Hace unos años hablaba con un judío ortodoxo de… ¿de qué iba a ser?, de religión, claro. No me explico muy bien por qué intentaba detallarme los pormenores de sus creencias ya que tengo muy poca madera de creyente. Le respondía con mis razones, que no son demasiado sofisticadas: no puedo creer en un dios bueno y al mismo tiempo todopoderoso. Basta echar una ojeada al mundo para darse cuenta de que si existe un creador es una cosa o la otra, pero no ambas; me parece que con eso basta para cuestionarlo.
A esto el ortodoxo me respondía que
- Es como si entraras a un cine con la película ya empezada, y te fueras antes de que la película termine. No tenés suficientes elementos de juicio.
La frase me iluminó, pero no en el sentido que él esperaba. Comprendí súbitamente las trampas que nos tiende la creencia.
La razón se parece a un asistente discreto que nos ayuda silenciosamente en todas y cada una de las cosas que hacemos: impide que nos estafen, nos pone en guardia contra la mentira, y nos permite constatar que la Carrió carece de toda coherencia. Aplicada sistemáticamente la razón se transforma en ciencia y permite acabar con la viruela y la poliomielitis.
Pero no somos muy agradecidos con la razón, más bien tendemos a restarle méritos. Una de las causas puede ser el hecho de que vivimos en un mundo competitivo, y no es raro que a nuestro alrededor nos inviten permanentemente a prescindir de nuestra razón. Cualquier curandero, vendedor de baratijas o insolvente consuetudinario que intente aprovecharse de nosotros lo primero que intentará es hacernos renunciar a nuestro juicio crítico, desarmándonos.
Los brujos y los sacerdotes cuentan con nuestro desaliento. Porque la razón es una herramienta, cuanto más la frecuentemos mejores resultados nos ofrecerá; ergo tenemos que poner algo de nosotros: el caletre debe abocarse, la mollera debe pensar. Es un esfuerzo sin duda, pero como ocurre con el ejercicio físico cuesta menos cuanto más se practica, y viceversa. Hoy sabemos más que ayer, ahí está nuestra herencia cultural y sus logros que prueban lo irrefutable: la supervivencia del mono desnudo es obra de su inteligencia.
Pero no nos basta. Queremos soluciones rápidas, inmediatas, cómodas. Y cuanto menos pensamos, cuanto más nos echamos en brazos de la creencia fantástica a la hora de resolver nuestros problemas, menos capaces somos de pensar por nosotros mismos, el juicio crítico se oxida, perdemos el hábito de juzgar según nuestra experiencia… nos comemos cualquiera, bah. Por eso los traficantes de ultramundos nos ofrecen soluciones que no piden de nosotros más que la pura y fervorosa creencia. No pienses hijo mío, la existencia tiene misterios pero yo los conozco porque tengo línea directa con lo Trascendente.
No hay más que salir a la calle para percibir esta sutil subversión de los valores: toda creencia es alabada como enorme virtud, y todo uso del pensamiento racional es defenestrado. En cualquier película de difusión más o menos popular ocurren hechos sobrenaturales que confirman la fe y desmienten a la razón. En el cine barato el sacerdote siempre derrota al científico porque "hay cosas que nuestra razón no alcanza a entender". Se fomenta la creencia de que cerrar los ojos y pegar alaridos es más efectivo para resolver cualquier problema que meditar cuidadosamente en términos reales.
A fuerza de esto la estupidez -me parece- se ha vuelto seductora.
Los antiguos hindúes vivían en una sociedad brutalmente dividida en castas. La movilidad social no existía y los parias -desgraciados entre los desgraciados- eran y aun hoy son oprimidos hasta que sus huesos crujen. La pregunta acude de inmediato: ¿qué mal ha hecho un niño para merecer ese destino adamantino? La respuesta de los opresores es simple: esta no es más que una existencia en un ciclo de muchas; cualquier mal que te alcance tiene su origen en pecados cometidos durante existencias anteriores. Similarmente: todos los privilegios de los que disfruto aquí y ahora me corresponden en recta justicia gracias a que he sido abnegado, sufrido, generoso y justo… en incontables vidas pasadas.
¿No es un caradurismo maravilloso? ¿Y no tiene una graciosa similitud con el ejemplo de la película en el cine? Todas las vidas pasadas y futuras que inventa el opresor demuestran una sola cosa: lo mucho que le importa esta existencia.
Cuando no se puede probar lo que se dice en este mundo, se recurre a otros mundos. El centro de gravedad de la existencia pasa así a estar fuera de la existencia, en el "más allá". Si algo es injusto o inexplicable en términos que podamos entender, entonces hay que justificarlo como una voluntad extraterrena, algo que tiene su explicación en “vidas pasadas” o la tendrá cuando ya estemos muertos. El sacerdote pide un crédito pagadero post mortem, que como todos sabemos es el mejor momento para rendir cuentas.
Se me dirá que la razón no ha resuelto un montón de cosas, que tenemos todavía muchas dudas. Y es cierto. Pero la razón ha desenmascarado ya demasiadas mentiras: una simple vacuna demuestra que la enfermedad y la muerte prematura están lejos de ser voluntad de ningún dios. Las invectivas contra el humanismo prometeico y satánico son los rancios chillidos del sacerdote; quiere seguir haciéndonos creer que él sí sabe y que nosotros no sabemos ni podremos saber nunca si no es por su intermediación munificente y salvífica.
Hija secreta de nuestra desidia, la creencia se alimenta de la impotencia. Los fantasmas se desvanecen allí donde vemos claro, pero prosperan a la sombra de la ignorancia. Atónito he escuchado a algunos creyentes burlarse de las insuficiencias de la razón con una risa crispada y revanchista, como si las derrotas de la razón no fueran también sus derrotas. No puedo evitar asociar a esos infelices con los drogadictos que te llaman “careta” sólo porque uno no comparte sus miserias; lo del opio de los pueblos no deja de ser una definición sorprendentemente certera.
Una demostración vale más que el reino de los persas, decía Demócrito; y yo diría que vale mucho más que cualquier reino. Se me dirá que soy enemigo de la fantasía, y responderé que nada me parece más fantástico que la realidad. Que el mundo ofrece toda clase de maravillas (y espantos) perfectamente reales, y que el deseo de "otra" existencia es más bien una muestra de impotencia para transformar ésta, aquí y ahora.
No sé qué cosa serán los diversos Paraísos, pero digamos que mis aspiraciones son mucho más modestas. Montones de cosas me reconcilian con la existencia y me permiten intuir lo que este mundo podría ser si fuéramos un poquito menos tontos.
