
I – Declaración de principios
Como para dejarlo claro: el activismo feminista me da náuseas, la carga de hipocresía, resentimiento y sexismo que conlleva lo transforman en un esperpento, barato sustituto de cualquier verdadera preocupación por la humanidad.
El hecho de que en general se lo considere políticamente a la izquierda es una de las tantas calamidades ideológicas con las que (no) hay que convivir.
Bien, ahora que quedó claro comencemos con las escenas. Si se cansa salte a las conclusiones en el punto XI. O deje de leer, bah.
II - Escena a) Esclavas en el shopping.
Charla con chica catalana. Luego de haber agotado pormenorizadamente todos y cada uno de los lugares comunes del progre europeo (“¿Por qué hablas de Oriente y Occidente cuando te refieres a Asia o Europa? Esas son categorías etnocentristas”, lo juro) la chica ataca con El Temita Infaltable, Imprescindible y por supuesto Insufrible: la mujer no está liberada, está esclavizada, la sociedad falocentrista, falocrática y falo falo falo, falo bonito falo eh...
Replico con un simple ejemplo: temporalmente estoy sin laburo, así que tengo tiempo de caminar por las calles de la ciudad donde vivo. Cuento las mujeres en edad de trabajar que veo paseando, de shopping, o tomando un café. Comparo con el número de hombres y la proporción es más o menos de cinco a uno. Declaro dudar que la mujer esté tan oprimida como los medios se empeñan en convencerme y que no veo la falta de libertad en esas mujeres, que tampoco parecen muy preocupadas por liberarse de nada.
Respuesta indignada, escandalizada:
- ¿Ir de shopping? ¿Y a eso llamas tú libertad?
Me deja con una sonrisa entre perpleja y divertidísima. A veces no sé dónde termina la ignorancia y dónde empieza el caradurismo.
Y sí, corazón: irse de shopping todo el día es tener una muy envidiable libertad. El uso que se haga de esa libertad es otro tema, pero forma justamente parte de la libertad: la de ser o no un/a idiota en este caso.
Mucho menos libres me parecen, si me permiten, los pobres tipos que se pelan el culo en una oficina todo el santo día para ganar ese dinero que ellas gastan.
Es políticamente incorrecto decirlo, lo sé, pero creo que de esos tipos nadie habla. Ni de sus vidas perdidas en la monotonía de la cadena burocrática, obedeciendo órdenes y recibiendo humillaciones, en las que tomarse un día libre es algo así como un lujo delicioso. Resignadamente aceptan lo que la propaganda feminista dice: que son opresores, amos y explotadores, mientras sus esclavas pasean. Algo anda mal.
III - Escena b) El Sultán lava los platos.
Mi mujer comenta con colegas de su trabajo, féminas también, que en estos momentos no estoy laburando y que me dedico a hacer de ama de casa. La respuesta general es del tipo “¿Así que lo mantienes? ¡Qué buena vida hace tu marido!”
Al mismo tiempo, he comentado con un colega masculino que mi mujer me mantiene temporalmente. El hombre abre mucho los ojos y hace ademán de arrodillarse y alabarme en son de chanza calificándome de sátrapa, sultán y etcéteras. Este hombre mantiene a su mujer, que no labura desde hace quince años.
A ver chicas, si nos ponemos de acuerdo. No puede ser que cuando es una mujer la que se queda en casa sea una pobre esclava que ha entregado su futuro, y cuando es un hombre se trate de un cafiolo. No cierra.
Pero la idea está muy arraigada, tanto que el tipo que ve como muy natural que su mujer no haga más que ocuparse de la casa, cuando le digo que en mi caso es al revés me ve como una especie de Hugh Hefner. Sigo pensando que algo anda mal.
IV - Escena c) No comments
En el Reino Unido una mina y un tipo se acostaron. Ella tomó el preservativo a sus espaldas, se inseminó y tuvo un hijo. Los tribunales condenaron al tipo a mantener a la mujer de por vida. ¿Algo anda mal?
