El Sr. Gildegomi era un laburante argentino de esos con corbatita. Desde hacía décadas veía como el poder adquisitivo de su salario caía y caía y caía, y no había piso que lo detuviera. Así que un día el Sr. Gildegomi fue a ver al Sabio Gurú Que Aparece en Televisión y le preguntó:
- Oh Sabio Gurú Que Aparece en Televisión, ¿podrías explicarme por qué mi magro salario cae y cae y cae?
- El problema es simple, pequeño mortal. Sucede que un ogro malvado llamado Estado Keynesiano gasta enormes sumas de dinero para dárselas a vagos e ineficientes. Así se ha generado una bestia llamada Déficit Fiscal, la cual no deja que los esforzados empresarios de la patria acumulen la suficiente cantidad de teca. Y como no logran acumular un toco de teca, entonces a ti no te toca ¿Capito?
- Ah...
- Hace falta pues que el ogro malvado deje de intervenir en la economía y permita jugar a las libres fuerzas del mercado, así eliminaremos a Déficit Fiscal y los esforzados empresarios de la patria acumularán y acumularán y acumularán hasta que no les quepa más guita en los bolsillos. En ese glorioso momento, la guita caerá de ellos y se derramará generosamente sobre ti.
- Aaaaah... ¡mire qué bien!
- Lo que debes hacer entonces es gritar con todas tus fuerzas para que el ogro Estado Keynesiano deje tranquilos a los esforzados empresarios de la patria que generosamente te dan trabajo, así se llenarán sus bolsillos y las mieles de la abundancia caerán sobre tu cabecita.
- ¡Pero qué macanudo!
Así que el Sr. Gildegomi gritó y gritó:
-¡Fuera el Estado Keynesiano! ¡Basta de cobrar impuestos a los que producen! ¡Hay que eliminar el Déficit Fiscal! ¡Basta de darle guita a vagos ineficientes! ¡Estoy con el campo!
Y efectivamente el estado se desprendió de todas las empresas, desnacionalizó los servicios, disminuyó todos los presupuestos, bajó las retenciones. Todo se convirtió en mercancía privatizada: la salud, la educación, la vivienda, las jubilaciones, la comida; todo fue campo fértil para los negocios privados y así las bolsas subieron y subieron. El Sr. Gildegomi pudo soñar con que era Gordon Gekko, se fue a la calle Florida y por U$S 200 se compró un buen par de tiradores ridículos.
Pero el salario del Sr. Gildegomi no crecía sino que seguía disminuyendo. Así que fue a ver al Gurú y preguntó nuevamente:
- Disculpe, o sea... ¿Qué onda?
- No seas impaciente, pequeño mortal. Estas cosas llevan tiempo y negocios muy importantes están en marcha. Los esforzados empresarios de la patria trabajan día y noche juntándola con pala y no pueden fijarse en huevaditas.
- Pero tengo que comprarle zapatos a los pibes, los libros de texto están carísimos, el alquiler se fue por las nubes...
- ¡Insensato! -rugió el Gurú- ¿Crees por ventura que tus miserables minucias tienen prioridad sobre los sagrados intereses del país? ¿Cómo osas anteponer tus mezquinos avatares personales sobre asuntos cuya importancia exceden largamente tus carnales apetitos de gusano materialista? ¿Acaso eres un comunista resentido sin dios y sin patria? ¿Eh?
- No, no, nada más lejos...
- Ten paciencia, valoramos tus esfuerzos -dijo el Gurú con una voz más dulce y mostrando a lo lejos un tenue resplandor de donde venían confusos ruidos de fiestas privadas, el eco de copas entrechocadas y coristas bailando pegadas al caño- ¿Ves allá a lo lejos esa lucecita al final del túnel?
- Más o menos...