Les presento una de esas cosas, Jun Togawa ejerce la belleza:
4.10.09
Trampas y origen de la creencia
Nos metemos con:
Deliciosas formas de perder el tiempo,
Religión
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218 comentarios:
«Más antiguas ‹Antiguas 201 – 218 de 218Y aquí viene la segunda cosa, que es una de esa reflexiones candidatas que tenía reservadas para post, pero me parece que tus observaciones la hacen venir a cuento:
Me gusta la imagen que planteás de mirar el horizonte. El problema es la definición de “el ser” o Ser, ponele mayúsculas si querés.
Depende de cómo quieras definirlo. Macedonio Fernández –trágicamente citado por muchos bohemios nabos- hablaba del Automatismo Longevístico, concepto que te recomiendo anotes, del Museo de la Novela de la Eterna, libro de difícil y al mismo tiempo fácil lectura.
Fijate que tenemos serios problemas para definir qué cosa es ya no “ser” sino “vida” ¿Qué es un ser "vivo"?
Si observás la naturaleza vas a ver que hay seres con distinto nivel de conciencia. Los virus, por ejemplo, son por varios científicos considerados como “no vivientes”, pero cumplen algunos requisitos de los llamados “seres vivos”. Este es otro de los problemas que presenta la abstracción cuando quiere abordar la realidad viva con esos conceptos congelados llamados "palabras".
Descartes llamaba a los animales “machinas”, y si bien no me parece muy adecuado llamar así a un perro, respecto de una bacteria me parece casi acertado: ¿qué carajo de vida es la de una bacteria? No cuesta mucho asemejarla a un mero automatismo, muy diferente de nuestra vida.
Evidentemente la existencia (llamo “existencia” a todo lo que existe, tenga vida o no) es un fenómeno que se manifiesta a través de un desarrollo ascendente: desde la materia inerte hasta el ser más complejo y extraño que es el humano. Al mismo tiempo la materia organizada de manera biológica resiste (este es el Automatismo Longevístico del que habla MF) la muerte, de alguna forma quiere persistir en el ser. El individuo muere, pero puede dar descendencia y la vida continúa.
Si hablamos del “sentido” de la existencia, ese sentido no puede ser externo, pero “sentido” es también “dirección”, y curiosamente una dirección apunta a un lado sin dejar de pertenecer a la cosa, lo cual es bien dialéctico. El “sentido” de la existencia es un lugar hacia el que la existencia tiende a dirigirse: está en la existencia y al mismo tiempo no está. Pertenece a ella, pero al mismo tiempo la conduce más allá de ella. La palabra "sentido" usada como "dirección" es muy útil para la existencia, porque al parecer la existencia se dirige a algún lado.
Ahora bien, el ser humano es un animal capaz de reflexionar sobre sí mismo, y al mismo tiempo es capaz de comprender la vida y la muerte (por eso alguien decía que el ser humano es el único animal que NO ES inmortal: he knows death to the bone, man has created death, dice un poema certeramente).
Así que si me rijo estrictamente por lo que sabemos (que es lo que hace un buen materialista) y divago: es evidente que somos parte de un desarrollo ascendente, y también que “la existencia”, si puedo llamarla así, tiende a producir vida hasta un punto –el hombre- que es capaz de tomar conciencia de sí.
Esto provoca un desequilibrio bestial: al tomar conciencia de su vida también la cobra de su propia muerte. Pero esta conciencia también es un arma que “la existencia” parece tener para persistir en el ser: el ser humano puede desafiar a la muerte, puede combatir la enfermedad y lograr cosas que ningún animal es capaz, precisamente gracias a esta conciencia. El hombre puede por el momento –y no es poca cosa- soñar con la inmortalidad.
Es por eso que yo no creo que exista un nivel superior del que procedamos, todo indica lo contrario: procedemos de la materia inanimada. Somos capaces de abstraer, esto es: de apuntar más alto de lo que estamos, de imaginar conceptos y perfeccionarlos.
Y aquí es donde el ser humano comete el error: como es capaz de abstraer piensa que sus ideales no son producto de su inteligencia sino que son preexistentes. Esto es lógico si se tiene en cuenta que el hombre gracias a su inteligencia se encuentra con inmensos problemas en los que un animal ni piensa: la muerte, lo desconocido, la inmensidad del universo, etc.
Así que ¿qué hacemos? Ponemos el ideal... en el origen. El ideal, que es en realidad la dirección hacia la que apuntamos y a la que aún no llegamos, lo ponemos al principio. Obviamente la conclusión lógica es: La Caída. Si nuestro origen es un estado de perfección y resulta que somos tan imperfectos, entonces es que hay una tara inevitable de la que nos redime… Y aquí tenés un gran marketing de religiones que ofrecen toda clase de recetas.
El relato bíblico pervierte la verdad: llama “caída” a la toma de conciencia y deriva todos nuestros males de allí. Es una trampa: la toma de conciencia es lo que nos permite ver lo imperfectos que somos, pero sólo esa visión puede hacernos mejorar. Sólo el conocimiento pudo hacernos sobrevivir, y sólo el conocimiento puede desarrollar todo eso de lo que somos capaces. Que un dios haya condenado al hombre por adquirir el conocimiento es un relato perverso que sólo pudo concebir alguien a quien le interesa mucho mantener el poder aterrador de lo desconocido y al mismo tiempo vender el "remedio".
¿Que tenemos un enorme misterio por resolver? Seguro, por empezar: qué carajo es esto. Pero para resolverlo quiero resolverlo con las humanas, falibles y honestas armas con las que cuenta el hombre: la razón, la experiencia y la tenacidad.
Si otro ser humano viene a decir: "No, con eso no alcanza, hace falta la fe (mi fe, para más datos)" responderé simplemente que primero no sé con qué autoridad un ser humano dice que la humana razón no alcanza. Y segundo: que al fin y al cabo está ofreciendo algo que llama "fe", que muy evidentemente es otro producto humano al que declara extrañamente infalible.
-Es que la fe viene de lo alto.
...pero esto lo dice un mero ser humano. Y yo desconfío de los seres humanos que hablan en nombre de "lo alto". Precisamente porque son seres humanos como yo.
Lo bueno de la razón es que tiene a la realidad por árbitro. Ayer sabíamos menos que hoy. La experiencia me dice que si hay una respuesta no está “fuera” de aquí, y que nuestros ideales no son sino el fruto de un desarrollo. El desarrollo de un “algo” que no es ningún dios, ni ningún aburrido ser, sino esto mismo que tenemos delante de la nariz, que realmente no sabemos qué es y que tratamos con bastante vulgaridad.
Para misterios, los de la religión me parecen al mismo tiempo pálidos y rebuscados. La simple materia – esa que vemos todos los días y que las religiones fustigan tanto- es más enigmática que todos los dioses juntos.
