del conocimiento en los procesos productivos habría modificado la necesidad de mano de obra, lo cual se reflejaría en el fin del modelo fordista de producción standardizada.

En primer lugar hay que puntualizar que las herramientas informáticas tienen una aplicación mucho más inmediata a la administración, precisamente porque optimizan el procesamiento de información; su empleo en la producción directa es con creces más complejo y limitado, los costos y la necesidad de control en la manufactura industrial hacen que la robótica en las líneas de montaje sea lo suficientemente acotada como para desmentir los delirios del "fin de la industria".

Pero no hace falta discutir el impacto de la informática en la producción, simplemente se puede formular esta otra pregunta: ¿acaso la línea de montaje fordista no fue en su momento una innovación tecnológica de enorme magnitud, perfectamente comparable a la revolución informática?

Si las famosas nuevas tecnologías sirvieron en su momento para expandir el mercado y mejorar aunque sea relativa y limitadamente la calidad de vida de la clase trabajadora ¿por qué razón hoy sirven para lo contrario? ¿Ayer la tecnología permitió el bienestar y hoy trae la miseria? La respuesta es simple: la tecnología de producción no tiene absolutamente nada que ver con la distribución del ingreso, dicha distribución es el resultado de una puja entre las clases en conflicto. Lo fue ayer, y lo sigue siendo hoy.

Sin embargo se insiste machaconamente con el fetiche: André Gorz, "filósofo social" austro-francés, publicó en 1967 un libro que previsiblemente se llamaba Socialismo y revolución. El mismo autor en 1985, no menos previsiblemente publicó otro libro llamado Adiós a la Clase Obrera. Y hoy – este señor es muy previsible – afirma que

"...vamos seguramente hacia la empresa sin salarios permanentes (porque) ¿Qué producen y venden los grandes y pequeños Bill Gates? Productos intangibles cuyo costo es imposible de evaluar y cuyo precio depende del monopolio que logren asegurarse durante un tiempo dado." (2)

Cualquier capitalista sonreiría ante esta afirmación. El costo de una mercadería intangible es tan fácil (o difícil) de evaluar como el de una tangible, podemos apostar sin temor a que Bill Gates conoce perfectamente y de memoria sus costos de producción. En cuanto al precio de una mercadería tangible ¿de qué depende? Casualmente: del "monopolio que el capitalista logre asegurarse durante un tiempo dado".

Como se ve, las reglas de mercado son iguales para bienes tangibles e intangibles desde hace mucho tiempo, pero al parecer la "intangibilidad" sirve para justificar cualquier cosa.

Por último Paolo Virno vuelve, superándose a sí mismo:

"El hecho decisivo fue el fin de la fábrica fordista y su línea de montaje, y el advenimiento del intelecto, la percepción, la comunicación lingüística como principales recursos productivos." (3)

Es decir que las heladeras, los lavarropas y los automotores ya no se hacen con líneas de montaje sino con... intelecto y comunicación lingüística. Preguntas de simple sentido común: ¿no hay ya líneas de montaje en las fábricas? ¿El intelecto no tenía ninguna participación en la "fábrica fordista"? ¿No existían la planificación, el marketing ni el diseño en las décadas del '40, '50, '60? Lo de la "comunicación lingüística" es asombroso, uno pensaría que las fábricas en décadas pasadas funcionaban con obreros, capataces y empleados mudos.

V.3 - ...y las "nuevas clases"

Toni Negri, viejo conocido, nos explica que este impacto ha creado "nuevas clases" que han desplazado a la clase obrera:

"Decimos que la clase obrera no es ya el motor fundamental porque forma parte de un conjunto de fuerzas productivas igualmente explotadas, a veces aún más todavía. (...) Se encuentran en el trabajo inmaterial ligadas a la revolución informática. Son gente que trabaja en los servicios y produce mercancías intelectuales e inmateriales." (4)

Que un programador o un trabajador de servicios sea "más explotado" que un obrero industrial es por lo menos discutible. Pero Negri simplemente interpreta un espejismo. El trabajo intelectual existió siempre como parte de la producción.

El avance de la tecnología combinado con la pérdida de posiciones de los trabajadores en la lucha de clases lleva a que la burguesía cuente con herramientas formidables para aumentar sus beneficios, incluso a costa de la pequeño burguesía. Parte del espejismo se explica porque las tareas intelectuales vinculadas a la planificación, la administración, la producción y el marketing eran antes tan existentes como ahora, la diferencia es que antes se trataba de profesiones liberales que expertos de origen pequeño burgués desarrollaban del lado del capital, mientras que hoy en día esos mismos profesionales se cuentan como asalariados, o pseudo profesionales, (facturando como "independientes" cuando en realidad trabajan a tiempo completo para una sola empresa).

Esto es lo que lleva a muchos intelectuales a afirmar que "la producción se ha convertido en inmaterial". Es un simple error de percepción: el trabajo intelectual necesario para esta producción existe hoy igual que ayer, sólo que los trabajadores intelectuales también han perdido posiciones frente a los dueños del capital, asemejándose más a un asalariado corriente. Muchos analistas de sistemas, o de marketing, programadores o consultores funcionales hoy están no muy por encima de un trabajador administrativo. Esto no cambia el carácter de la producción, simplemente hay un reposicionamiento más desventajoso de sus actores.

V.4 - ¡Fin del trabajo!

