4.11.10

Los dos modelos del capitalismo argentino


El desarrollo del capitalismo argentino (y por extensión el latinoamericano) tiene algunas particularidades respecto del de otros países subdesarrollados. Desde hace siglos en Argentina dos modelos de capitalismo se han alternado: uno al que podríamos llamar "nacional–defensivo" y otro que podría definirse como "subdesarrollado sin complejos".

El capitalismo argentino "nacional" tiene como referente al sector de la burguesía más ligado a actividades productivas reales, propias de un desarrollo capitalista autónomo. En la época de Rosas los ganaderos tenían la fuerza económica para imponer un modelo de país diferente de aquél propuesto por los sectores más parasitarios de la burguesía agrupados alrededor de la oligarquía portuaria. Mientras los saladeros se dedicaban a una primitiva actividad de producción, las "gentes bien" de Buenos Aires constituían un mero parásito que no producía absolutamente nada de valor, limitándose a succionar rentas de la aduana.

Este fenómeno no es exclusivo de Latinoamérica sino de cualquier ex colonia. Si los EEUU lograron llegar a ser una potencia industrial, fue gracias a la victoria del sector avanzado de la burguesía sobre el sector rentístico tras la Guerra de Secesión, durante un momento económico internacional que permitió el desarrollo autónomo del capitalismo estadounidense.

Cambalache

En el siglo XX este sector avanzado de la burguesía argentina también puede identificarse con el sector industrial. Un sector industrial que por supuesto no puede compararse con el de los países desarrollados; pero no debe olvidarse el carácter especial del subdesarrollo argentino. En otros países (por ejemplo muchos africanos) la actividad industrial es prácticamente nula, limitada al tratamiento primario de las materias primas previa su inmediata exportación. La Argentina, y algunas regiones de Latinoamérica presentan sin embargo un desarrollo industrial más diversificado y dinámico, generalmente ligado a las grandes ciudades, conviviendo con regiones rurales en las que el "modelo africano" está en pleno vigor.

El "modelo africano" es precisamente el modelo subdesarrollado sin complejos, y es impulsado por el sector más atrasado de nuestra burguesía, ligado principalmente a las rentas financieras y al agro. Por su naturaleza estos sectores son nulamente intensivos en el empleo de mano de obra y aplicación de valor agregado, limitándose a vegetar y cobrar rentas. Toda su actividad política está dirigida a salvaguardar su fuente de ingresos, en el caso del "campo" basado exclusivamente en la posesión de los recursos naturales. Estas condiciones materiales de vida se reflejan en su particular psicología (brutalidad, explotación intensiva de una mano de obra no calificada, mentalidad feudal, etc.). Lógicamente el modelo de país con el que sueñan es una feliz factoría en la que un reducido número de familias monopolicen los recursos naturales, se encarguen de exportarlos y de contar los billetes. El 70% de la población argentina sobra. Este es el "modelo africano", aplicado exitosamente en países en los cuales la vida humana vale menos que un plato de comida.

El modelo propiciado por el sector más avanzado de la burguesía argentina en realidad no es un modelo… ni está propiciado. Se trata simplemente de la expresión de los intereses –siempre fluctuantes– de la burguesía ligada al sector industrial. Este sector ha visto crecer su peso político y económico en determinados momentos de la historia argentina, siempre gracias a factores externos, y no a un plan dirigido hacia un desarrollo más o menos autónomo del capitalismo argentino. Por el contrario, la "autonomía" de un sector de la burguesía argentina frente a la burguesía de las metrópolis ha sido siempre una sorpresa para ella misma.

Nos quedamos en el '45

En 1945, cuando las metrópolis del mundo estaban exhaustas por el esfuerzo de guerra, se produjo un impasse en la relación de la Argentina (y en general de todos los países latinoamericanos, particularmente México) con la burguesía de los países centrales. La necesidad de sustituir importaciones puso a la burguesía frente a una vía de desarrollo que tomó de la misma manera que se aprovecha cualquier nicho de negocio favorable.

Este fenómeno extendido en toda Latinoamérica produjo un nacionalismo democrático antiimperialista durante cuyo mejor momento los intereses de éste sector de la burguesía coincidieron parcialmente con los de amplios sectores campesinos y trabajadores. Es en este contexto en el que surgió el peronismo, en la figura de lo que la burguesía necesitaba desesperadamente: un político astuto y audaz. El peronismo es un régimen bonapartista, es decir: un régimen que la burguesía se da a sí misma cuando no sabe qué hacer, cuando en su propio seno la contradicción de intereses es muy fuerte.