Salute.
PD: No sé cuáles serán los problemas personales que mencionaste, pero espero que se te resuelvan, o los resuelvas si está en tu mano.
Si te ayuda rezar, no dejes de hacerlo. Pero otras cosas tampoco estarán de más: neurona atenta, ojos abiertos, juicio crítico y confianza en todos ellos, que son tus aliados.
Camilo dijo,,
Jack querido:
no sé si es que pasamos la barrera de los 200 comentarios o esto del doble post activo, o más posible aún, mi mera cortedad: pero hemos entrado en una nube de desentendimiento que me apena. La disidencia no sólo me sienta bien, sino que me agrada profundamente: entiendo le hace un bien inmenso a ambas partes. Pero el desentendimiento es otra cosa: es un cuco fiero. Por decirlo musicalmente: me gusta el contrapunto; detesto la cacofonía. Y ahí me encuentro, pues no entiendo, no te entiendo un pito. Estoy perdido.
¿Yo entré a pegarle a la revolución cubana y los republicanos españoles?
De verdad que no entiendo de dónde sale todo ese ruido.
Si es por el guiño a Camilo Cienfuegos, de verdad que fue un lacónico inocente. Pensé en el Comandante cuando surgió el pseudónimo y no dejó de resultarme paradójico. Te confieso que de todas las cabezas de la Revolución, el Comandante Camilo siempre me ha resultado el más interesante y hasta me ha caído bien. Esa curiosa combinación de aguerrido coraje y tímida bonhomía... y su confusa desaparición. ¿En serio leíste en esos pocos renglones un ataque frontal a todo lo que contraatacás luego? ¿O te referís a otro pasaje al enojarte con mis “comentarios histórico-políticos”? Lo pregunto de verdad, pues estoy perdido en el blogo-magnum.
Tal vez nos leemos mutuamente demasiado de dorapa, tratando de manotear (yo al menos) mil asuntos más que no dan tregua... Tal vez habría que intentar (yo al menos) encharcarnos con más demora (linda palabra, que viene de morar y no de atraso) en el parecer ajeno.
No para coincidir. Sino para disentir, sin desentendernos.
Por poner un ejemplo patente: el retruque a mi perplejidad ante la vehemencia del discurso escéptico me pone en la pista de lo que insisto: no disentimos; sino que no nos entendimos, que es asunto bastante más primario. ¿Cómo vas a “con-testarme” diciendo: los vehementes son ustedes, ché!? Si mi objeción no era en contra de la vehemencia “en sí” (patrimonio lícito y lógico de todo el que se precie poseedor de alguna verdad), sino que pudiera haber vehemencia en quien no estuviera —en términos generales— seguro de casi nada. Sólo me resultaba curioso que certezas tan precarias o provisorias pudieran sostenerse con tanto anclaje y vigor.
No me interesa volver al contenido de este minúsculo sub-debate sino a lo que te digo: no nos estamos sintonizando bien. Porque el muchacho de Cabildo es “lógicamente” vehemente: ¿o no sabés que se cree dueño de la verdad?
Pero ya que lo hiciste, respirando hondo (asumo lo que bien sospechás: es asunto que me cuesta y duele), hablemos de “Ella”...
Sí; es medio puta. Bien puta, para decirlo con una expresión que los Padres de la Iglesia acuñaron y se empleó por siglos (Meretrix) para hablar de ella, la Iglesia.
Retomo lo que –como decís- largaste al inicio de nuestro diálogo y lo dejé pasar por no enredar: pero creéme, Jack, que yo me siento tan “libre” como vos para buscar referentes y desechar otros.
A mí me suena que la cosa viene más o menos así: yo soy cristiano; vos sos marxista. Ser cristiano significa ser seguidor-admirador-atendedor de Cristo. Como ser marxista (corregime si yerro) ha de significar algo parecido respecto a Marx (sin latría, claro).
Cristianos los hubo y hay muchos, claro.
Marxistas también, cómo no (me morfo la ironía servida que me quedaba tras esa coma).
Empleando una suerte de metáfora, no es tan forzado decir que Marx y Cristo son “padres” de muchos hijos. No todos —ni a uno ni al otro— le han salido con el mismo color de sus ojos, ni talante, ni matera... incluso (importante detalle dentro de la parábola) no todos son hijos de la misma madre.
Por eso dije al inicio de este largo debate, que asumía tener hermanos (y hermanastros) en profunda disidencia con mis ideas y praxis. Ellos y yo inferimos y destilamos asuntos bien distintos (y hasta opuestos) de las mismas y escuetas enseñanzas del Maestro que decimos tener en común: Jesús de Nazaret. Y esto, no sólo en el presente, sino en los dos mil años que este Rabbí viene juntando (o amontonando) discípulos.
Hasta ahí el “mapa físico” del cristianismo “sin división política”. Luego, está la cuadriculación de confesiones, donde se agrupan los discípulos por combos de enfoques alternativos a la misma letra del Evangelio. Pero claro, ocurre como con los países (el talón de Aquiles de todo nacionalismo que intentara (vanamente) superar el mero fanatismo y pensar su razón de ser): un jujeño tiene mayor afinidad con un boliviano que con un porteño afincado en Barcelona o Bruselas.
A nosotros nos pasa algo parecido: por hablar de mí, puede darse el caso de encontrar mucha más sintonía y afinidad (espiritual y doctrinal) con un anglicano o un ortodoxo que con muchos segmentos internos al catolicismo.
Me parecía —ingenuamente— que cabía decir lo mismo del marxismo. Vos dirás: no, no; es que Stalin no es marxista aunque él se lo haya creído. Y bueno: vale. Es lo que esgrime cierto fundamentalismo cristiano y la derecha eclesial en general: “los otro no son otra visión de la misma doctrina; los otros no son”.
Yo me limito más bien a creer que les es lícito a todos llamarse “cristianos”, si honestamente creen estar siguiendo sus enseñanzas, aunque mi punto de vista difiera diametralmente a otros.
Pero bueno: vale que vos no aceptes tener “camaradas” en disidencia y los autodenomines no-marxistas sin más conflictividad que esa.
Pero vuelvo a lo que a mí —penosamente— me toca en suerte: una familia bien complicada. Me atrevo a hablarte franca y abiertamente, a riesgo de que hagas leña de este monje caído... pero me has dado muestras de hidalguía y a ella me confío.
Sí, familia complicada la mía... por numerosa, por variedad de madres (aunque un mismo padre) y por senil, claro. Hay de todo en este arca de Noé.