Pero siempre se puede ir más lejos. Al cerrar los ojos ante la lucha de clases como fundamento del cambio en la relación de fuerzas sociales, los teóricos de la impotencia tienen que describir las transformaciones que ven como tendencias caídas del cielo y por lo tanto inmodificables cuyo rumbo es imposible de torcer. Así que nos auguran que el trabajo ya no es necesario, que evolucionamos hacia una sociedad en la que la tecnología ha suprimido a la mano de obra y nos proponen... lamentarnos.

Por ejemplo, oigamos a Jean-Paul Maréchal, maestro de conferencias e investigador en ciencias económicas de la Universidad de Rennes:

"Los problemas económicos a los que nos enfrentamos no son los de una crisis. Corresponden más bien a los efectos negativos de una mutación que se está realizando cuyo recurso principal es la revolución informática." (5)

El norteamericano Jeremy Rifkin, economista y asesor de varios gobiernos europeos y del suyo propio titula uno de sus libros sin sutilezas: El Fin del Trabajo, en el que afirma redondamente que los robots reemplazarán a las personas y que

"Estamos ante el fin de la clase obrera y del trabajo mismo." (6)

Leamos a Jürgen Habermas, teórico burgués "de izquierda" de escaso rigor pero de fuertes apoyos editoriales. Según él, el paradigma marxista de la producción (el hombre actúa sobre el medio que lo rodea para satisfacer sus necesidades) está acabado:

"El trabajo ya no es una categoría de explicación dominante en nuestra sociedad (porque asistimos al) final históricamente previsible de la sociedad basada en el trabajo." (7)

Hay muchos autores más para nombrar (Claus Offe, Dominique Méda) pero todos discurren de la misma manera, citándose unos a otros y repitiéndose con términos más o menos pedantes. No hay necesidad de aburrir al lector.

VI – Efectos de la prédica

El problema no es tan grave en Europa. Dado que la burguesía tiene en los estados imperialistas una política de relativa redistribución de ingresos (ya que es mucho más sensible a la inestabilidad que causa la lucha de clases en los países centrales que en la periferia) lo que se discute allí es el acortamiento de la jornada laboral para paliar el desempleo (si bien dicha discusión tiene un impacto casi nulo en lo concreto), habida cuenta del formidable aumento tanto de la productividad como de la desocupación. En Francia, por ejemplo, el aumento de la productividad de 1974 a 1998 fue de un 60%, mientras el total de horas trabajadas cayó un 12% (8).

El problema más grave lo constituyen quienes repiten estos disparates en Latinoamérica. La desgracia del "intelectual" colonizado es que reproduce acríticamente un discurso venido de Europa, con lo que deja de hacer lo mínimo que se le puede pedir a un intelectual: pensar.

Si el lector es un obrero o un empleado podría ensayar el siguiente experimento: presentarse ante su patrón y anunciarle que pretende cobrar el mismo sueldo a cambio de trabajar menos, o no trabajar en absoluto ya que unos señores importantes han publicado un montón de libros afirmando que nuestra sociedad ya no está basada en el trabajo. El autor de la presente nota no se hace responsable de los resultados, antes bien sugiere dirigir reclamos al Sr. Habermas, al Sr. Rifkin, o a cualquiera de sus repetidores locales.

Mientras un montón de ilustres pensadores nos dicen que el trabajo se ha acabado y que su papel como generador de valor está en decadencia las jornadas laborales se extienden a 10, 12 o hasta 14 horas, se reducen las vacaciones y se pierden los sábados y aún los domingos.

Un marxista explicaría que esta situación se debe simplemente a que la derrota de la clase obrera ha posibilitado a la burguesía el forzar a un trabajador a hacer el trabajo de tres por el mismo salario. El trabajo necesario no se ha reducido, simplemente se ha reducido la mano de obra, y se reducirá todo lo posible con el objeto – totalmente sensato dentro del capitalismo – de maximizar las ganancias como sea: con tecnología, con hiperexplotación o con trabajo esclavo, como se hace en las factorías que fabrican en Indonesia o la India las zapatillas de marca que se usan en los barrios pudientes. Pero ya sabemos que el marxismo ha sido "superado".

VII – Conclusión y perspectivas

Pensar en términos de lucha de clases es desagradable, es mejor ignorar los conflictos y mirar para otro lado buscando explicaciones mágicas y fatalistas. Ese es el secreto de la "superación" del marxismo. Cabe preguntarse por qué extraña razón a Marx hay que matarlo tantas veces si con una debería bastar. Seguiremos escuchando a decenas de gurúes emitiendo certificados de defunción una y otra vez de aquello que sigue estando vivo y presente.

David Leon

Notas:

1) Entrevista diario Clarín Entre la desobediencia y el éxodo, Paolo Virno, 19/01/2002.
2) Entrevista Le Monde, André Gorz , 06/01/1997.
3) Ídem 1).
4) Entrevista L’Humanité, A. Negri, M. Hardt, 23/01/2005.
5) Revista ESPRIT, artículo, Jean-Paul Maréchal, 08-09/1995.
6) El Fin del Trabajo, Jeremy Rifkin, Editorial Paidos 1996 p. 23.
7) El Discurso Filosófico de la Modernidad, Jürgen Habermas, Editorial Taurus 1989 p.104. También Autonomy and Solidarity, Interviews with Jürgen Habermas, Peter Dews, Paperback 1992 pp. 140 ss.
8) Fuente: Insitut National de la Statistique et des Études Économiques, Francia.