El peronismo disciplinó a la burguesía argentina imponiéndole una dirección política relativamente autónoma a su desarrollo. Para mejor medir el significado del concepto "relativamente autónomo" siempre conviene echar mano de la comparación con el "modelo africano", en el que la burguesía es simplemente un club de propietarios de recursos naturales, en todo desligado de la población debido a la inexistencia de mercado interno, y por eso absolutamente dependiente de la exportación al extranjero.

Esta época favorable le permitió al peronismo como movimiento político ganar un capital importante de credibilidad entre la clase trabajadora. Capital que fue simétrica y prolijamente desperdiciado por la izquierda marxista. El Partido Comunista, una especie de club de amigos de la Unión Soviética dispuesto a hacer el papel de agencia política para la burocracia stalinista, calificó a esos obreros, que por primera vez en su vida tenían algo tangible y se disponían a protagonizar la política argentina, de "murga". Genial rasgo de ingenio.

Los ’50 y los swingin’ sixties

Por supuesto, este desarrollo autónomo de la burguesía argentina nunca fue planeado sino que se trató de un mero efecto. La prueba es que cesó ni bien lo hizo su causa. Para mediados de la década del '50 las potencias centrales recuperaron el nivel de su actividad industrial con EEUU como nueva potencia, y consiguientemente el sector más atrasado y dependiente de la burguesía argentina volvió a imponer su modelo de país en el cual la feliz factoría exporta commodities, los patricios mandan y la servidumbre a callar.

Cuando se habla del sector más atrasado o el más avanzado de la burguesía, no debe creerse que se trata de dos entes fijos. Si bien cada uno tiene sus ideólogos y figuras destacadas, la estructura que conforman es en realidad plástica e intercambiable; capitales generados en la industria pueden migrar a la actividad ganadera, o viajar desde la actividad financiera a la economía de servicios. Debe tenerse en cuenta que la burguesía es una clase, y que como tal su interés es común. Pero la inmensa variedad de regímenes burgueses posibles (neoliberalismo, populismo, fascismo) no expresa más que las profundas contradicciones que atraviesan a la propia burguesía.

Plástica e intercambiable, pero estructura al fin, el predominio del "sector avanzado" de la burguesía argentina tuvo su canto de cisne con el desarrollismo frondizista, último embeleco de la política burguesa tradicional en total bancarrota. A partir de la década del ’60 el Partido Militar impuso con éxito el modelo africano excluyendo políticamente al peronismo. Hasta la vuelta de éste en el ‘73, que con su capital político intacto se dispuso a...

A...

A comienzos de la década del '70 en Argentina el sector industrial de la burguesía hace rato que desde el punto de vista político está cómodamente en retirada, olvidado de toda veleidad nacionalista popular. Apenas se nota el sufrimiento de una pequeña burguesía esforzada que intenta hacer pie en el mercado local. Sin embargo hay que tener en cuenta que aún el país no ha recibido el mazazo más fuerte. Gracias al proceso de industrialización comenzado tibiamente en el '45, la clase obrera argentina gana peso numérico y económico. Los obreros del Cordobazo son los mejor pagos del país, participan en más del 40% del PBI. La actividad industrial ha creado una clase obrera relativamente fuerte que se dispone a arrancar el país de manos de la burguesía, o al menos a recuperar lo que considera su derecho: vivir dignamente.

La izquierda marxista argentina ha tenido históricamente dificultades para tomar nota de este hecho más o menos evidente; dificultades que alcanzaron incluso a su sector revolucionario más lúcido. De este error deriva la incomprensión del fenómeno peronista, incomprensión que la izquierda pagó y seguirá pagando muy caro.

A la vuelta de Perón el contexto económico internacional ya no permitía ningún atisbo de desarrollo autónomo para la Argentina (el plan de Gelbard fue el último manotazo de ahogado). Perón, político burgués al fin, utilizó su capital político en beneficio de aquellos a quienes jamás dejó de servir, imponiendo un régimen policial-terrorista en el que los únicos privilegiados son los muertos.

El proceso revolucionario argentino vio establecer un canal de diálogo entre el peronismo revolucionario y la izquierda marxista. La derrota que trajo el golpe del ’76 también supuso una descomposición de esos vínculos y la pérdida de todo potencial revolucionario de la militancia peronista durante mucho tiempo.

King Africa

A partir de 1976 el modelo africano hizo enormes avances. Cabe recordar el efecto que esto tuvo en la industria y el preclaro aserto neoliberal: "La mejor política industrial es no tener política industrial", reformulado más toscamente por Martínez de Hoz: "Da lo mismo fabricar acero que caramelos".