Pero “ella” no es “mi religión”, aclaro. Mi religión es aquello interior a mí que me religa al Dios que confieso conocer y tratar. No more.
La Iglesia (o las iglesias) es otra cosa.
Son “contexto” al texto y vínculo divino (aunque muchas veces pre-texto)...
Y de algún modo —ya que hablábamos de entelequias, esencias y azuleidades—, de alguna manera la Iglesia “no existe”, Jack. Y no hay artilugio ni sonso eufemismo en esto. (Te pido encarecidamente que te DETENGAS por una vez en mi lógica y me sigas hasta el final: después objetá si viene al caso).
La Iglesia (como el peronismo, si querés) es un inmenso marco o espacio poco y mal demarcado, con fronteras dudosas,,, donde cabe todo bicho que se considere seguidor de Cristo.
Es más, si querés bajarlo de un hondazo de esta esfera un tanto poética, y ponerlo a rodar por la calle,,, pues tendrás que constatar que “no existe” la persona jurídica de “la Iglesia”. Yo, el minúsculo y raído monje montañés, don Camilo de Jesús, no soy dueño (ni tan siquiera al modo de los accionistas de una SRL o SA) ni del oro vaticano, ni del colchón de Bergoglio, ni de la residencia en Recoleta del Opus Dei ni del equipo de mate de la parroquia más cercana a mi paraje. Son todas “personas jurídicas” independientes. La Iglesia no tiene “casa madre” y “sucursales”: tiene “entidades”.
Pero mucho más que en este orden económico, lo crucial es dejar asentado que somos personas físicas independientes, que debatimos, dialogamos, disentimos y/o concordamos en este seguimiento al Evangelio que admite coreografías (y hasta guiones) tan diversos...
Pero es de rigor aclararte esto: que los estragos perpetrados por la Iglesia Católica (que tanto me duelen, aunque no más que mis propias malicias) no me mueven a desafectarme del “grupo” de los seguidores del Evangelio.
Esto por razones bastante obvias, más allá de tu perplejidad (porque el Evangelio no las avala, sería la obviedad).
Pero más aún (y acá se me puede cortar el hilo si me tirás muy fuerte,,, te pido no lo hagas): ni siquiera me mueve a desafectarme de la Iglesia católica misma. Pues todos los desastres que ha hecho o permitido en su larga y tortuosa historia, tampoco colisionan sobre el núcleo duro de su ideario y doctrina. No pertenece a lo inopinable de la doctrina católica —es decir, a sus “dogmas” por decirlo feo— ni la apología de los curas comepibes, ni el cover-up de esa pederastia, ni el enriquecimiento ilícito, ni su cover-up, ni la esclavitud, ni la marginación de los homosexuales, ni siquiera el meterse en la vida de la gente. Y todo esto que digo, lejos de “salvarla” la hunde más, sin duda, pues delata cuán lejos vive de sus propios ideales; en cuan penosa incoherencia camina, respecto a sus propios postulados.
¿Sabías —por poner un patético caso— que hay un artículo del código de derecho canónico (es la legislación interna de la Iglesia) que PROHIBE a los curas meternos en la conciencia de las personas? Y no que prohíba hacerlo a la fuerza, violentando su libertad, etc, etc... no-no: aún con consentimiento del otro, no nos es lícito entrar en la conciencia de un ser humano. Tomá mate!
¿Y entonces?
Y entonces nada; que ahí está ella, llena de enfermedades y vicios, como de zonas sanas y rozagantes, cómo no. Y aunque sus enfermedades no son epidérmicas sino muchas veces profundas, no son genéticas. Su carga genética, su ADN son los cuatro Evangelios que le dejó su fundador.
Y son exquisitos, como tal vez hayas paladeado alguna vez.
Pero insisto: “ella” no existe: existe el padre Camilo, tratando de vivir el Evangelio a los tumbos; la hermanita X, metida en Ruca Choroy, reserva mapuche, viviendo desde hace 30 años en una choza entre los aborígenes, destilando un poco de esa brisa que creemos haber heredado de Jesús (hoy me escribió, por eso la nombro), y hay curitas, y laicos y monjas, y gente linda que se desloma por el Evangelio con llaneza, con frescura, con intenso entusiasmo por tratar de establecer el Reino del Amor.
Y están los que, siguiendo al mismo Maestro, y bajo el mismo techo “familiar” encaran la cosa distinto. Ellos existen. Nosotros existimos. Pero “la Iglesia”, así a secas, es como la azuleidad..........
Ahora bien: hay algo donde no media desentendimiento sino rasa disidencia. Porque Marx no es Jesús.
Y en eso —hasta donde entiendo— te hace a vos heredero de una doctrina más rígida e inflexible que la mía...
Pues sí, claro que me sentaría a comer con el padre von Wernich. Y no me lo debatiría en mi interior ni un milisegundo. Sería una de esas opciones que no suelen abundar en mi inseguro cavilar y decidir: rotunda e inequívoca. Comería con él, como con Stalin como con Grassi y Martínez de Hoz. Comería con los Kirchner y hasta con el desopilante Marianito Grondona. Comería con Evo y Chavez como con la Pantera Videla. Comería con Tinelli y con Andrea del Boca. Comería con todos los pederastas juntos y —lo que es más nauseabundo aún— con todos los jerarcas encubridores. Te lo digo de un modo más extremo: comería hasta con el mismísimo Quarracino.
Jesús no habló ni de preservativos ni de homosexuales. Pero sí que habló de esto y de modo tajante: coman con todos, sin excluir a nadie. No sólo procuren una inclusión de tipo social, integrando a los más pobres y marginados,,, no, no: hay más integración posible: y es la integración con los malos. Si sólo se juntan con los buenos, ¿cuál es la gracia? ¿cuál la novedad? ¿Acaso no plantean lo mismo infinitos credos y filosofías de vida? Lo distintivo, lo en verdad asombrosamente novedoso de Cristo es este inequívoco e inmetaforable: NO JUZGUEN A NADIE, no se establezcan en jueces de nadie. Amen.
Perdonen.
Intenten entrar en la lógica del otro.
Soplen sus heridas.
Atiendan a sus límites (no sólo de bolsillo, también psíquicos y hasta morales). Yo no he venido para los justos sino para los pecadores, para los que el mundo tenga por bosta.
Hasta aquí, el Evangelio (la traducción es apenas algo libre, pero apenas,,,).-
Ahora: ¿a quiénes tiene el mundo por bosta? ¿Sólo a los pibitos descalzos con los mocos colgando? No. También (y sobre todo) tenemos por bosta a los malos. A los que torturan. A los patoteros del signo que fuere. A la arrogancia en todas sus presentaciones. Al cinismo. A la hijadeputez que abunda por doquier.
