15.1.10

Mira por donde, Paraguay



Ayer

La historia de Paraguay parece partida brutalmente en dos. Desde 1862 con el gobierno del mariscal Francisco Solano Lopez llegó a tener una industria pujante, hornos de fundición propios, y fue el primer país de Sudamérica capaz de construir sus propios trenes.

Obviamente la corona británica no podía permitir semejante barbarie, término que como todos sabemos designa a aquellas acciones cuyo carácter revista peligro para los bolsillos de la gente importante. Imagínense: un país que no se endeuda con empréstitos de la banca inglesa, no consume los tejidos de Manchester y se atreve a tener industria propia, un escándalo. El representante de su graciosa majestad británica en Buenos Aires, Edgard Thornton escribía al Foreign Office desde Asunción el 6 de septiembre de 1864 haciendo votos para que la guerra de exterminio contra el Paraguay instaurara de una buena vez la “libertad comercial” en ese pueblo al que tildaba de "ignorante", "que se siente feliz con su tiranía y se cree igual a los más poderosos".

Creerse igual a los más poderosos es un grave, gravísimo error.

Y nuestro inefable "padre del aula", Dominguito Faustino de los amulatados belfos, se expresaba en ese sobrio estilo tan caro a los amantes de la civilización y enemigos de la barbarie:

Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial... Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrescencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse. (Sarmiento en carta a Mitre. 1872. Artículo de "El Nacional", 12.12.1877).

El carácter lacayuno de nuestra oligarquía quedó entonces más que demostrado: la deshonrosa Guerra de la Triple Alianza a la que nos arrastró el mitrismo cipayo de la mano del inglés diezmó la heroica resistencia paraguaya, destruyó adrede sus pujantes industrias para dejar paso al "libre comercio" de las mercancías europeas. De paso esta contienda sirvió para desangrar estúpidamente a nuestro propio país, que de esa guerra miserable no obtuvo absolutamente nada. Especialmente doloroso es el recuerdo de la terrible batalla de Acosta Ñu, en el que para nuestra vergüenza miles de niños paraguayos fueron masacrados por las tropas mercenarias de la oligarquía porteña aliadas al imperio esclavista de Brasil.

Hoy

Así las cosas, Paraguay, que había sido una potencia económica, quedó convertido en un oscuro lugar en el que nada pasa, un país amateur sin más instituciones que el poder omnímodo de una oligarquía minúscula cuya expresión política fue la dictadura de Alfredo Stroessner primero, y una democracia trucha, manipulada e inestable después.

La barbarie unitaria, precursora de la sumisión al imperialismo, dejó su huella deforme: Paraguay es hoy uno de los países más pobres de Sudamérica (lo que ya es decir) y el mundo, y también uno de los más desiguales: la renta nacional se divide entre una minúscula oligarquía propietaria y una masa de pobres, en su mayoría de origen campesino ya que en el país que construía trenes durante el siglo XIX, la industria es hoy prácticamente inexistente.

Existe una economía informal instalada como parte de la supervivencia de amplios sectores de la población, la desnutrición infantil es preocupante: el 76% de las muertes infantiles por enfermedades infecciosas se vinculan a cuadros de desnutrición y el 14,6% de los niños menores de 5 años tienen una talla baja para su edad. La pobreza alcanza alrededor del 40% de la población, todos datos oficiales.

Y esto no ocurre porque el país carezca de recursos: Paraguay es el sexto productor mundial de soja y el cuarto país exportador del mundo, también un importante proveedor de carne vacuna en la región. Pero tal como en Argentina, se trata de recursos concentrados en pocas manos, y esas pocas manos parecen ser la única "patria" que importa.

A pesar de este cuadro de situación, que no es nuevo sino que se arrastra desde que la feliz civilización llegó a redimir a esos guaraníes ignorantes, en Paraguay no se han registrado prácticamente movimientos de resistencia armada al poder establecido. A duras penas la población ha intentado expresarse a través de un sistema político casi monopolizado por el Partido Colorado (nombre histórico ya carente de sentido, que por otra parte no necesita ya que su ideología es la mera defensa del orden establecido). La reciente designación del ex obispo Fernando Lugo muestra el intento de la población de salir de ese clima asfixiante a pesar del férreo control que se ejerce sobre el sistema político desde el poder económico.

Por el contrario, son habituales los abusos y violencias contra la población pobre, principalmente campesina. Las comunidades campesinas que intentan organizarse soportan toda clase de desmanes, robos y crímenes por parte de terratenientes que cuentan –situación similar a la de las zonas más pobres de Brasil– con guardias armadas fuera de todo control del estado, por lo que la palabra "democracia" es más bien una cortesía destinada a satisfacer estadísticas. Existen incluso tropas norteamericanas que operan en suelo paraguayo como asesores de estas bandas criminales.