- Allí hay hombres probos y gente linda y salas VIP con señores que trabajan duro día y noche para que en una gloriosa jornada futura se derramen las mieles del éxito sobre ti, que no haces otra cosa que cumplir un simple horario y fichar tarjeta sin preocuparte de nada ¿Entiendes, oh desagradecido? Está allí el futuro venturoso en el que los bolsillos de los empresarios estarán tan llenos que se derramará la abundancia sobre tu pequeña mollera ¡Mira las bolsas! ¡Mira las nuevas tecnologías! ¡Estamos implementando el nuevo sistema! Observa este pauerpoint: Misión, Visión, Valores ¡Nuestro crecimiento anual fue de un toco por ciento y hemos hecho caja por dólares una parva!
- Si claro, pero es que me vence el cable y...
- Estamos mal pero vamos bien, recuérdalo. Sólo que el maldito estado aún no deja en paz a los hombres virtuosos, todavía pagan pesados y abusivos impuestos y no pueden siquiera aumentar su colección de Ferraris ¡Y no olvides que en parte es tu culpa, porque con tu mentalidad estatista y retrógrada no has gritado con suficiente fuerza! ¿Acaso no quieres pertenecer al selecto club? Pues eso requiere esfuerzo, amiguito. Pertenecer tiene sus privilegios, pero debes ganártelo.
Así que el Sr. Gildegomi se ajustó aún más el nudo de la corbatita, puso cara de yuppie feroz, redobló sus esfuerzos y laburó catorce horas por día en la city porteña. Y cada vez que podía opinar vociferaba que la libre empresa, que hay que trabajar duro, que el estado aún es ineficiente y deficitario, y que parece mentira que el aire sea todavía gratis. Sólo por pronunciar estas sentencias el Sr. Gildegomi ya se sentía un poco parte del estáblisment. Encima la empresa le dio una blacberri llena de botoncitos que se complacía en exhibir -siempre onda cashualgüear ¿viste?- ante sus amistades, aunque tuviera que contestar imeils a las cuatro de la matina.
Ya todo estaba privatizado, entidades financieras se quedaron incluso con el manejo de la guita de las jubilaciones, la economía estaba desregulada hasta las verijas y no había actividad que diera guita que no estuviera en manos privadas. El cuco comunista cayó, el mercado era libérrimo por todo el planeta ¡Aleluya!
Pero pasaban los años y el derrame famoso no llegaba. El Sr. Gildegomi no sólo no vio crecer su salario sino que incluso tuvo que empezar a pagar por cosas que antes eran más o menos gratarola. Mandaba a los pibes a escuelas privadas de cuarta sólo porque tenían uniforme. Sin embargo siguió creyendo en las profecías del Gurú, porque las bolsas subían y subían. Hasta que un día...
- ¡¡El derrame!! ¡¡Por fin!! ¡Ahora viene la posta! ¡Abran cancha, manga de vagos, y sírvanme un champú del bueno que me lo gané laburando! ¡Quiero mi ascenso! ¡Iujuuuuuu!
No, no. No vino ningún derrame. Lo que vino fue la Gran Crisis Gran. Todo voló por el aire. Los informes optimistas cambiaron de un día para el otro por profecías oscuras, siniestros anuncios recorrieron el planeta. El estado -sí, ese ogro despilfarrador cuyas cuentas debían ser severamente recortadas- ¡...de repente fue llamado a poner ingentes cantidades de guita! Pero no para socorrer al Sr. Gildegomi, nada de eso; sino para tapar súbitos agujeros negros en los creativos balances de prósperas y reconocidas firmas presididas por directivos con generosos sueldotes de los que nunca más se volvió a saber qué onda.
Nadie más habló del terrible Déficit Fiscal, se acabó la prédica de la austeridad en el gasto público y la prescindencia del estado en la economía. Igual ojo: el ogro Estado Keynesiano no volvió, porque donde se recortó el presupuesto ya no se volvió invertir, pero quichicientosmil millones de verdes cayeron en bolsillos que ¡oh sorpresa! no sólo no se habían llenado sino que parecían mucho más hambrientos -y obviamente prioritarios- que cualquiera de esos morochitos de África o el norte argentino.
