
Los hechos son estos:
Hace ya décadas que en Argentina un extraño poder parece proteger a torturadores, asesinos y escoria de este tipo. Juzgarlos y mandarlos a la cárcel parece ser una tarea titánica que requiere no ya la simple intervención del estado de derecho sino la constante movilización de organismos de DDHH, esforzados militantes, gente que gasta enormes energías para exigir no otra cosa que una elemental justicia.
Durante el juicio – de esta dura forma conseguido – a uno de estos subproductos de la especie (un torturador malnacido con cuyo nombre no tengo ganas de ensuciar mi blog) quienes testificaron, asistieron o de alguna manera impulsaron el mismo fueron objeto de las consabidas amenazas anónimas, cartitas con letras pegadas, promesas de muerte, y demás. Todo aderezado con la clase de pobre morbo que estos ratones enfermos sufren en su cobardía y su odio (a una de las personas amenazadas le dejaron en el contestador ruidos de sesiones de tortura, etc. etc. y más etc. Y más.).
Y ahora un testigo, un ex detenido en un campo de concentración, un compañero, está desaparecido desde el 18/09.
¿Qué decir?
En principio nada. Cabe una posibilidad de que este hombre ya mayor haya sufrido alguna clase de choque emocional fuerte y ande perdido. La posibilidad cabe y personalmente espero que sea así y se acuse a la izquierda de hacer alharaca por nada, recibiré la acusación yo también con la boca cerrada.
Pero también cabe – y esto es lo importante: que quepa, que sea concebible – la posibilidad de que su desaparición sea el fruto podrido de la acción de estos hediondos. Del servilismo rabioso de estos delincuentes que, mirados con bastante asco incluso por sus empleadores de la gran burguesía, juegan sólo a sobrevivir y temer la acción popular.
Lo único que digo yo – y mi opinión aquí vale muy poco – es que si este último es el caso, ya va siendo hora de cortarla de una vez.
Ya demasiadas veces los militantes populares en Argentina son víctimas de amenazas, aprietes, violencia y asesinatos llanos. En mis épocas de estudiante he tenido que ver de cerca cosas de este tipo con demasiada frecuencia. Y entre la militancia la consigna siempre ha sido resistir, no caer en la provocación, persistir sin responder directamente sino con la movilización y la exigencia de justicia.
Así que muchas cosas se han dejado ya pasar, secuestros, torturas y muertes bajo el "estado de derecho" sin que la militancia de la izquierda en su conjunto (a la que nunca le ahorro críticas), difamada por los medios y pintada como la culpable de toda violencia real o imaginaria, haya respondido.
Pero veintipico de añitos de democracia deberían ser suficientes para lo mínimamente exigible: limpiar las calles de torturadores y garantizar no más Kostekis ni Santillanes muertos.
Y si no son suficientes, entonces habrá que preguntarse cuándo.
Porque el día que alguien se canse pero de verdad, el día que alguno se pudra ya de las amenazas y la violencia, el día que se decida que ya basta y que ya se tuvo pero más que suficiente, el día que un militante de la izquierda pierda ya esta increíble paciencia que los lleva a soportar desde hace décadas cualquier matoneada sin replicar, el día que se recurra al elemental derecho a la autodefensa activa visto y considerando que el "estado de derecho" parece más una expresión de deseos que otra cosa, ese día yo lo voy a lamentar sinceramente, porque la disciplina para saber resistir y persistir es importante.
Pero no voy a rasgarme las vestiduras por la vida y el bienestar de ninguno de estos criminales.
Buenas tardes.
PD: Pido a todos los que pasan por aquí que – si tienen un blog – publiquen el afiche. Se trata de una forma pacífica de responder a la violencia. Por favor, no lo ignoremos porque ignorar es tomar partido, y después no valdrá decir "Ay, es que yo no sabía nada".