¡Violencia, qué horror!

En este contexto surgió recientemente una noticia: al parecer un grupo denominado EPP (Ejército Popular Paraguayo) secuestró a un rico hacendado y lo obligó a repartir carne entre una serie de comunidades en las que la extrema pobreza se ceba a diario.

Que se trate de carne no es casual: cuando yo era chico tenía varios amigos paraguayos, o hijos de familias paraguayas afincadas en Argentina; y me sorprendía que mientras las quejas por la situación económica eran habituales en cualquier familia, para los paraguayos "argentino" era casi sinónimo de "rico", aunque se tratara de argentinos modestos. La razón principal era que una familia argentina consumía carne habitualmente, lo cual en Paraguay es un lujo prohibido para la mayoría de la población.

Las reacciones no se han hecho esperar: escándalo, alarma, rechazo a "la violencia". Es terrible que se secuestre a alguien, es terrible que se lo obligue a desprenderse de parte de sus bienes, es todo muy terrible. Sólo que al parecer es la primera vez que en Paraguay alguien es desposeído por medio de la violencia. Ante esta reacción lo primero que uno piensa es que Paraguay es un maravilloso país en el que la violencia se desconoce por completo, donde cada uno de los ciudadanos tiene pleno derecho a un desarrollo autónomo y libre, donde no hay un solo niño desnutrido y donde a ninguna familia le falta el pan en la mesa.

El presidente Lugo y todo el poder político han tomado cartas en el asunto con premura: se declarará el estado de excepción. Las comunidades que hayan aceptado la carne provista por el EPP (sólo una se negó a aceptarla) ya son objeto de severas sospechas.

Antes de esto, el poder político ni se alarmó, ni movió un dedo frente a la miseria y la violencia imperantes. El estado de excepción no fue declarado cuando el niño Silvino Talavera murió a causa de agrotóxicos y su hermano fue descuartizado por paramilitares a modo de advertencia frente a las denuncias, ni cuando las organizaciones campesinas denunciaron más de 30 desapariciones y muertes, ni cuando terratenientes sojeros brasileños atacaron a campesinos paraguayos; ni durante otros muchos episodios en los cuales se robó la propiedad de gente que ciertamente ya tiene muy poco.

Y "todo el poder político" incluye a la "izquierda", que se ha apresurado a emitir su declaracioncita de horror, gritando con más fuerza que nadie su escandalizada indignación, no vaya a ser que alguien se confunda. Se lee en Página/12 14/01/10 que

El Espacio Unitario Congreso Popular (EUCP), que agrupa siete partidos de izquierda, emitió ayer un comunicado. "Repudiamos el secuestro y la extorsión, más aún si ellos son considerados medios de 'lucha social'. Los derechos sociales de las mayorías no serán realizados por medio de 'cortesías' o regalos de delincuentes, sino por medio de la lucha democrática de las grandes mayorías por la igualdad y la equidad".

Uno puede imaginar a estos imbéciles mirándose entre sí con el ceño fruncido en reconcentrada seriedad y asintiendo con la cabecita: ¡sí señor, delincuentes! ¡eso es lo que son!

Ni media palabra de lo que ocurre en Paraguay desde hace décadas. Ni una mención de autocrítica de estos señores, que al fin y al cabo se supone están en el Parlamento para representar a y servir a un pueblo que ciertamente no vive fácilmente. Ni siquiera una reflexión mínima sobre las causas sociales por las que esto pueda estar sucediendo. La condena a la metodología del grupo sin la más leve mención a las habituales metodologías por las cuales se deja a amplios sectores del Paraguay en la miseria denuncia al hipócrita, al farsante, al "izquierdista" a sueldo del estado burgués.

Tolerar plácidamente la violencia cotidiana contra un sector de la población y alarmarse como una señora gorda cuando de ese sector surge un intento de respuesta luego de más de un siglo de sufrimiento es transmitir un mensaje claro: los débiles a callarse y a aguantar. Con la careta sonriente de la democracia se promueve el totalitarismo más feroz. Si estos miserables son de "izquierda", yo no lo soy.

Y sin duda, quienes integran el Ejército Popular Paraguayo puede que estén muy extraviados, puede que efectivamente se crean Robin Hood, puede que no tengan la menor formación y que estén simplemente desesperados. O no. Se les pueden formular todas las críticas que se quiera, pero olvidar el contexto en el que esto ocurre es sencillamente ejercer una perversa hipocresía. Y en el contexto paraguayo, si hay que elegir me quedo mil veces con el Ejército Popular Paraguayo antes que con la parla parlamentaria de estos paniaguados que gritan cuando no callan.

Proveo entonces mi granito de arena para explicar las causas de este alarmante fenómeno de violencia: el EPP está financiado por el oro de Moscú... ¿No? Ehmm… ¡Ah! no, no... ¿El judaísmo internacional? ¡No, tampoco! Ehmmm...