Así que el Sr. Gildegomi fue a ver al Gurú con las manitos agarradas tras la espalda y le preguntó:
- Oh Gurú... Oh sabio maestro... Oh dueño del insondable futuro... ehhmmmm... esteee....
Pero el Gurú se encontraba muy ocupado renegociando unos contratos y al parecer estaba a las patadas con unos señores importantes (que parecían algo resacosos) por el cobro de unas primas. El Sr. Gildegomi pudo oír de pasada unas palabras sueltas:
- ... o sea, yo quiero mi parte... sí, ya sé hay que seguir... el verso... la gilada... OK, pero el tanto por ciento para mi... Se pudre todo... y… ya inventaremos alguna otra cosa…
Y apenas notó la presencia del Sr. Gildegomi el Gurú se dio vuelta, lo miró como quien descubre un insecto sobre la milanesa con fritas y le dijo:
- ¿Y a vos quién te juna?
Así que el Sr. Gildegomi le recordó:
- ¿No se acuerda maestro? Soy yo... ¿hay algo de lo mío?
- ¡Ah! Si, si, claro... vos... -se puso serio- Mira hijo mío: hay graves problemas por causas muy complejas que tú jamás entenderías. Los grandes asuntos de la economía mundial son muy pero muy difíciles y estamos trabajando duramente para solucionarlos, así que no podemos ocuparnos de boludeces. Bien harías, infecto mortal, en dejarnos trabajar a mí y a estos señores que tratamos de evitarte males mayores. Así que quédate quietito y muzzarella.
- Pero... ¿Y el derrame?
- ¿Derrame? ¡¿Pero de qué me hablas, obtuso cenutrio?! ¿No sabes cómo están las bolsas? ¿Acaso te imaginas las preocupaciones por las que estos importantes señores están pasando? ¿Es que ignoras los apuros económicos de aquellos que ya no pueden ni siquiera mantener su flota de aviones privados? ¿Crees acaso que esta vida regalada que estás haciendo será para siempre? Lo que tienes que hacer es volver a tu casa y rezar mucho a San Cayetano para que te conserve el laburo. Mucho agradecerás si no terminas arrojado al Infierno de los Excluidos. Y mejor que no alces la voz ni te metas en cosas raras porque de otro modo te perseguirán la policía y sus perros; que, créeme, son casi indistinguibles.
Así que vía pibe, derechito por la tapuer y respetando la fila. ¡Aire, va!
Y así el Sr. Gildegomi aprendió que...
Bah, en realidad soy muy optimista. Lo más probable es que todavía no haya aprendido un pomo.
Y colorín colorado, seguí participando.
6.9.09
Más cuentitos sin moraleja ni provecho
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14 comentarios:
Y no... evidente es que no aprendió nada. Sino, fíjese por facebook, tuenti o cualquier red social... ahí se juntan todos los Sres. Gildegomi y tal cual los describe, apoyan al campo, piden muerte al Gobierno y que el establishment los proteja... mientras intentan llegar a fin de més con 1000 pesitos. Su post es muy pedagógico y no puedo esperar a empezar a leer a sus seguidores, reales o imaginarios, a ver cómo responden. Saludos.
Me bebí una buena taza de café contigo.
Cuando ocurren este tipo de cosas muchas veces tengo ganas de decir: yo te avise. Pero es poco fraterno y no va al meollo del asunto: El señor Gildegomi no tiene la culpa.
No suelo hacer propaganda del partido en el que milito en el debate intelectual, ni explícita ni implícitamente.
Pero entiendo que no puedo evitar recomendar una charla debate entre Zaffaroni y Altamira sobre el Genocidio http://www.po.org.ar/node/22511
La recomiendo todo el tiempo
abrazo
Luk@s
Ayer conocí a otro Gildegomi. Me tomé un taxi en caballito para ir al centro y resulta que elegí a un reciente ex-jefe de personal de una empresa de colectivos de la zona donde vivo. Resulta que la empresa lo rajó luego de 33 años de prestar buenos servicios, de que él "se hiciera cargo sólo de la empresa cuando los dueños se iban de vacaciones".