Con la clase obrera aterrorizada, atada de pies y manos, y la población trabajadora obligada a aceptar una política de ajuste tras otra, los trabajadores perdieron la iniciativa política, que no recuperaron ni siquiera con la vuelta de la democracia en 1983. La palabra "ajuste" se convertiría en una letanía.

El período menemcavallista significó una profundización del modelo africano hasta límites intolerables, lo que llevó a la crisis de 2001. Como lógica consecuencia, la Argentina vio crecer una masa de desempleados nunca vista, y es instructivo leer lo que Trotksy afirma acerca del crecimiento de la masa de desempleados, un cáncer peligrosísimo para la clase obrera.

Hijo de esta crisis es el nuevo peronismo encabezado por los Kirchner.

Vuelta a empezar

Hoy el fenómeno populista se repite nuevamente en toda Latinoamérica, con una revitalización del sector avanzado de la burguesía. La actividad industrial –que había llegado a un punto bajísimo– cobra un nuevo dinamismo, con el consiguiente aumento de la masa de trabajadores empleados. Nuevamente la izquierda marxista tiene dificultades para entender un hecho muy evidente: la revitalización del proyecto industrialista, con todas sus limitaciones y contradicciones, es objetivamente una buena noticia para la clase trabajadora. Las impresionantes manifestaciones frente a la muerte de Nestor Kirchner confirman el dato, mientras la izquierda continúa absorta en el examen de su ombligo.

No se trata de negar el carácter burgués de este proyecto, ni de aferrarse a él. Se trata de defenderlo como un trampolín que la clase trabajadora puede utilizar para ganar peso político y económico con vistas a su organización y autonomía política, imposibles bajo el modelo africano.

Las razones de este resurgimiento populista son varias, pero quizás la más importante es la debilidad del imperio americano. Sumido él mismo en una crisis económica sin precedentes, drenado por dos frentes de guerra en los que está empantanado (Irak y Afghanistán), EEUU necesita estabilidad en el "patio trasero"; no puede abrir otro frente directo de conflicto con una decena de países así que se limita a operaciones de baja intensidad: golpes de estado relámpago, revueltas policiales, oposición política salvaje, etc. Cuenta con la eternamente patética "clase media", sector de trabajadores privilegiados generalmente agrupado en núcleos urbanos congénitamente incapaz de identificar sus intereses reales y ariete político del gran capital en la ridícula creencia de que tiene algo en común con este sector. Sabemos bien lo que le espera a esa "clase media" una vez que se imponga nuevamente el modelo africano. Pero la TV y los medios de estupidización masiva hacen un buen trabajo a pesar de que este sector disfruta hoy de un bienestar que creía perdido para siempre.

Y como siempre... la izquierda

En este contexto la izquierda marxista vuelve a hacer un papel nulo. Incapaz de explicar el profundo conflicto que sacude al país, se limita a tocar la trompeta en solitario, exigiendo a la clase trabajadora que se enfrente a quienes objetivamente han hecho más por ella. El asesinato del militante Mariano Ferreyra, conscientemente o no, corta todo atisbo de comunicación entre la militancia kirchnerista y la izquierda, escenario que la burguesía teme como a la peste. La astuta dirigencia del PO no sospecha la intención de la amplia cobertura mediática que dieron a este hecho medios que jamás se han preocupado por la muerte de militantes de izquierda, creyendo ingenuamente que se trata de su propio crecimiento político. Como en el ’45, la izquierda actúa en beneficio del enemigo más peligroso de la clase obrera.

Y también como en el '45 está presente el sonoro ingenio. Haciendo gala de una soberbia pareja a su estrechez mental, la izquierda se complace en burlarse estúpidamente del obrero peronista con chanzas como "Cristina Capitana". Insiste una y otra vez en el carácter burgués del presente gobierno como si eso bastara para igualar a todos los regímenes burgueses de la historia, ignorando toda diferencia táctica y estratégica entre las conductas que la clase debe adoptar en cada caso.

La historia se repite: el peronismo vuelve a ganar capital político entre los trabajadores, y la izquierda a perderlo. Las enormes manifestaciones de apoyo tras la muerte de Néstor Kirchner no han dado a la izquierda el dato fundamental respecto de dónde se encuentra la clase trabajadora en la geografía política, y cuál es el modo de hacer pie en ella. Objetivamente la izquierda marxista se ve beneficiada por el aumento de obreros empleados en la industria, pero piensa que eso es un acierto de su política cuando en realidad es un efecto de la política desplegada por este gobierno.

