Empecemos con una buena noticia: sabemos que en Argentina, cantemos loas al Señor, los sindicatos están bien lejos de la insidiosa infiltración marxista.
Mientras en otros países nunca falta en los gremios el comunista gritón que vocifera sloganes destructivos e insensateces acerca de la lucha de clases y denunciando vaya a saberse qué inexistente explotación, en los sindicatos argentinos se han impuesto líderes colaborativos, razonables y negociadores hasta el anonadamiento.
Y en esto, amigos, mucho hay que agradecer a la impar ideología peronal con su ínclito tercerposicionismo que ha descubierto el justo medio entre el capitalismo y el asado de tira.
Esta perontogenia de nuestros sindicatos los ha vuelto asimismo profundamente cristianos, católicos, creyentes, fervorosos, religiosos, rezadores. Un poco más y diríamos místicos.
Invito al amable lector a saborear un ejemplo: coherente con la inquebrantable defensa de los intereses de los trabajadores, y decidido a hacer todo lo que esté a su alcance para defender el derecho de los obreros, el Sindicato de Empleados de Comercio ha plasmado en el siguiente volante un mensaje a los trabajadores proponiendo esta audaz acción, muestra de dignidad combativa aliada al más sólido sentido común:
Como se ve, el sr. Cavalieri, dueño... perdón: dirigente del SEC no escatima recursos cuando se trata de la lucha por los inalienables derechos del trabajador. Nada de medias tintas: defensa pura y dura de los laburantes, acciones concretas y medidas que sin duda llevarán a los empleados de comercio a unas mejoras en su nivel de vida que reíte del Primer Mundo.
Invitar a los trabajadores a pedir por sus derechos en la iglesia es una medida que uno no sabe bien cómo tomar: si como último recurso de la desesperación, si como ironía feroz... o como lo que es, una real invitación a que los laburantes pidan por lo suyo ¿en la Plaza de Mayo? ¿frente a las oficinas del patrón? No señor, esos no son los lugares adecuados, cabeza hueca. El lugar adecuado, idóneo y lógico es, claro está, la iglesia.
¿Para qué huelgas, marchas, organización, conflictos y esas cosas desagradables? ¿Acaso alguien duda de la eficaz intervención divina? ¿A quién se le puede ocurrir la estupidez de plantear medidas de fuerza cuando basta con una misa para que los salarios se disparen al cielo? Sólo a los rojos resentidos de siempre, claro, que nos dirán que a la iglesia se va a llorar.
Ahora bien, las buenas acciones generan buenos frutos. Veamos entonces los logros del sr. Cavalieri al frente del sindicato mercantil en su larga (muy larga, más de treinta inconcebibles años) y feliz gestión. El lector (y sobre todo el empleado de comercio) sabrá si agradecer al sr. Cavalieri, a San Ignacio de Loyola, a Dios Nuestro Señor o a todos juntos de manera separada, sucesiva o aún simultánea.
En primer lugar, los salarios. Veamos que el salario de convenio mercantil (por lo demás, uno de los más favorecidos comparativamente hablando) debe andar por los 900 mangos. Con premios y demás agregados extorsivos que se le ocurran al patrón se podría ir a unos... ¿1.300? ¿1.500? Calculo con pocos datos, cualquiera puede corregirme, es que me marean estos montos exhorbitantes. Esto por 45 horas de trabajo semanal, también estipuladas por el convenio.
Esto, claro, cuando el convenio se respeta.
Ah... perdón: es que no siempre se respeta.
Y no, no siempre. ¿Ud. que quiere, insaciable? Un repositor de un hipermercado, esos que hacen ganancias varias veces millonarias (aclaración: el hipermercado, no el repositor), cualquiera sabe que el pibe (y no tan pibe) labura mucho más por mucho menos.
Veamos un análisis que he leído por ahí:
Actualmente, la mayoría de los empleados de comercio como tantos otros asalariados, salvo honrosas excepciones, trabajan sábados y domingos, seis días por semana con un solo franco, pese a que su convenio establece 45 horas de trabajo semanal con medio sábado libre y domingo en familia… A los integrantes de la familia mercantil no les son abonadas las horas extras, no se les reconoce el descanso a mitad de la jornada y son explotados con "legitimidad" en shoppings e hipermercados en los cuales llegan a trabajar hasta bien entrada la madrugada y más de 12 horas diarias.
Más del 50% de los empleados de comercio "legales" tienen blanqueada la mitad de un sueldo de convenio, es decir, una jornada reducida aunque trabajen ocho o más horas diarias, mentira legitimada por la patronal con conocimiento y complicidad de la burocracia sindical para realizar menos aportes patronales y abonar menores indemnizaciones a la hora de los despidos. Más del 50% de los empleados de pequeños comercios trabajan en negro y perciben aún menores sueldos que los establecidos por la miserable escala salarial de convenio.
Evidentemente, el caro lector lo ha adivinado: ridícula propaganda marxista que quiere hacer flaquear la fe de los trabajadores. Resentidos que no conocen la feliz realidad que Cavalieri y San Ignacio mediante abruma de holgura a los obreros argentinos.
Porque no cabe duda de que los trabajadores son plenamente felices con la dirección de su sindicato, que en los sindicatos la democracia obrera es una realidad cotidiana, que cada trabajador es escuchado, que sus planteos son considerados con suma atención y que el menor problema que surja será solucionado de manera veloz y expeditiva por Madonna Quiroz o algún otro intelectual orgánico.
Así que a rezar. A rezar mucho. Ese es el camino para los trabajadores argentinos. El que no lo entienda podrá votar a otra lista.
Si la encuentra.