Pobre, tuvo que vender el Renault Megane y comprarse "la bosta" del Ford Fiesta taxi que estaba manejando y la licencia.
También pudo salir de la depresión gracias a su familia, sus hijos, sus yernos (que son de oro!!, que buen suegro este Gildegomi).
Así y todo decía que no tenía de qué quejarse porque la empresa le había pagado todo lo que correspondía.
Como le faltan siete años para jubilarse anda pagando el monotributo y se acaba de enterar que se computan los ultimos diez años de aporte para establecer el monto de la jubilación.
Hasta ese momento me compadecía (pese a que por dentro pensaba ¿a cuántos tipos con familia habrás rajado haciendo tu trabajo?) Al fin y al cabo mi viejo también trabajó de eso así que el cariño por mi padre me hace tener cierta empatía con este tipo de laburantes.
Luego de un rato de charla el tipo sacó a relucir toda una ideología reaccionaria de mierda (se quejaba de los que protestan y cortan calles, que de donde los sacan, que si los ves de noche por la avenida Santa Fe les entregás todo aunque te digan buenas noches, etc etc etc). Por mi parte le seguía dando cuerda. Pero como no puedo con mi espíritu evangelizador le digo: Es que los jefes de personal la tienen complicada, tienen que actuar como patrón siendo que son empleados. Recalcando eso último obviamente (Sos un trabajador imbécil me daba ganas de decirle).
Inmediatamente me acordé de este post.
El señor Gildegomi, asalariado jerárquico, con funciones propias de un burgués, deja el mundo de fantasía para proletarizarse en regla y en un trabajo a destajo como es el taxi. Así y todo nada cambia, sigue siendo un reaccionario.
Pobres señores Gildegomi,se les va la vida y nunca acaban de entender nada.
(entré entusiasmado a hacer este comentario y leí el de Luk@as, que dice básicamente lo mismo, igual lo escribo abajo para no atragantarme)
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Acabo de ver a Gildegomi por televisión. Se quejaba escandalizado del corte de calle que hacían los despedidos de la ex-Terrabusi. Palabra más, palabra menos, en lo siguientes términos: "Ello tienen derecho a reclamar, pero ¿y nosotro? ¡¿nosotro no tenemo derecho a circular?! ¿ehhh?".
Gildegomi cree que él está en una clase de equivalencia diferente de los empleados de la ex-Terrabusi. Los llama "ello" (mientras mastica una S) y los diferencia de "nosotro" (mientras mastica otra). Parece tan convencido, que uno podría aventurar que incluso luego de despedido lo seguiría sosteniendo (algo que confirma el comentario de luk@as)....
Yo no subestimaría el tema. Hace años que se viene trabajando para que los trabajadores no se reconozcan como tales, o para que si se reconocen como tales se lumpenic(z?)en....
Un tipo que ganando 1500 se gasta 600 mangos en un par de zapatillas Gola, o una luca en un celular con mplagarcha, o un trabajador que cree no serlo, es funcional al sistema
Muchachos: La conciencia no se trae geneticamente. Es un concepto cultural, y habrá que trabajarlo. La burguesía lo comprendió hace mucho, y trabajó para su degradación
En realidad estos tipos no son ni hijos de puta, ni pelotudos. Son víctimas
Me parece que los Gildegomi, en general siempre son, por orden de aparición: 1) víctimas, 2) pelotudos; 3) hijos de puta. Hay otras secuencias posibles que conducen a otras tipologías, claro.
Brasil, son puntos de vista. Explico el mío:
El cuentito no califica, simplemente describe. ¿El Sr. Gildegomi es una víctima? Hasta cierto punto sí, pero me parece (estoy seguro) de que es mucho menos víctima que un montón de gente en la miseria total.
El Sr. Gildegomi tuvo una educación, tiene un laburo, tiene algo de tiempo libre. En su situación hacerle caso a Grondona o hacerse un par de preguntas no me deja de parecer una elección. Ergo su ignorancia me parece mucho más elegida que impuesta. Si se tratara de la misma opinión en boca de una persona que corrida por la miseria no tuvo educación ni posibilidad de formarse, la socarronería sería cruel y estaría de más. Pero no es el caso.