Lo único que sí ve la izquierda marxista –fenómeno no percibido por la militancia kirchnerista– es que este modelo tiene fecha de vencimiento. Porque como siempre, se trata de una coyuntura favorable en la que la burguesía "nacional" intenta pescar a río revuelto.

No se puede negar la lucidez, firmeza y gran capacidad política de Cristina Fernández para encuadrar esta tendencia en lo más parecido a un proyecto. Basta escuchar un discurso de ella para darse cuenta de las diferencias que la separan de la caterva de ignorantes que ha gobernado la Argentina en los años precedentes. Los berridos de odio de un puñado de gorilas, gordas dementes, moluscos oportunistas, privilegiaditos subde y meros delincuentes suenan con recio contraste frente a la sobriedad e inteligencia de esta mujer.

Pero como siempre en política no se trata de individuos sino de clases. El sector avanzado de la burguesía está haciendo excelentes negocios, pero es consciente del peligro que significa la organización y crecimiento de la clase obrera. Socialmente hablando no puede hacer nada, porque es parte de un proceso que no puede evitar, pero políticamente hace todo lo posible por poner trabas al crecimiento de su autonomía política.

Es el propio peronismo el que debe encargarse de eso, y es por eso –la izquierda marxista podría ventajosamente señalar este hecho a la militancia kirchnerista- que el enemigo más peligroso de este gobierno se encuentra precisamente en las filas del propio movimiento peronista, al que Cristina Fernandez mantiene disciplinado no sin esfuerzo. En este sentido la muerte de Néstor Kirchner es una mala noticia, y si CFK desea mantener atados a los intendentes del conurbano, una buena idea sería poner a alguien tan cuidadoso de las formas como Guillermo Moreno.

El problema que la izquierda no se plantea es qué va a reemplazar a este modelo. Posiblemente el PO piense que los medios de comunicación se han vuelto revolucionarios y se disponen a catapultar a Altamira al poder, pero la burguesía ve bastante más lejos. Con la caída del modelo industrialista y la vuelta al modelo africano, la izquierda quedará nuevamente arrinconada, sin clase a la que dirigirse.

La fortaleza de este gobierno depende de la viabilidad del modelo industrialista. Pero este modelo tiene contradicciones profundas que el asesinato de Mariano Ferreyra dejó al desnudo. Los mismos matones de la burocracia sindical que hoy disparan contra un militante del PO, mañana dispararán contra un trabajador peronista. Y ni la izquierda ni la militancia kirchnerista tendrán respuestas.

El modelo africano de capitalismo argentino propicia la desaparición de la clase obrera y su reemplazo por una masa de desocupados crónicos que se maten por obtener bolsones de comida. El deber de la izquierda marxista es evitar por todos los medios la consolidación de este modelo. La lucha de la clase exige antes que nada su existencia, hecho más bien obvio que es algo molesto tener que consignar. La lucha de la clase combina sin contradicción la preservación de las conquistas logradas, la exigencia de mayores concesiones, y la lucha por el poder. Despreciar las dos primeras, e identificar lo último con el voto al PO es un error de peso.

Si la izquierda no lucha por la supervivencia de la clase obrera, entonces jamás obtendrá la confianza de ésta en la lucha por el poder.

210 comentarios:

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Edu dijo...

Severian, empezaste esta serie de post escribiendo: ¿que cree Altamira que se logra con esos kilombetes que organiza? ¿la revolución?

Seve, donde vos ves "kilombetes" organizados por Altamira lo que hay son justas protestas de trabajadores tercerizados superexplotados por la patronal sindical-gubernamental.

Podés criticar la actuación del PO, por supuesto, pero sería justo empezar por el principio en vez de cargar las tintas sobre el PO.

Básicamente este es el nudo de lo que estamos discutiendo. Galasso critica al PO. Vos criticás al PO. ¡Y está perfecto que se lo critique al PO!... pero después, solamente después de criticar a los que empezaron el "kilombete".

Eso es lo que se te hecha en falta a vos y a Galasso.

Cuando estas cuestiones se dejan tácitas, ocultas o no aparecen en el discurso, es natural que se interprete que quien así obra, en realidad lo que está haciendo es una defensa oblicua de los organizadores del kilombete, o sea en este caso, de la patronal sindical-gubernamental.