Y es ante esa bosta que mi fe, mi credo, mi religión me incita, sin mucha más consigna colateral: comé con ellos, qué tanto!. Jesús los llama “borrachos y prostitutas”. Come con ellos y nos dice: hagan lo mismo.
Y no, no piensa ante todo en los atrapados por el chupi y las chicas del quilombo. Piensa en los que embeodarían el Evangelio y prostituirían el sermón de la montaña...
Por eso, sin pestañar, te reitero: el Padre von Wernich está invitado a mi ermita a compartir mis quesos cuando quiera (o pueda, jeje). Sólo espero que no coincida con tu visita...........
Por redondear esto (aunque pueda no interesarte pues hace a una ‘interna’ muy nuestra, si se quiere), me molestó profundamente que un obispo haya ido hace poco al penal donde está detenido este penoso cura, y no haya ido a saludarlo. ¿Miedo al qué dirán? ¿Miedo a quedar pegado? No lo sé. Y era de los obispos más “de avanzada” del episcopado argentino... Pero no, no adhiero: es fácil ejercer misericordia y compasión con los marginados en general, pero a mí paladar, la frutilla del Evangelio es esta: amar a los malos.
The rest is silence, como dice Schakespeare... o espuma, en criollo.
Te reitero la invitación a ver “la Isla” (Otrov), la película rusa. Es eso y no mucho más, mi programa de vida. Resumible en este texto bimilenario, que los cristianos hemos degustado siempre como “la esencia” del mensaje evangélico:
“Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles,
si no tengo amor, soy como una campana que resuena o címbalo que retiñe.
Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia;
aunque tuviera la plenitud de la fe como para trasladar montanas,
si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas,
si no tengo amor, no me sirve de nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe;
el amor no busca el propio interés;
no se irrita; no toma en cuenta el mal recibido;
Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
El amor no pasará jamás.”
Lo escribió tu detestado Pablo de Tarso a los corintios. Allá por el año 0056, cuando todas las culturas en funciones (griegas o romanas, incas o aztecas, vikingos, chinos o indúes) promovían la espada.
Ese es el ADN del cristianismo, más allá de sus miopías, amputaciones, sirrosis y metástasis variadas.
Contesto al voleo un par de minutas:
3) vos planteaste que la Iglesia corría la demarcación de las metáforas conforme la ciencia le iba denegando la interpretación piedeletrista, y esto para enmarcar el tema central del post: el asunto del ORIGEN; o sea, el insostenible y risible relato del Génesis.
Yo sólo aclaré y aclaro que en algunas OTRAS cosas puede ser (o ES, para ser más exacto), pero que justamente en el asunto entre manos no: jamás sostuvo una creación en 6 días.- Digo: oficialmente; me sigue teniendo sin cuidado lo que dijera el curita del pueblo de tus ancestros. Me resulta astringente argumentar desde ahí.
No entiendo lo del trasvaso erróneo: sólo intentaba decir que así como hay incultos marxistas, con Guevaras tatuados o luciendo en remeras, que pifian de cabo a rabo respecto a los contenidos doctrinales del genuino guevarismo; también cabe imaginar —y constatar— de a camionadas cristianos que desconozcan por completo la doctrina a la que dicen (y creen) adherir. Y que esto vale tanto para una simple feligresa como para un idénticamente simple feligrés que con los años devino en ser el cura del ese pueblo.
Lo del caño: muy bueno! Pero no uso sotana.
Ahora, si crees que me vas a tapar la boca trayendo un cable de ACI prensa, qué se yo,,, no conozco de pasquines marxistas, pero estoy seguro que te darán por el hígado más de uno y no te sentirías refutado si te espeto: mirá lo que dice Fulano! Te agarré, pillín!
De todos modos, a mí se me hace que el gol fue con la mano, porque yo encuentro en el cable de este peruanito ramplón un puntito más, justo encima del punto seguido que copiás vos, con lo cual queda así: “El cielo, que un aviador anhela surcar, es símbolo de Dios: Dios mora en las alturas”.
Pero mirá: si querés te tiro letra yo: libros enteros de divagues teológicos de un infantilismo desopilante. Pero creí que jugábamos en cancha grande,,, y entonces hay que agarrárselas con los grandes...
—Pero es que los grandes —un Pascal, un Copérnico, un Einstein— vivían con miedo a la inquisición.
—Ah.
Las palabras del mismo Jesús, claro que tienen otro peso y son... adivinaste: metafóricas. Ahora,,, vos te ofendés porque decís que jamás se te ocurrió aplicarle al pie lo de Cordero de Dios, ni Puerta del Cielo, ni Camino a la Vida... pero ahora, si habla de subir y bajar de ángeles ante un cielo abierto,,, ah, ahora sí! (¿Libro de los ángeles dijiste?????????????; mirá que me saliste bruto en esto,,, pero es lo de menos.)
A “la” final —como dicen acá— tal vez termine dándote nomás la razón en esto: lo que importa es la praxis, qué tanto. Y no el espumoso biribiri.
Y acá estoy, abierto y desnudo como la palma de una mano, para que Severian traiga su instrumental científico y testeen si soy tan sólo una anomalía, una fluctuación estadística, o si soy un caso entre mil otros, que obligan a ampliar el juicio.
¿Y qué es lo que “hay” para observar?
Un monje rotoso, que fue, vendió todo lo que tenía (que no era poco), dióselo a los pobres y luego vino en seguimiento de este Maestro Jesús. E hizo esto no por una peregrina idea, sino porque este Maestro así lo pedía, ahora sí: “al pie de la letra”. Y porque una muchedumbre de otros discípulos, lo precedían en esta aventura.
Beso mi pulgar en cruz para asegurarte sin trampa que carezco absolutamente de todo bien. Mentiría si digo que vivo sin nada. Pero lo poco que hay a mi derredor (techo, cama, salamandra, mesa, pc, etc) no me pertenece. Es “literalmente” de todos.
Acá no hay propiedad privada. Y lo poco que entra de nuestro laburo (que es agrario y artesanal) lo empleamos un poco en mantenernos y dos pocos, para ayudar a los viejitos y niños que no le dan a la zapa.
Yo entiendo así la vida evangélica. Como otros, la entenderán más “metafóricamente” (no lo vi venir, y se me estrelló en la jeta como un boomerang).
Como que sospecho que vos entendés la doctrina de Marx y de Trostki con la celosa pretensión de que al encarnar sus textos, la carne no se dispare muy lejos de la letra... Como que habrán otros marxistas, muy de escritorio, que jamás empuñaron ni una hoz ni un martillo y guardan sus títulos de propiedad bajo siete llaves.