Entiendo. Entonces más que de laburantes, hablamos de laburantes de clase mierda. Así si.
De todas formas e hilando fino, la posibilidad de elegir un camino para tipos que están amaestrados para reaccionar más que para actuar es limitada. La clase mierda argenta (y más la porteña) ha perdido hace casi 4 décadas cualquier capacidad de análisis. Opinan lo que Grondona, lo que Tinelli, ,lo que.
Y me sigue pareciendo más importante ver como se opera sobre esos "formadores", que sobre el tibio Gildegomi.
Porque el consumo y los "formadores" le han podrido la cabeza tambien a los sectores más desposeidos.
Es realmente humoristico ver como los zurditos se rien de Gildegomi, mientras seguramente estan escribiendo en el fondo de la casa de papa, sin pagar ni alquiler ni comida. Ahora bien, Gildegomi soy yo: uds. son Wachipistola?
Que increible que un blog haya reunido a todos los vivos de este mundo. Nada peor que un zurdo argentino: a la ignorancia se le agrega la pedanteria. Los resultados estan a la vista.
Vale la pena mencionar el hecho que la Negra Sosa haya elegido una sala de embarque de lujo. Es que acaso no seria bueno que por una vez viva sus ideales? No, zurdo de la boca para afuera, como la mayoria.
Brasil:
Hay mucho de actitud cómoda en Gildegomi. Ve que en el mundo hay ganadores y perdedores, se da cuenta de que lado cae, pero despues niega esa realidad identificándose con los ganadores.
Un tipo que es empleaducho de Dupont, y putea cuando los despedidos de Kraft cortan la calle, no puede no darse cuenta de la similitud de su situación. Se da cuenta, se siente una mierda porque mañana lo pueden echar a él, y entoces sublima el miedo poniendose imaginariamente en la otra vereda.
Solo que yo no creo demasiado en los mecanismos inconscientes. Salvo que se le dé ese nombre a la elección -muy consciente por cierto, y muy cómoda- de negarnos a razonar sobre algo que nos da miedo. Al punto de edificar toda una filosfía de vida sobre eso: el tipo ve algo digno en dejarse explotar sin chistar, considera inmoral al que hace kilombo, desprecia al que milita en un sindicato o en un partido, e incluso cuando lo cagan, insiste en que la sumisión dignifica (y acá tal vez deba decir, por las dudas que crean que exagero, que no lo estoy inventando, lo conozco).
Chancho, lo más triste de tus comentarios -que ya tienen muchas cosas tristes- es que tu imaginación sea tan pobre. No sé por qué imaginás que tus invisibles interlocutores están
escribiendo en el fondo de la casa de papa, sin pagar ni alquiler ni comida
Si es por fantasear boludeces, imaginame en Seychelles o en un yatecito, qué se yo... el Halcón Maltés ponele.
Y si sos Gildegomi sólo me río de que no veas que si vivís de tu trabajo -como parece ser- entonces el capitalismo es mejor negocio para muchos que para vos, y que tu único consuelo es que sea peor negocio para muchísimos más.
Es curiosa la petición de principios "viva sus ideales", "zurdo de la boca para afuera", etc. Si un marxista actúa para cambiar la relidad lo llamás terrorista, y si se limita a expresar pacíficamente sus opiniones lo llamás cagón ¿Cómo te considerás vos mismo? Me imagino que como un héroe con las pelotas tan bien puestas como para decirle al prójimo lo que TIENE que hacer para ser "auténtico".
Qué picante que sos, che.
Otra cosa Chancho: si vos creés que yo me río de vos y de Gildegomi creo que te equivocás. Lo mío es en todo caso una sonrisa irónica. Para carcajadas tendrías que escucharlas de otros, que se ríen de vos -y de mí, pero de vos más- muchísimo.
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