Si criticás a la izquierda -en este caso al PO- tu crítica puede ser también de izquierda o puede ser de derecha. Tal como la planteás, tu crítica parece ser de derecha. (Para ponerle "contenido" a los conceptos "izquierda" y "derecha" aclarémoslo: acá "están a la izquierda" los trabajadores -y el PO-, y "están a la derecha", la patronal sindical-gubernamental y también Galasso, y ... vos.)

Fijate que utilizo "izquierda y derecha" como conceptos relativos, para evitar entrar a discutir si el gobierno de Cristina es esto o si es lo otro. ¿Está claro? Digo: que "en este caso" el gobierno de Cristina "está" a la derecha. Lo aclaro para que no me desvíes la discución o digas que no discutís conmigo porque yo comparo a Cristina con Lorenzo Miguel...

Saludos.

Severian dijo...

Para el PC (no para mí, ni para Altamira) Videla era el mal menor.
Para Galasso (no para mí ni para Altamira) Cristina sería el mal menor frente a "la derecha".


Edu: ¿Cristina te parece comparable a Videla o no? Si te parece comparable me abro de esta discusión porque no me parece seria. Si no te parece comparable, entonces el argumento que das no sirve para oponerse a la identificación del enemigo principal. No podés mantener las dos cosas: que Cristina no es Videla pero que de todos modos hablar de un enemigo principal es caer en la del PC con Videla. Es inconsistente.

Seve, donde vos ves "kilombetes" organizados por Altamira lo que hay son justas protestas de trabajadores tercerizados superexplotados por la patronal sindical-gubernamental.

Esta es la parte más inelegante de toda esta discusión: Altamira tiene que ver con los trabajadores lo mismo que una porno con el amor verdadero. No acepto que se hable de "protesta de los trabajadores" para un kilombete organizado por cuatro nenes de clase media que se dejaron la barba desprolija para parecer populares. Esos no son trabajadores, el partido obrero tiene de "obrero" mucho menos de lo que tiene el partido demócrata de "democrata". Ese es todo el problema: no escuchan a nadie, incluidos a los trabajadores cuyos intereses claman defender, quienes en consecuencia los ignoran. Hay un problema con los tercerizados (y con muchas otras cosas) pero en ese problema el PO no corta ni pincha porque los trabajadores se lo pasan por las gónadas.

Básicamente este es el nudo de lo que estamos discutiendo. Galasso critica al PO. Vos criticás al PO. ¡Y está perfecto que se lo critique al PO!... pero después, solamente después de criticar a los que empezaron el "kilombete".

Eso es lo que se te hecha en falta a vos y a Galasso.
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Si criticás a la izquierda -en este caso al PO- tu crítica puede ser también de izquierda o puede ser de derecha. Tal como la planteás, tu crítica parece ser de derecha. (Para ponerle "contenido" a los conceptos "izquierda" y "derecha" aclarémoslo: acá "están a la izquierda" los trabajadores -y el PO-, y "están a la derecha", la patronal sindical-gubernamental y también Galasso, y ... vos.)


Edu, si crees que te voy a permitir que me tomes un examen ideológico para ganarme el derecho a opinar sobre el PO estás terriblemente equivocado. Mi derecho es previo a cualquier posición que vos te permitas tomar sobre mi ideología, que por otro lado jamás callo, así que si te interesa podés leerla en infinitos comentarios anteriores, en este blog y varios otros. No te preocupes, en la facultad donde laburo, cuyo consejo académico esta manejado por la microizquierda kilombetera, diariamente intentan esa chicanita "vos desde donde decis lo que decís". Cualquier crítica que se les haga (ej: los baños no tienen papel higiénico desde hace meses, ni hablemos de que alguien les pase un trapo y tire un poco de lavandina y desodorante de ambientes) es inmediatamente estigmatizada como una crítica de derechas. Estoy bastante entrenado en mandarlos a cagar al respecto.

A los fines de esta discusión hay un sólo factor relevante respecto de mi ideología: yo no clamo representar a nadie más que a mi mismo. Mucho menos me cargo encima la representación de una clase entera, como hacen Altamira y los cuatro (4) gatos que lo siguen.

Edu dijo...

Severian dijo:

Edu: ¿Cristina te parece comparable a Videla o no? Si te parece comparable me abro de esta discusión porque no me parece seria. Si no te parece comparable, entonces el argumento que das no sirve para oponerse a la identificación del enemigo principal. No podés mantener las dos cosas: que Cristina no es Videla pero que de todos modos hablar de un enemigo principal es caer en la del PC con Videla. Es inconsistente.