Si vale un sólo consejo en nuestro largo diálogo, me permitiría este: no dejes de sentarte a la mesa con ellos. La incoherencia, si no una enfermedad, al menos es una pobreza. Y los pobres —a vos como a mí— nos importan.
En fin, pasado el momento “testimonial”, dos más, de corte más técnico:
1. Dícese “necesario” aquello que no puede no ser (quod non potest non esse, decían los añejos). Es lo contrario a contingente. Claro, siempre que estemos hablando de metafísica y no de necesidad de ir al baño,,,,,,,,
Dios crea sin necesidad y crea lo in-necesario. Todo ente es contingente (puede ser como podría no ser). No tiene un pito que ver con el valor de un ser humano, ni la necesidad de amar...... ¡Babel, Babel! Una cosa es que sea necesario amar y muy otra creer en el amor por conveniencia.
Dios no nos necesita (como plantea Hegel,,, sí Yoyi, el ateo) para “realizarse”. Por eso —en mi minúscula visual— o no existe o es puro amor.
2. Sostener que toda referencia a un “sujeto” —sin más especificaciones que esa— es antropomórfico: o es una burda tautología (pues tan sólo espejo mi convicción de que no hay sujeto posible fuera del hombre) o le atribuye a las características de la subjetividad, las del hombre. Y vaya vuelta a la manzana: ¡eso es antropomorfismo!
Algo así como si yo dijera: Dios es azul. Y otro retrucara: ¡Decir que Dios es azul es un bestial oceanomorfismo! A lo que yo devolvería: vos, porque no has visto el color de los ojos de Filomena, la hijita de doña Matilde; ¿te crees que no hay más azul quel del mar?
Con sentido afecto,
dom Camilo
Acá estoy! Tanto tiempo...
Muy agudos tus comentarios Jack! Lo que me llama la atención es que no te hayas dado cuenta de la elección de la manzana para el ejemplo jaja. Va justo en relación a lo que dije de la semilla. Que es similar a lo que decis de la manzana. Hay devenir, lo que ahora es esto mañana es aquello...Fijate que si hoy es esto y mañana aquello, esto y aquello se distinguen ;)
Decís muy bien:
digo que ninguna de esas cosas existe con la independencia y autonomía absolutas que les brinda el concepto abstracto, como si fueran concebibles de manera totalmente aislada. Aisladamente nada (nada de nada) puede existir
Fijate que tanto para vos como para mi hay unidad en "lo que es".
La diferencia está en que vos haces un salto un tanto arbitrario...
Muy bien, ahora yo digo que no, que todas esas manzanas en realidad son una sola cosa.
Decis que no, que no hay muchas manzanas, sino que son una misma cosa.
(Nota: "ente" y "cosa" son intercambiables)
Que nada pueda existir aislado te hace concluir que entonces la distinción entre entes es pura apariencia.
Pero la práxis me dice que yo no soy la manzana...Que el pájaro que está más allá tampoco es la manzana. Pero la práxis también me dice que la manzana se parece mucho más al manzano que al jardinero. Pero también me dice que el jardinero en algo se parece a la manzana, pero también se distingue! Hay distinción entre las cosas, pero no es absoluta. En cierta manera son lo mismo, pero se distinguen. En metafisica se le dice analogía entitativa. Y es casi milagrosa, por decirlo de alguna manera. Es impresionante.
Fijate...Vos ves un pajarito comiendo una ciruela en el ciruelo y qué pensás? Yo por mi parte me maravillo en ver que el pajarito no es la ciruela, y que mañana va a estar volando a kilometros del ciruelo...Pero se alimenta de la ciruela! O sea, la ciruela pasa a ser parte del pajarito.Y el pajarito solo puede asimilarlo porque tiene cierta semejanza con la ciruela. El pajarito tiene una semejanza con la ciruela que no tiene en cambio con un pedazo de plomo... No sé si le llega a ver lo que apunto, es muy pero muy sutil.
Y volvemos a los "entes". "lo que es", en tanto lo que significa, no es producto de la abstracción. Es como una señal pa' fuera. Porque, qué significa que algo es? Qué pensas cuando decis "Yo soy"? qué es "soy"? El concepto manzana es abstracto, pero "es" qué es? "Es" es verbo...
Dejo estas migajas desordenadas para que medites...Estoy enfermo y con sueño, pero ya hace varios días que no aportaba vió..jaa.
Un abrazo
El Lazarillo
Como pasa siempre en blogger, cada post mata al anterior. Para no meter demasiada cuchara en una discusión para la que me declaro completamente perdido, agrego sólo algunos puntos:
Peste: como siempre, un poeta. Ne encantó la comparación
Lazarillo: no te hagás el vivo, es cierto que refuto una afirmación general con casos particulares, pero eso precisamente significa que NO te doy la razón en que la ciencia está hecha sólo de afirmaciones generales.
Nunca sucederá: la verdad que tu primer comentario parecías uno de esos raros católicos abiertos a la discusión, en cambio ahora, con tu apelación al artículo segundo de la constitución, te vas mostrando como un cínico jurásico más, indistinguible entre tantos que pululan bajo los frescos.
Por si valiera la pena aclararlo, el estado nacional sostiene el culto católico apostólico romano por la misma razón por la que no existe matrimonio homosexual, por la que no hay educación sexual en las escuelas, y por la que hubo que pelear durante décadas para que los hospitales repartieran anticonceptivos y realizaran ligaduras de trompas, cuestiones todas ellas sobre las que una amplia mayoría de la población tiene una opinión diferente de la de la Iglesia. La razón es el poder terrenal de la Iglesia, una institución omnimoda al punto de hablar del amor universal mientras aconseja tirar prisioneros drogados desde los aviones, ese club de sesentones célibes que pretende decidir sobre la educación sexual que recibirán mis hijos, esa última monarquia absoluta del mundo que se erige en fiscal de la democracia. Un poder que en nuestra tierra nada tiene de legítimo, ya que fue heredado del antiguo imperio español, que erigido sobre la espada nada sabía de constituciones.
Y dejo constancia de que el flagrante cinismo de tu comentario evade una vez más responder a la pregunta: ¿por qué debo pagar de mis impuestos un resarcimiento por un hecho que, si fuera delito, estaría ya prescripto? ¿por qué no se aplica el mismo criterio a la expoliación que la Iglesia y el Reino de España realizaron sobre los pueblos indígenas? ¿eran católicos los jueces involucrados en el fallo judicial al que Ud hace referencia? ¿Ud consideraría imparcial su fallo si lo fueran? ¿por qué debo mantener con mis impuestos a una institución que no me representa y que sólo sirve a sus propios fines? ¿por que debe el estado obedecer un decreto firmado por un gobierno de facto? Y aclaro que aquí "¿por qué….?" Significa "¿por qué es justo….?" , una pregunta que hace referencia a los principios y a la ética, que ciertamente no se responde diciendo "porque está en la constitución".