V- Escena d) El amor es el amor, pero la guita es la guita
En Suecia una pareja de lesbianas se casó, y para tener un niño buscaron un donante. Al tiempo se pelearon, y una de ellas consiguió la tenencia. El tribunal decidió que sería mantenida por... no, no por su ex pareja, sino por el donante. Sí, algo anda mal.
VI- Escena e) Thelma y Louise: ¿Saben qué, chicas? Váyanse al carajo.
Cine: bodrio yanqui. Ella y él son jóvenes y están prometidos. Él le ha dicho una mentira blanca e inofensiva sobre su trabajo. Ella lo acusa de mentiroso y se raja. Se va con un montón de amigas que le hacen el aguante y la instan a no contestar las llamadas de él. Treinta y tres llamadas. Ellas insisten en que no conteste: “Debes entrenarlo, entrena su culo para que no te mienta, o lo hará de nuevo... tu sabes, debes entrenarlo... es como un perro”, frasecitas tal cual.
Sus suegros también se pelearon, así que se da el típico diálogo suegro – yerno en el que el suegro aconseja: “Si la amas, entonces ella siempre tiene razón”, “No podemos enfrentarlas, ellas son invencibles”, y así. Vuelven los dos a presentarse ante el montón de arpías, se arrodillan ante sus mujeres y ruegan el perdón ante los ceños fruncidos y las burlas de la manada.
Me pregunto ¿Sería posible una escena idéntica pero con los sexos cambiados? La respuesta es: no, no sería posible. Me pregunto ¿Por qué? La nueva respuesta es: porque nadie más en la sala se hace ni remotamente la primera pregunta.
Desde Thelma y Louise el truco es sencillo: pintar a los hombres como tarados, opresores, o simplemente culpables sólo redimibles por el perdón femenino. Las mujeres son siempre valientes, abnegadas y sensatas. Claro que las minas también pueden ser villanas, pero entonces son siempre fascinantes, seductoras, peligrosas e infalibles. Nunca una malvada sin encanto, nunca una looser.
Por otra parte el desprecio, la violencia verbal o física ejercida por un hombre contra una mujer son siempre abominables, mientras que a la inversa es algo chic, divertido. Es que algo anda mal.
VII – Escena f) Contaminación ambiental ¿Su pene qué opina?
Cualquier programa de TV. Una mujer opina sobre lo que sea... y lo hace “como mujer”. Nunca vi que alguien opine “como hombre” sobre artes plásticas, política, sociedad, literatura o religión. Pero al parecer la vagina otorga a un argumento una fuerza nada desdeñable, sea que se esté hablando de las elecciones en Italia o de alpinismo. Sospecho que algo anda mal.
VIII – Escena g) El hombre como electrodoméstico
Esta vez se trata de una propaganda sobre un producto farmacéutico. La escena muestra al típico tipo de traje y maletín, muy ocupado. La voz en off convence:
- Su mujer necesita un hombre, su empresa necesita un ejecutivo...
La promesa es que las pastillas (vitaminas o lo que sea) lo mantendrán activo y le permitirán cumplir como un soldadito sus obligaciones: para con su empresa y para con su mujer.
Curioso: la propaganda se dirige normalmente a nuestras necesidades / placeres. Aquí no: se le habla al sujeto sobre lo que otros exigen de él, poniendo a la mujer y al empleador casi en un mismo plano. Más bien habría que reunir al empleador y a la mujer del tipo y decirles: “Háganle tomar esto y verán cómo rinde”. No puedo evitar sentir que algo anda mal.
IX - Escena h) ¿Nadie lo escucha? Hable de La Mujer.
Camino por la calle y veo un afiche que miro distraídamente. Anuncia: “Seminario: el problema de la mujer que trabaja”.
Súbitamente se me ocurre que la última palabra de la frase puede ser substituida por cualquier otra: el problema de la mujer que no trabaja, el problema de la mujer con hijos, el problema de la mujer sin hijos, el problema de la mujer soltera, casada, separada, divorciada, lesbiana, bioquímica, petisa, pelirroja o bizca. ¡Un seminario! ¿Qué tal “El problema del varón que trabaja”? No funcionaría, creo que porque algo anda mal.