Severián, ¿porqué te cuesta tanto reconocer que te equivocaste? Empezar con la pregunta de si me parece comparable o no, es evitar decir "ok, entendí mal", ni hace falta que digás "tenés razón, fui yo el que hice esa comparación". Pero no, parace que parte de lo que le criticás al PO también lo ejercitás vos.

Ahora bien, ¿Cuál es mi inconsistencia?, ¿que si no comparo a Cristina con Videla, entonces qué? A ver si nos aclaramos. Yo transcribí una parte de la respuesta de Altamira a Galasso. ¿Qué le dice Altamira a Galasso? En pocas palabras, que con el argumento del "enemigo principal", hace una defensa cerrada del gobierno. ¿Lo querés un poco menos sintético? Quel el argumento del enemigo principal es un "refrito" de la vieja polémica de la revolución por etapas, primero nacional, después social; el viejo truco de la burguesía "nacional". Si estas polémicas ya era viejas hace 30 años, que decir de ahora... y sin embargo parece que siguen, "vivitas y coleando". Bueno, se trata de eso (nada que ver con lo de comparar a Cristina con Videla). Bonasso, Galasso, y toda la barra 6, 7, 8, defienden al gobierno como si se tratara del sumun, de la panacea, del gobierno impotulo, incorrupto, intocable e in-criticable, porque si no el enemigo principal nos come. Es como el cuento del cuco, ¿viste?

Severian dijo...

Edu:

No hagamos lo que hacen el PO y la nanoizquierda: respetemos la inteligencia del otro. Está todo escrito, lo releo y veo que no me equivoqué. Fijate

Para el PC (no para mí, ni para Altamira) Videla era el mal menor.
Para Galasso (no para mí ni para Altamira) Cristina sería el mal menor frente a "la derecha".


¿Es eso un paralelo entre Cristina y Videla o me equivoco?

Si vas a decir que el paralelo lo traza Galasso y no vos ni Altamira, cierro todo y me voy. Dejemosnos de joder, respetemos la inteligencia del interlocutor. Por si hubiera que aclararlo: Galasso, como cualquier persona normal, entiende que el gobierno de Cristina no es una dictadura asesina y que por lo tanto identificarlo como el enemigo secundario no encarna riesgo alguno. Sólo tipos con ideas peripsiquiatricas del nivel de Altamira pueden traer a colación el ejemplo del PC para refutar esa identiifciación, trazando de ese modo el paralelo.

Entonces:

1- Si crees que existe ese paralelo entre un dictador asesino y una presidenta elegida con el 60% de los votos, la discusión no me parece seria.

2- Si no crees que existe ese paralelo, entonces la mención de tal paralelo ficticio no sirve para refutar a Galasso.

Vos elegís, 1- o 2-, no pueden ser ambos a la vez. Si tu idea es refutar a Galasso con ese paralelo, entonces estás aceptándolo como tuyo. Si no lo aceptás entonces no podés refutar a Galasso usándolo. Altamira si puede porque la lógica lo trasciende.

Bonasso, Galasso, y toda la barra 6, 7, 8, defienden al gobierno como si se tratara del sumun, de la panacea, del gobierno impotulo, incorrupto, intocable e in-criticable, porque si no el enemigo principal nos come.

Nadie habla de defensa cerrada. A mi no me parece un gobierno inpoluto e incorrupto, al contrario. Pero en vista de las alternativas no me importa lo corrupto que sea, al menos no es Biolcatti. Por si hubiera que aclararlo, ni el programa del PO ni de ninguna de las multifacciones de la microizquierda es una alternativa, en gran medida por mérito propio.

Es como el cuento del cuco, ¿viste?

Si, pero con la diferencia que en este caso el cuco existe y mamá en vez de defendernos se está mirando absorta el ombligo.

Edu dijo...

Severian, tu punto es decir que si ambos (Cristina y Videla) son "el mal menor" entonces quien afirma eso los iguala. Esa es una logica muy pendeja, de lo primero no se infiere lo segundo. Es lo mismo que si dijéramos que porque vos y yo somos hinchas del "pincha" entonces somos lo mismo. Que tanto Cristina como Videla sean considerados por alguien como un mal menor eso no los iguala en lo más mínimo.
Si digo que Pedro es más alto que Pablo y Juan es más alto que José, no iguala a Pedro y a Juan como tipos altos y a Pablo y José como bajos. Fijate: Pedro mide 1,98, Pablo 1,97; José mide 1,50 y Juan 1,49. Pablo y Juan son "los más bajos" tanto como Cristina y Videla son los "males menores", y sin embargo Pablo y Juan no tienen nada de iguales, los verdaderamente "iguales" son Pedro y Pablo, por un lado, y Juan y José, por el otro. Pedro y Pablo son los altos y Juan y José son los bajos. Cristina y "la derecha" son como Juan y José, Videla y la otra facción militar son como Pedro y Pablo.