Tipos como vos, con ese nivel de cinismo (lo de la "pampa vacía" es genial, revela hasta al menos indigenista de los gringos ¿vos sabes de donde tomó "La Matanza" su nombre?) son los que hacen que cuando se dice "Iglesia" a muchos hombres de bien se les revuelva el estómago.
Dom: Como siempre, Ud imagina lo que piensan sus interlocutores, pone palabras en su boca, y luego les responde. Así cualquiera se divierte…
lo de abstraer, es algo que trajo a la fonda tu amigo Severino y es muy lógico. El empirismo (el inglés al menos) siempre le entró con un ñoca a la abstracción. Y tiene su lógica interna. Sólo está este poroto y este otro, y puedo juntarlos, separarlos, ponerlos en fila o en redondel, pero jamás de los jamaces se te ocurra abstraer (ni de uno ni de un millón de porotos) la poroteidad, porque es un bolazo, un camelo: no existe ni en las cosas ni en nuestra mente. No hay modo de “chuparle” ningún universal inmaterial a particulares concretos. Kant dedicó algo de 740 páginas para objetar esto y si apenas logro entenderlas, mucho menos lograré resumirlas aquí.
Mi comentario sobre la poroteidad no iba dirigido contra la abstracción de un concepto a partir de un conjunto de observaciones, sino contra la suposición de que ese conjunto de observaciones son un reflejo de alguna esencia sólo accesible imperfectamente a través de la experiencia. Es decir: estoy de acuerdo si Ud decide llamar "poroteidad" a lo que tienen en común todos los porotos del guiso, me cabreo si Ud pretende agregar en la definición de "poroteidad" alguna característica extra, arguyendo que se perdió en el proceso de observación. Esa "poroteidad esencial" etérea, que refiere a características no observables del poroto, si bien en lo que a mi respecta podría ciertamente existir, resulta inaccesible en el sentido de que es imposible establecer la veracidad o falsedad de ninguna proposición que verse sobre ella. Por lo tanto, en lo que a la ciencia (y por lo tanto a la única forma de conocimiento humano que permite establecer verdades o falsedades de modo objetivo) respecta, lo que el poroto es resulta absolutamente irrelevante, lo unico relevante es lo que el poroto nos deja ver.
EstimaDom
Deja varias cosas interesantes por aquí. Voy a encarar una de ellas, pero antes una rectificación: me equivoqué con lo de España, no lo dijo Ud. sino que lo mandó el Sr. Jamás. Error de mi parte, se impone pedir disculpas y ser más cuidadoso.
Pero ojo: el comentario de "la religión que persiguió", aunque Ud. lo edulcore, está ahí, aunque a Ud. "hasta le haya caído bien". Mi respuesta no va por el otro, pero sigue yendo por ese.
Hago la aclaración y paso a lo que me interesa: esta apología que Ud. hace de "comer con todos". Y ahí tenemos valores distintos, distintos en un matiz, pero un matiz fundamental (en los detalles está Dios, lo dijo un hermano en la fe suyo, tipo interesante).
En primer lugar yo dudo que Jesús haya demostrado esa ecuanimidad universal, más me parece que apuntaba a una inversión de valores. Me explico: comía con borrachos y con prostitutas, pero estaba lejos de demostrar esa mansa tolerancia que se le suele achacar. No comía ciertamente con los fariseos y los saduceos, se cansaba de putearlos y contestarles con certeros... juicios, y con los mercaderes del templo no mostró ninguna paciente comprensión psicológica. Los rajó, y no con buenas maneras.
Cuando Confucio dijo a Lao Tse que la virtud consistía en un amor imparcial a todos los hombres, Lao Tse (tipo que me gusta pero muchísimo) le contestó que el amor imparcial por todos los hombres es ya una parcialidad.
"No sean jueces de nadie" es una máxima muy interesante. El problema es que no se puede cumplir: uno siempre juzga. Ud. también, Dom Camilo.
¿No me cree? Pero sí Dom Camilo, Ud. ha hecho un montón de juicios: ha juzgado a Von Wernich, a Mariano Grondona, a Stalin, a Quarracino, a los curas pederastas y a un montón más. Los juzgó y resolvió que comería con ellos sin pensarlo un milisegundo.
Porque "no juzgar" es imposible. Vivir es juzgar, interactuar con otro ser humano ya es juzgarlo: si alguien nos dice que tiene sed ¿no le damos agua? Caramba: hemos juzgado que estaba sediento. Y si alguien nos pide socorro, ¿no se lo damos? Pucha: otro juicio.
Lo que Ud. hace no es "no juzgar". Ud. juzga como todo el mundo, sólo que en su juicio, Ud. decide que todos merecen lo mismo: la víctima, el victimario, el loco, el cuerdo, el asesino, el financista, el poeta y el mecánico dental.
Y le voy a conceder una cosa: es muy práctico eso. Sin duda, así uno se evita mil dilemas y kilombos.
Pero para darle a todo el mundo lo mismo de mí, entonces todos tienen que importarme lo mismo: es lo que se llama indiferencia.
Yo no, yo juzgo. Y por supuesto, esto es extremadamente problemático porque ¿quién soy yo para juzgar? Para poder juzgar uno tiene que someterse a juicio a sí mismo primero. Y no es fácil. Créame: yo rebusco en mí la posibilidad de transformarme en alguien capaz de -por decir algo- quedarse con dinero de familiares de desaparecidos prometiéndoles noticias sobre sus seres queridos.
Y mire, estoy razonablemente seguro de no ser capaz de hacerlo. Sé muy bien que esto es peligroso: no hay que ser condescendiente y hace falta vigilarse antes que nadie a sí mismo.
Y claro que el ser humano es fruto de sus circunstancias, y si otro ser humano cometió actos aberrantes, tengo que dirigirme a mí mismo para estar alerta: yo también soy un ser humano, yo también podría caer en eso.
Pero esto, estimado sacerdote, es juzgar. No puedo mejorar si no me juzgo. Y si carezco de todo juicio... entonces podría cometer actos aberrantes sin problema ninguno ¿para qué hacérmelos si al fin y al cabo no juzgo a nadie?
Ahora bien: seres humanos hay muchos, y si yo me siento a comer con Von Wernich, entonces muchos seres humanos -con justa razón- no van a querer comer conmigo. Lo que hago con un ser humano no lo hago sólo con ese ser humano: tiene un significado para toda la humanidad.