¿Alguien tiene una respuesta?

6 comentarios:

LR dijo...

Jack, ya han encontrado al financista del EPP, las FARC-EP parece que financian cuanta organización armada latinoamericana anda dando vueltas.

Está mal que la izquierda condene públicamente la acción del EPP utilizando el criterio de la ley burguesa (Delincuentes!!). Me hace acordar cuando Nahuel Moreno mandaba condolencias a las familias de los militares víctimas de la guerrilla. O cuando parte de la izquierda condenó Tablada. De Terror (y no rojo).

Saludos

Luk@s

Severian dijo...

¿Pero como que esos señores no son de izquierda? Seguro que apoyan el matrimonio gay, el aislacionismo idiomático, y el derecho de las mujeres a ser explotadas igual que los hombres. En fin...

brasil dijo...

los ocho (perdon si exagero) de la "izquierda" paraguaya, deben estar opinando que al EPP lo financia la CIA, para desbaratar la revolucion que ellos vienen tejiendo pacientemente hace como 80 años en algun bar de Asunción.

Tema aparte: tengo entendido que hubo en Paraguay algun intento en romper con Stroessner y el Coloradismo, por un movimiento denominado "febrerista". Como todo lo mìo es de oido, y no se mucho mas

Jack Celliers dijo...

Sí, el "febrerismo" reivindica los ideales de la revolución de febrero de 1936, que fue un movimiento con participación de oficiales del ejército paraguayo luego de la guerra del chaco. Fue una experiencia nacionalista democrática que tuvo exactamente los mismos problemas que la experiencia del MNR en Bolivia, aunque me parece (toco también de oído) que fue más audaz aunque menos conocida. Una especie de chavismo, pero con reformas más de fondo.

Sin embargo ocurrió lo mismo que tantas veces: fue derrocada al año por el Partido Liberal que representaba los intereses de una oligarquía jamás despojada.

Los febreristas opusieron una resistencia tenaz a Stroessner, pero nunca llegaron a ser un partido representante de la clase obrera, confluyeron con otros partidos burgueses e incluso colorados disidentes, entraron en la internacional socialdemócrata y si no me equivoco hoy forman parte del apoyo a Lugo.

Todas estas interminables experiencias constituyen el límite real que se le puso a la oligarquía en latinoamérica,m y de allí ni un paso más.

Por ahí interesa -sobre todo en este contexto del que hablamos- este debatito que se armó (¿armé?)en un blog kirchenrista, en el cual se puede ver que si bien la izquierda monga suele no entender nada, los movimientos Nac&Pop tienen sus límites "nacionales y populares" remachados en el cerebro con no menos fuerza:

http://catanpeist.blogspot.com/2010/01/desendeudarse-para-ser-libres.html

Severian dijo...

Como te gusta el kilombo....

Lo que pasa Jack es que hay dos escalas temporales bien separadas. Se ve a lo largo de la discusión en Catanpeist que vos hablas del corto plazo (poniendo a los K como lo menos malo para el futuro inmediato), y del largo plazo (poniendo en evidencia que un proyecto nac&pop apoyado en una burguesía nacional no es sostenible).

Pero los nac&pop, me parece, solo son capaces de ver el corto plazo, el "ahora" donde el peronismo kirchnerista se ve como la alternativa menos mala. Simplemente no quieren o no pueden imaginarse que pasará en unos pocos años en el futuro. Su pecado es complementario al de la izquierda mongui, que mientras que en lo inmediato no da pié con bola, se imagina proyectada en un futuro lejano donde la tortilla se vuelve, y todos sus sueños se hacen realidad.

En lo personal los dos errores me parecen igualmente graves en lo político. Solo que, hijos como somos del día a día, me revuelve más las tripas ver a la izquierda lamerle las pezuñas nuevamente a la derecha, permitiéndole acceder al poder en lo inmediato mientras mantiene sus ideales a salvo en un futuro lejano, que ver a los nac&pop intentar ponerle límites a los de siempre, aún si esos límites tienen fecha de vencimiento.

Jack Celliers dijo...

Che bueno, no me gusta "el kilombo", ufa. Me interesa el debate. Lo que intento (ya sé que es una partícula de polvo en la atmósfera y nada más, pero no es razón para no intentarlo) es acercar posiciones. Estoy de acuerdo: el pecado de la izquierda es mayor, precisamente porque traiciona su misión, y el nacampopismo al menos intenta ir más allá de sí. La brecha que queda en el medio parece que no se puede llenar.

Digamos que planteo al kirchenrismo el debate que creo la izquierda debería plantearle y me parece que no le plantea. Al menos no me sacaron corriendo llamándome "gorila" y hubo algo parecido a un debate civilizado ¿no?