Lo que Altamira pone de manifiesto en el párrafo que transcribí es la falacia del "mal menor" como ardid para evitar criticar a quien se presenta como tal "mal menor". Lo importante no es en el fondo si en verdad se trata de males menores -cosa que en el caso de Videla y el tándem Menéndez-Suárez Mason es ciertamente muy discutible y a los efectos prácticos una discución sin sentido- sino como con ese argumento se defiende, se protege, se blinda, se ensalza al mentado "mal menor". Insisto, no tiene relevancia si lo es o si no, sino como con ese argumento del "mal menor" se evita decir toda la verdad.

Por eso es que Jack y yo insistimos en decir que "antes" de criticar al PO, en el asunto del militante asesinado en Barracas, hay que comenzar diciendo quién disparó y quién protege a los que dispararon. Casualmente quienes protegen a quienes dispararon son "el mal menor", quien protege a los fascinerosos de la derecha que asesinaron es "el mal menor", quienes están unidos en la UGOFE, la empresa sindical-estatal que superexplota trabajadores tercerizados son "la derecha" y "el mal menor", que en esto son socios casi indistinguibles, como Videla del dueto Menéndez-Suárez Mason o como Pedro de Pablo o como de Juan de José.

Jack Celliers dijo...

El ejemplo de Altamira cuando habla del "mal menor" es forzado: CFK no es Videla, la postura del PC en aquél momento fue una traición monstruosa, no comparable a la defensa de este gobierno que ensaya Galasso. En ese sentido sí creo que es criticable el ejemplo: Altamira dice que Galasso defiende "el mal menor" igual que lo hizo el PC en el '76. La similitud es real sólo en el hecho de defender "el mal menor", pero es evidente que la distancia entre CFK y Videla invalida el ejemplo.

El PC hablaba del "videlismo" y el "pinochetismo", distinción claramente ridícula y vergonzosa. No tiene el mismo carácter ridículo la distinción entre CFK y la oposición. Y esto sin desmedro de señalar al gobierno como responsable de la muerte de Ferreyra.

El problema del PO es estratégico: no enfrenta correctamente a este gobierno. En el caso de la muerte de Ferreyra no hay vuelta: al gobierno hay que enfrentarlo como responsable de esta muerte. En mi opinión es en otros aspectos en los que el PO falla.

Los señalo en el último post, digo, que si quieren pueden seguir las piñas allá, que este post pobre no da más.

Bah, como quieran.

Severian dijo...

Edu, honestamente, si vos no ves la contradicción entre

Que tanto Cristina como Videla sean considerados por alguien como un mal menor eso no los iguala en lo más mínimo.

y

Lo que Altamira pone de manifiesto en el párrafo que transcribí es la falacia del "mal menor" como ardid para evitar criticar a quien se presenta como tal "mal menor".

yo no puedo hacer nada por ayudarte.

Una vez más, la última para mí: si son lo mismo la conversación no es seria. Si no son lo mismo, como ahora finalmente admitís explícitamente, entonces no hay "falacia" alguna, es perfectamente compatible decir que hoy conviene considerar a Cristina como el mal menor con decir que quien consideró a Videla como el mal menor en el 76 era un imbécil.

Finalmente

Por eso es que Jack y yo insistimos en decir que "antes" de criticar al PO, en el asunto del militante asesinado en Barracas, hay que comenzar diciendo quién disparó y quién protege a los que dispararon.

No acepto que se me pongan condiciones para opìnar sobre el PO ni sobre nada, porque mi derecho a opinar es previo a mi posición ideológica, de la cual además no depende la validez de la crítica. Así que hablo de lo que quiero sin "antes" tener que aclarar nada (me hacer acordar un personaje de Eduardo Blaustein, que tenía que rendir exámen ideológico para que lo dejaran pasar por una esquina).