Y si digo: "Haré con todos lo mismo", significa que toda la humanidad me importa lo mismo.
Si decidimos que comemos con todos, entonces hemos hecho un juicio. Si decidimos que "no somos jueces", entonces... hemos hecho un juicio. Porque el mundo reclama de nosotros que actuemos, y no actuar es también actuar: si frente a la víctima y el victimario mi posición es "no optar porque no soy juez"... entonces hice una opción. Y juzgué.
Yo también juzgo, sólo que no juzgo a todos por igual. Juzgo todo el tiempo a quién tengo que darle qué, incluyéndome a mí mismo, lo cual es muy incómodo y engorroso, un laburo de nunca acabar.
Pero eso es la vida, para mí al menos.
Y es más: me gusta la gente que juzga, que tiene dilemas, que medita e intenta resolver lo que es correcto hacer y no hacer. En cambio los que aman a toda la humanidad por igual, los que no dudan un milisegundo y comen con todo el mundo, le soy franco: esos no me gustan tanto.
Aquí me parece se presenta una cuestión de valores, y no creo que haya demasiado por desmigar. Ud. juzga que mejor no juzgar, yo en cambio intento todo el tiempo saber qué merece cada uno. Equivocándome miserablemente, seguro, pero intentándolo una y otra vez.
Siento que es lo menos que puedo hacer.
Camilo dijo,
Jack: hay más cosas que conceptos, y más conceptos que términos. Y aunque esto último varíe mucho según el idioma, aún en nuestra lengua castellana (de las más ricas), no hay modo de ofrecerle monopolio semántico a cada concepto. Por eso abundan los términos equívocos, y sobre todo, los análogos.
Cuando no se cuenta con eso, se complica notablemente el habla.
Cuando Jesús dice “no juzguen” emplea este verbo en la acepción de juicio moral, y más precisamente aún, al juicio respecto a la intencionalidad del corazón de la persona más que al acto objetivo (lo de no meterse con el pecador sino con el pecado, que vos parafraseaste hace poco).
Ahora, yo entiendo que esto no sea más que una charla de café, y de parados, pero si vos manoteás la primera acepción de un término que se te viene a la cabeza, y lo desplumás sin más, como hace el señor Google, incapaz de “entender” lo que uno está buscando, seguiremos no “disientiendo” sino “desenentendiendo”.
Te aseguro que es grande mi deseo de disentir pero en un mismo idioma. Babel –más aún que Babilonia- me produce una extraña claustrofobia.
El juicio como segunda operación mental es otra cosa Jack. Si querés hablamos de las muelas de juicio también.
Salgo a tomar un poco de aire fresco. Perdonáme.
Dom Camilo
Dom Camilo:
Si no tiene que pedir disculpas, puede salir cuando guste. Por mi parte a mí me interesa lo que dice y lo leo.
Y lo que leo es esto:
Pues sí, claro que me sentaría a comer con el padre von Wernich. Y no me lo debatiría en mi interior ni un milisegundo. Sería una de esas opciones que no suelen abundar en mi inseguro cavilar y decidir: rotunda e inequívoca. Comería con él, como con Stalin como con Grassi y Martínez de Hoz. Comería con los Kirchner y hasta con el desopilante Marianito Grondona. Comería con Evo y Chavez como con la Pantera Videla. Comería con Tinelli y con Andrea del Boca. Comería con todos los pederastas juntos y —lo que es más nauseabundo aún— con todos los jerarcas encubridores. Te lo digo de un modo más extremo: comería hasta con el mismísimo Quarracino.
Yo no sé Dom Camilo si Ud. cree que ignoro lo siguiente: que al fin y al cabo somos todos de la misma humana especie y que sí, es posible que en el fondo de nuestro corazón tengamos que considerar (y estar abiertos) a la posibilidad de que la gente cambie.
Porque hasta el peor hijo de puta puede cambiar. Y quizás -no lo sé- pueda incluso reparar lo que hizo (si la complejísima economía del universo permite el verbo "reparar" en este caso).
Bien, sepa que no lo ignoro. Y que a esa posibilidad, cómo no, estoy abierto. Y a mí no me tiene que creer: le puedo señalar a muchos compañeros (la palabra "compañero" no suelo usarla porque es muy importante) que dieron muestra de una notable templanza, de estar muy por encima de la venganza y del odio. A pesar del cinismo, a pesar de la impunidad y a pesar del dolor. Mucha gente se abstuvo de levantar el brazo y hacer justicia por su propia mano cuando las circunstancias los hubieran más que justificado.
Consecuencia: hubo varios arrepentidos del bando de los vencedores que no pudieron soportar la vergüenza. Me consta.
La posibilidad de perdonar siempre existe, no me lo tiene que decir. Pero ojo: para que eso ocurra tiene que haber algo, un gesto, una asunción de responsabilidades; y una comprensión profunda de la cuesta a remontar.
Dicho esto, por muy bruto que sea yo (Ud. no se priva nada a la hora de calificar, y eso que yo a Ud. le he dejado pasar más de cuatro sin calificarlo, porque calificar a mi interlocutor no me interesa), eso que Ud. escribió (quod scripsi, scripsi era, ¿no?) a mí me parece muy transparente. Y entre eso que Ud. escribió y lo que yo acabo de explicar, hay un abismo.
Achaque este abismo a mi mala voluntad, a mi ignorancia o a ambas si quiere. Diga que se me escapan las sutilezas en las distintas acepciones de la palabra "juicio".
Todo eso es posible. Pero yo, con mi crasa limitación, leo lo que me parece clarito: "iría a saludar a Von Wernich, y lo invitaría a comer".
Bueno Dom Camilo: yo no. Me limité a decírselo y explicarle por qué.
Si esto lo mosquea y siente claustrofobia, sólo puedo señalarle que las puertas están bien abiertas. Como dice Zitarrosa: el camino es pal que viene y pal que va.
Salud.
JC
Un viejo cuerpo
No soy marxista, ni de izquierda, ni de derecha, ni religioso ni ateo, ni, ni...tantas cosas
Pero si estoy en contra de toda violencia, por conveniencia, no me gusta que me violenten. Estoy en un todo de acuerdo con lo que dices, es muy buena la manera de mostrar la mas sutil de las violencias, la violencia de las instituciones religiosas, la violencia que mata tu espiritu, que es peor que la que mata tu cuerpo, aunque esta última te aterre, tal vez, mas. Estos violentos sometieron a la humanidad adoctrinando a los niños y haciendo creer que sostener la creencia es lo mejor que le puede pasar a un mamifero con tendencias a ser humano. Nefasta mentira que intenta hacernos involucionar a lo mamífero para usarnos como ganado
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