X - Escena i) ¿Los tipos que mueren? Bien, gracias.
Otro afiche, esta vez del ACNUR que reza en letras grandes: “Más del 50% de los refugiados del mundo son mujeres”, y luego los consabidos pedidos de toma de conciencia ante este grave hecho.
Se me disparan las preguntas. Más del 50% de la población mundial está compuesto por mujeres ¿Qué clase de catástrofe supone el hecho de que constituyan más o menos ese porcentaje entre los refugiados? Y lo sutil, lo sexista, lo que me molesta y me subleva: ¿qué hay del otro 50%? ¿Son animales? ¿No importan, no son noticia? ¿La vida de un hombre no vale nada?
Intento comentarlo con quienes me acompañan, pero no hay reacción. Todo el mundo lo ve como algo normal, las mujeres tienen prioridad porque... sí. Son esencialmente más frágiles / vulnerables / buenas.
Yo creo definitivamente que no, que no es así, que algo anda mal.
Muy mal.
XI - Basta de escenas
Vivimos bombardeados por una sutil y persistente campaña que moldea nuestros valores y hace de la mujer una especie de hecho diferencial. Si se dice que la mujer es portadora de Paz, de Amor, de Vida, de Esperanza y vaya a saberse qué otras sandeces, nadie se sorprenderá demasiado. Mientras la Madre es objeto de una tradicional adoración, el padre parece un progenitor de segundo orden cuya misión es proporcionar dinero y bienestar, punto.
Me atrevo a percibir una especie de idolatría subyacente que atribuye al género femenino no sé qué cualidades esenciales que hacen a una mujer algo más que una simple persona. Y no voy a hacer demagogia diciendo que las mujeres son las primeras afectadas por esto. Creo que los primeros y más afectados son los hombres, esa parte de la humanidad que carece casi por completo de conciencia de género. La conciencia de género – así como la conciencia de clase – supone una conciencia de derechos, y es infinitamente más fuerte en las mujeres.
Pero las minas sensatas, las que quieren ser valoradas por sus propios logros, creo que sí se sienten de alguna manera incómodas. Me parece percibir en varias mujeres con talento la necesidad de ser consideradas por lo que son no como “mujeres” (lo cual no quiere decir nada) sino como personas. Al mismo tiempo también percibo en muchas el miedo a romper con la imagen idealizada de su propio sexo, la dificultad en resistir la tentación de considerar que la sola pertenencia al sexo femenino otorga un status de particular superioridad.
Creo también que el mito de “la mujer” es alimentado por lobbies de taradas, minas inútiles prestas a parasitar los frutos del trabajo de mujeres valiosas y socializarlos de inmediato como un logro de “todas nosotras”. Así, mientras a ningún tipo se le ocurriría enorgullecerse de lo que hizo Einstein desde una ridícula “perspectiva de género”, sobran las legiones de idiotas que bajo el pretexto de reivindicar a Frida Kahlo, Madame Curie o Rosa Luxemburgo lo que buscan es aparecer junto a ellas en la foto, para lo cual hay que mentar – antes que el talento o el valor – su pertenencia al sexo femenino como el verdadero secreto de sus virtudes.
Y si este clima irrespirable es fuerte, lo es más aún en la progresía intelecto – pseudo – izquierdo – psico – bienpensante, como señalé al principio. Sin ir más lejos Página /12, diario en el que escriben apenas un par de plumas que merecen respeto, abunda en bostas entre las que se cuentan un suplemento feminista redactado por subnormales de toda especie que francamente hay que leer a nariz tapada. Me provoca un rechazo hasta físico.
A veces pienso que soy el único que se fija en esto. Pero afortunadamente hay alguien cuyo rechazo hacia esta exitosa falsificación es tanto o aún más radical e intransigente que el mío.
Casualmente es la mujer que amo. Una suerte.
Buenas tardes.