Una vez más, sobre las responsabilidades penales ¿que puedo decir? ¿que estoy de acuerdo con el código penal en que los asesinos tienen que ir presos? ¿no es obvio eso? ¿si lo callo entonces mantengo una agenda oculta de derecha? Vamos, los debates de este blog suelen tener un nivel un poco más alto que eso. Sobre las responsabilidades poíticas, me doy cuenta que este gobierno está aliado al sidicalismo mafioso, y que en ese sentido le caben responsabiliades por la muerte de Ferreyra. También me doy cuenta que afirmar que el gobierno mandó matar a alguien ese día es un delirio desde el punto de vista político por la sencilla razón del que el inexistente PO no jode a nadie, mientras que en cambio el costo político de una muerte es muy alto. Finalmente, este gobierno es desde que tengo memoria el más jugado (no se necesita mucho) y en ese sentido es probablemente el único gobierno que podría decidir desmontar las mafias sindicales. Por eso usar la muerte de Ferreyra para hacerle perder el poder de hacerlo obligándolo a aliarse con ellas, me parece una estupidez. Esto no quiere decir no criticarlo, pero tampoco caer en la ceguera de marcar cada movimiento como un ardid del banco mundial.

Jack Celliers dijo...

No acepto que se me pongan condiciones para opìnar sobre el PO ni sobre nada

Nadie te pone "condiciones para opinar", tenés todo el derecho de opinar, como los demás lo tienen de opinar sobre lo que vos opinás ¿no?

Opino entonces que si frente a la muerte de Ferreyra lo primero que se te ocurre escribir es que la responsabilidad es de Altamira, entonces te respondo que no, que la responsabilidad es de quien lo mató, y de quien permite que quienes lo mataron actúen impunemente.

Si se habla de responsabilidad en una muerte y se señala al dirigente X de su partido por "mandarlo a morir" sin decir nada de quienes lo mataron, me parece que es una forma de ocultar la verdad aunque sea inconscientemente.

Me dirás que sobreentendés el hecho de que los asesinos son los asesinos, y yo te respondo que esos sobreentendidos son peligrosos, transforman a los asesinos (y quienes les ponen el arma en la mano) en fuerzas de la naturaleza, entes fantasmales por quienes nadie responde, fatalidades.

No se trata entonces de ningún examen ideológico sino de simple coherencia ¿Altamira tiene una responsabilidad? Muy bien, ahora te pregunto ¿Altamira y quién más? Porque Altamira podrá estar gagá, le queda esa posibilidad, pero quien arma a los asesinos es redondamente un hijo de puta.

¿Y ese hijo de puta qué nombre tiene? Porque hasta el momento sólo se habla de Altamira. Pregunto entonces ¿por qué lo nombrás sólo a él?

Y por último, suponer que alguien "obliga" al gobierno a aliarse con asesinos parece humor negro. El PO, tan minúsculo e inexistente, de pronto obliga al peronismo (cuya tradición sindical es como todos sabemos impoluta) a aliarse con matones. No resiste el menor análisis.

Edu dijo...

Seve, lo tuyo es perfecto!

Me desdigo de todo lo que escribí y te pido perdón, ¿me perdonás?

Sos un capo total, podés decir lo que quieras, todo lo que quieras, y mi nivel de discución es bajísimo al lado tuyo, perdoname, no lo voy a hace más.

Desde hoy declaro solemnemente que Severian tiene razón en todo y es incuestionable.

Lástima que no puedas ayudarme.

Que te garúe finito...

Severian dijo...

Bueno Edu, si queres declararte ofendido y abandonar el debate, adelante. Pero la pregunta quedó planteada arriba, después no digas que soy yo el que no admite un error. Citaste la frase de Altamira diciendo que estabas de acuerdo con ella

"Sin perjuicio de discrepar en muchos asuntos con el PO esta parte de la respuesta de Altamirta a Galasso me parece notable:....".

La frase hace un paralelo entre la actitud del PC hacia Videla y la sugerencia de Galasso hacia Cristina. Sin prestar la menor atención a las evidentes diferencias, la frase pretende refutar a Galasso igualando a Cristina y a Videla en una supuesta categroría de "males menores". Según Altamira, si consideraramos al gobierno como el enemigo secundario caeríamos en algo que, en algún sentido, sería similar al apoyo de una dictadura genocida que hizo el PC.

Vos pretendés estar de acuerdo con la frase y a la vez sostener que Cristina y Videla no son lo mismo. Para mí perdés de vista un punto fundamental: si Cristina y Videla no son lo mismo, entonces bien puede ser que en este caso la tesis del mal menor sí sea correcta. Que en este caso pensar cual es el mal menor no sea una actitud censurable como lo fue en el caso del PC.

Es como decir "yo no como manzana porque la última vez que comí cítiricos tuve cagadera", y luego de que alguien te señala la obviedad de que la manzana no es un cítrico, seguir sosteniendolo "si si, no dije que fuera un cítrico, dije que no la como porque la última vez que comí cítricos me dio cagadera". Ahí hay una contradicción.

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